El efecto mariposa sobrevuela ya desde la crisis de la energía a la banca
La injerencia del Gobierno en el sector eléctrico amenaza con salpicar al bancario con una descarga de impagos mientras los grandes fondos corren la voz de que España no es un país seguro. De oca a oca, Moncloa abre el melón del SMI y se prepara para la reforma laboral y pensiones, que la mancha de la mora con otra verde se quita

La crisis energética esconde una crisis mayor: la del colapso del sistema de comercialización y el consumo de particulares y pymes, que derive en un aluvión de impagados y que se traslade al sistema bancario. ¡Pues éramos pocos...! ¡Como no tienen casi problemas los señores ... banqueros! Que además como no funcione su sector en condiciones y sea solvente, el país va a pique. El caso es que estamos ante el efecto mariposa de una economía que el Gobierno de coalición quiere abordar con criterios de mercadotecnia y propaganda y que amenaza con gripar el motor de la financiación.
Porque como muñecas rusas hay varias crisis, a cual más letal, ocultas tras la deriva del precio de la luz. Si se encarece la gasolina –¡ay los carburantes, y nadie dice nada! suma y sigue, otra bomba de relojería a punto de estallarle a Sánchez y sus secuaces en las narices– aumenta el precio del transporte de productos, que desemboca en un crecimiento de los precios y a su vez en una subida de la inflación hasta límites indigeribles para unas cuentas públicas ya maltrechas. A su vez, de nuevo, puede ser la puntilla para un sistema de pensiones que, incapaz de cumplir la obligación de revisión, empobrezca a nuestros mayores hasta cotas insoportables. Y... de oca a oca, La Moncloa abre el melón del salario mínimo interprofesional (SMI) y se prepara para la reforma laboral y la de las pensiones, que la mancha de la mora con otra verde se quita. Pues no lo olviden que ¡los ‘baby boomers’ llaman ya a la puerta! y todo es susceptible de ir a peor. Una cuadratura del círculo, cual ancestral algoritmo, matemático y geométrico, que no va a poder ser resuelto en décadas si mantenemos a los mismos en el poder y si no nos damos prisa. Tiempo al tiempo.
Mientras, lo dicho, nuestros empresarios, que cuanto más pequeños y autónomos peor lo van a pasar –bueno, lo están pasando, que las persianas, para muchos, aún están bajadas de facto–, junto a los banqueros, que cruzan los dedos –y se hacen cruces–, aterrados porque el zarpazo a las energéticas y la intervención en el precio de la luz pueda acarrear en breve impagos y quiebras de comercializadoras y particulares que se convierta en una crisis inmanejable.
Porque en el asunto energético el ‘sanchismo’, también, llega tarde. Los países que se tomaron en serio y a tiempo el tema están ahora mucho mejor que el nuestro. Pero aquí, más de lo mismo, tarde, mal, poco, confuso... Y a intervenir. Además, el hecho de querer castigar a las nucleares, que no contaminan con el impuesto por un CO2 que no producen –acción abanderada por los podemitas, una más, que ata de pies y manos al resiliente, que necesita ya mismo el apoyo a sus cuentas 2022–, es otra de esas burlas ideológicas ideadas por el anterior presidente socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, y mantenidas por su, por desgracia para el común de los españoles de a pie, sucesor Pedro Sánchez. Porque las nucleares, a pesar de los socialistas y sus socios en el Gobierno, aún producen un 25% de la electricidad que consumimos de forma sostenible, esto es, sin depender del clima. Y si hemos llegado a tener el megavatio/hora en el entorno de los 200 euros, ¿se imaginan cómo quedaría si las nucleares se ven obligadas a cerrar por la ignorancia social-comunista?
Decía pues un sector damnificado, el nuclear, tanto como, de rebote, lo ha sido Naturgy, que ahora se encuentra de golpe y porrazo con tener que aceptar una opa –la del fondo IFM– que confiaban sus directivos no iba a triunfar, pero que con el empujón de las nuevas medidas energéticas intervencionistas –sobre todo, por el hachazo a los beneficios– han tenido que aceptar. Ahora bien, ni esos directivos, ni sus miembros del consejo con acciones –entre ellos su presidente, Francisco Reynés–, ni accionistas mayoritarios acudirán a ella. Una manera liviana y elegante de decir que ‘nanai’, que no quieren saber nada de los australianos, que seguirán haciéndoles oposición, si bien tiene pinta que los minoritarios tomarán lo que les ofrezcan, que más vale pájaro en mano... Flaco favor les hace también el dichoso Ejecutivo ‘sanchista’.
Tampoco dejen en el olvido la cantinela del ala comunista, y por tanto de Sánchez no se lleven a engaño, es que parece de justicia que las empresas que se van a forrar con los fondos europeos que están por llegar –siempre por llegar– le suban el sueldo mínimo a sus trabajadores. Lo que no dicen, igual por esa misma ignorancia, es que las empresas afectadas por la crecida del SMI no van a ver ni un euro de esos fondos porque son pequeñas. El alza del salario mínimo afecta precisamente a aquellas organizaciones que no pueden pagar casi ni ese mínimo sueldo, no a las grandes o medianas corporaciones que ya pagan con creces el SMI a su plantilla. Demagogia a tutiplén. Si bien se me ocurre un análisis torticero. Nunca 15 euros le sirvieron de tanto a alguien tras partir las peras las vicepresidentas Yolanda Díaz y Nadia Calviño, porque le permitirá a la CEOE sacudirse el polvo de aquel pseudo apoyo, maniqueado por otros, a los indultos a los separatistas y recuperar el paso con una posición que se antoja más natural de los grandes empresarios que la de palmeros. Dicho queda.
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