Fútbol americano
Trump politiza la Super Bowl: será el primer presidente en ejercicio en acudir a la final de la NFL
El mandatario romperá la tradición presidencial del deporte rey de EE.UU. en un día que muchos valoran por el efecto de unión entre compatriotas
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Donald Trump rompe moldes también en el mundo del deporte: el multimillonario neoyorquino se convertirá este domingo en el primer presidente en su cargo en asistir a la Super Bowl, la gran final del fútbol americano.
La Casa Blanca ha filtrado que el ... multimillonario neoyorquino vendrá a Nueva Orleans, la ciudad que acoge el partido. Ese mismo día, pocas horas antes del comienzo de la Super Bowl, la cadena que tiene los derechos de la final, Fox, emitirá una entrevista con Trump. La realizará Bret Baier, uno de los presentadores estrella de Fox News, la cadena de noticias más popular en EE.UU. y más seguida por los votantes republicanos.
Esa entrevista es convencional, casi una tradición en el día del partido. La presencia en los palcos del Superdome de Nueva Orleans, sin embargo, ha sido recibida con polémica en esta orilla del Misisipi. Una de las razones por las que los presidentes no acuden a la Super Bowl es por las necesidades de seguridad que acarrea. La mezcla de Super Bowl, Nueva Orleans y Trump es explosiva en lo que se refiere a ese dispositivo. Las preocupaciones habituales por la llegada de la Super Bowl se acentúan en Nueva Orleans, que no se ha sacudido la conmoción del atentado de la pasada Nochevieja. El atacante arremetió con una camioneta contra la muchedumbre en Bourbon Street, el centro neurálgico de la célebre juerga de esta ciudad, y mató a catorce personas. Esta semana, Bourbon Street y sus alrededores en el centro histórico de la antigua colonia de Francia y de España están tomados por la policía, con agentes apostados en cada esquina.
Ahora, con la exigencia de proteger al jefe del ejecutivo y comandante en jefe de la primera potencia mundial, ese dispositivo tendrá que reforzarse. «Si esto ha sido un infierno de seguridad por la Super Bowl, no me quiero imaginar lo que será con Trump por aquí», protestaba Roberto, un taxista hondureño que hace caja estos días con la afluencia de visitantes de todo el mundo. El Servicio Secreto aseguró que llevaba varios días sobre el terreno para preparar la visita de Trump.
El problema no es solo la incomodidad añadida, el refuerzo de seguridad que exige la presencia del presidente. Trump es el primero en acudir como presidente en casi sesenta años de partidos de Super Bowl porque sus antecesores -él incluido- han optado hasta ahora por no arriesgarse a mezclar el fútbol americano con la refriega política.
El fútbol americano es religión en EE.UU. Es, de lejos, su deporte rey. De las cien retransmisiones televisivas más vistas el año pasado, 72 fueron partidos de la NFL (y un puñado más fueron partidos universitarios). El ganador siempre es la Super Bowl, el día en el que familia, amigos y vecinos se reúnen alrededor de la televisión y de platos de nachos, alitas de pollo y cerveza ligera.
Una Super Bowl atípica
«Es uno de esos momentos, de los que hay extremadamente pocos, en los que los estadounidenses se unen de forma genuina. Dejamos de lado la política, dejamos de lado nuestras diferencias. Compartimos una tradición americana. Es algo muy chulo. Bueno, lo era. Porque ahora el presidente Trump va al partido», protestaba con amargura Mike Freeman, columnista de 'USA Today', que ha acusado al multimillonario neoyorquino de politizar una celebración que es de todos los estadounidenses.
«El presidente más divisivo de nuestro tiempo va al partido que muchas veces sirve como un momento de unidad», añadía Freeman, cuya columna ha sido celebrada y criticada a partes iguales esta semana en un EE.UU. cada vez más polarizado. Para él, la razón por la que los presidentes no van a la Super Bowl es porque su presencia es «una pesadilla de seguridad. Pero también porque quieren que el centro de atención sea el partido, no ellos».
«Ojalá que le caiga un buen abucheo», decía a este periódico Damon, un vecino de Nueva Orleans, molesto con el tráfico de la ciudad, cuando lo peor todavía estaba por llegar. Muchos no piensan como él, incluidos los mayores protagonistas, los jugadores.
«Está muy bien jugar delante de un presidente en su cargo, alguien que está en el puesto más alto»
Patrick Mahomes
Quarterback de los Kansas City Chiefs
«Está muy bien jugar delante de un presidente en su cargo, alguien que está en el puesto más alto», reaccionó Patrick Mahomes, el 'quarterback' (mariscal de campo) de los Kansas City Chiefs, el mejor jugador de esta época. A Mahomes ya le echaron en cara el pasado verano que su mujer, Brittany, apretara el botón de 'me gusta' en algunas publicaciones en redes sociales de Trump, todavía como candidato a la presidencia de EE.UU.
«Es un gran honor, no importa quién sea el presidente», agregó Travis Kelce, su compañero de equipo, también salpicado por la política por su pareja: Taylor Swift. La reina del pop de EE.UU. mostró su inclinación por la rival de Trump, Kamala Harris, y el ahora presidente cargó contra ella en redes: «Odio a Taylor Swift», escribió en una ocasión. La animadversión hacia su novia no ha afectado a Kelce, convertido en una estrella mediática por varias razones -su desempeño en el campo, su popular podcast, su pareja- y que sabe que es mejor no meterse en política. Sobre todo cuando los Chiefs son de una parte de EE.UU. (Misuri, en su frontera con Kansas) donde Trump domina.
Los Eagles de Filadelfia, el otro equipo en la Super Bowl, fueron menos entusiastas con la presencia de Trump. «No, señora», se limitó a responder una de sus estrellas, el 'quarterback' Jalen Hurts, cuando le preguntaron si el presidente añade presión al partido.
Habrá muchas otras personalidades en las gradas del Superdome, el estadio de Nueva Orleans. Taylor Swift volverá a estar entre el público. Se rumorea que Lionel Messi podría volar hasta la desembocadura del Misisipi. Y, aunque no viajará el expresidente Joe Biden, sí estará su esposa: Jill Biden, criada en los suburbios de Filadelfia, es una fanática de los Eagles. Pasará mucho más desapercibida que Trump, que se dará un nuevo baño de masas -y de presencia televisiva- en el día más grande del año en EE.UU.
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