El banquillo del Sevilla, un cráter volcánico
Al club le cuesta otorgar confianza y largo plazo al banquillo: cinco técnicos en dos años, Pimienta también desgastado e Iñigo Pérez en la agenda
A Pimienta se le escapa el control del vestuario del Sevilla
Valencia - Sevilla, en directo

Desde la salida de Julen Lopetegui, el banquillo del Sevilla sufre una inestabilidad tremenda. Ningún entrenador, independientemente del estilo que traiga y sus métodos, logra asentarse en la casa ni fortalece sus lazos con el cuerpo directivo. Todo lo contrario. Pasan las campañas, ... los resultados no mejoran en la medida que pretende el club y al final la cuerda siempre se rompe por el lado más fácil, el del entrenador, empujado a hacer las maletas para marcharse de Nervión antes de lo previsto o estipulado en su contrato. Ni siquiera Mendilibar, que fue capaz de levantar un título continental con un Sevilla ya en decadencia, consiguió sobrevivir en la entidad blanquirroja más de siete meses. Evidentemente, el problema va más allá de las decisiones del entrenador y una capacidad menguante de la plantilla. El consejo de José María del Nido Carrasco y José Castro también han de mirarse el ombligo en este asunto, con la connivencia por supuesto de la dirección deportiva de Víctor Orta y anteriormente con Monchi a la cabeza. El club debe encontrar, y da la sensación de que sigue en esa tarea, al entrenador adecuado para comandar el proceso de regeneración que afecta a toda la institución blanquirroja y que obliga a todos los estamentos a apretarse el cinturón del gasto en los dos próximos años, sin mermar en exceso los rendimientos.
La etapa de Julen Lopetegui se caracterizó por un éxito notable y sostenido en el tiempo. El equipo ganó la UEFA Europa League en 2020 y enlazó tres clasificaciones para la Champions League, estableciendo un listón muy alto que inevitablemente incrementó la exigencia sobre los entrenadores que le sucedieron. El vasco fue cesado de su cargo en octubre de 2022 y desde ese preciso instante la cúpula del Sevilla FC no ha conseguido identificarse con otro entrenador ni establecer un entorno de plena confianza. Inmediatamente, la misma crisis deportiva que se llevó por delante a Lopetegui generó una presión añadida sobre los siguientes técnicos que fueron arribando a Sevilla y que tampoco han conseguido revertir la trayectoria del equipo.

Porcentaje de victorias
con el Sevilla FC
El equipo ganó con él una
Europa-League
Lopetegui
52,3%
Sampaoli
41,9%
El equipo ganó con él una
Europa-League
Mendilibar
Diego Alonso
35,7%
14,2%
Con diferencia, el porcentaje de victorias más bajo del periodo analizado
Quique
40%
García
Pimienta
34,3%
Fuente: Elaboración propia
Gráfico: A. Montes / ABC SEVILLA

Porcentaje de victorias
con el Sevilla FC
El equipo ganó con él una
Europa-League
Lopetegui
52,3%
Sampaoli
41,9%
El equipo ganó con ellos una
Europa-
League
Mendilibar
35,7%
Diego
Alonso
14,2%
Quique
40%
García
Pimienta
34,3%
Fuente: Elaboración propia
Gráfico: A. Montes / ABC SEVILLA
En apenas dos años y medio, el carrusel de entrenadores ha sido llamativo: Jorge Sampaoli, José Luis Mendilibar, Diego Alonso, Quique Sánchez Flores y Xavi García Pimienta. El argentino fue el encargado de relevar a Lopetegui en la que sería su segunda etapa en Nervión, un ciclo que completó sin pena ni gloria. Sampaoli aguantó 31 partidos, obteniendo 13 victorias, 6 empates y 12 derrotas en todas las competiciones, lo que se traduce en un porcentaje de victorias del 41.94%, bastante inferior al 52.94% logrado por su antecesor Lopetegui. Fue destituido con el equipo apenas dos puntos por encima de la zona de descenso. El consejo apostó por él y se lo cargó pronto. No terminó de encajar con la plantilla existente. Ni siquiera con sus compatriotas. En la retina queda el famoso papelito que destruyó Acuña con sus instrucciones. Nunca hubo sintonía entre la filosofía táctica de Sampaoli y las características de sus jugadores.
La posterior etapa de José Luis Mendilibar se extendió desde el 21 de marzo de 2023 hasta el 8 de octubre de 2023. Durante su periodo en el banquillo, dirigió 28 partidos, con un balance de 10 triunfos, 11 empates y 7 derrotas. Su porcentaje de victorias fue del 35.71%, inferior al de Lopetegui y Sampaoli. En La Liga, el de Zaldibar logró salvar la peliaguda situación del equipo y llevarlo hasta el duodécimo puesto. Aunque su éxito mayúsculo radicó en ganar la UEFA Europa League de 2023, derrotando a mastodontes como el Manchester United, la Juventus y la Roma en la gran final de Budapest. Pese a todo, tampoco llegó nunca a conectar con la directiva. En la pretemporada siguiente en Montecastillo, un documental de Netflix recogió una tensa conversación del entrenador con Castro, Del Nido Carrasco y Víctor Orta en la que Mendilibar les reprochó ante las cámaras que no había un equilibrio entre los objetivos marcados y el nivel de la plantilla: «¿Y qué habéis hecho los últimos años?, ¿traigo chavales de 20 años y tengo que estar en Champions también?», espetaba Mendi. La relación con la cúpula quedaba dinamitada. La temporada 2023-24 comenzó de manera desastrosa, siendo destituido Mendilibar tras sumar sólo 2 victorias en 11 partidos.
Lo que vino después fue peor… uno de los peores entrenadores que se recuerdan por Nervión. El uruguayo Diego Alonso fue una apuesta personal del director deportivo, Víctor Orta, y duró apenas un par de meses. Durante su gestión, dirigió 14 partidos, con un balance de tan solo 2 victorias (ambas en la Copa del Rey ante equipos de categorías inferiores), 7 empates y 5 derrotas. Esto arrojó un pírrico porcentaje de victorias del 14.29% antes de su fulminante despido a mediados de diciembre de 2023. No ganó ni un partido de LaLiga y dejó al equipo eliminado de la Champions, perdiendo los cuatro partidos de la fase de grupos bajo su dirección y terminando en el último lugar del grupo, fuera de todos los torneos continentales.
Cuestión de confianza
La gestión de Alonso fue un fracaso, como la decisión del club de apostar por un entrenador sin experiencia en el fútbol europeo más allá de su etapa como futbolista. Con tal de no caer en el mismo error, el Sevilla FC apostó por un técnico con bagaje como Quique Sánchez Flores, quien se hizo cargo del equipo durante 25 partidos, hasta terminar la temporada, obteniendo 10 victorias, 4 empates y 11 derrotas, con un porcentaje de victorias del 40%. Sacó al equipo de una comprometida decimoséptima posición para salvarlo de manera holgada. Sin embargo, más de lo mismo: su relación con la plantilla y con los rectores del club se desgastó de manera rápida. Irreversible. Tampoco habría proyecto de futuro en Nervión para Quique. Otra vez el consejo apostó por partir de cero.
Así, Xavi García Pimienta fue nombrado entrenador del Sevilla FC el 1 de julio de 2024. Nueve meses después, continúa en el cargo, aunque a día de hoy hay serias dudas sobre su continuidad la próxima temporada. Mucho tendría que cambiar la cosa para ello. Su fútbol no ha conectado con la afición, sus métodos tampoco encandilan al vestuario, mientras que los resultados, amén de que tenga al equipo salvado en una liga mediocre, son visiblemente pobres. Lleva dirigidos 32 partidos, con un balance de 11 victorias, 9 empates y 12 derrotas. Es decir, un porcentaje de triunfos del 34.38%, por debajo de Lopetegui, Sampaoli y Mendilibar. Es otra bala quemada por el consejo, cuya confianza en el entrenador saltó por los aires cuando el propio Pimienta se quejó públicamente en enero de la política de refuerzos del club en el mercado invernal. Una crítica sin retorno para él y su historia en el Sevilla FC.
Pimienta pierde enteros. Uno de los que más gusta ahora es el joven técnico del Rayo Vallecano, Iñigo Pérez, que está realizando un temporadón con mimbres muy justitos. Pero la pregunta sigue siendo la misma dos años y medio después en Nervión: ¿A qué quiere jugar el Sevilla, con qué objetivos y plantilla, y qué horizonte le marca a su entrenador en su cacareado plan de regeneración? El club necesita imperiosamente entregar su máxima confianza a un entrenador capacitado para desarrollar un proyecto a medio-largo plazo. Todo lo que no sea eso significará alargar la agonía de una situación de inestabilidad y dificultades para mantener la consistencia en el rendimiento.
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