A Pimienta se le escapa el control del vestuario del Sevilla
Pesos pesados enfadados con los minutos que les ofrece el entrenador; titularísimos criticando la preparación del derbi; y una figura que genera discordia, Richi Serrés, el 'coach' del equipo
El derbi deja tocado a García Pimienta

Las derrotas nunca dejan un poso de tranquilidad. Más bien todo lo contrario. Generan discordia, enfado y una búsqueda incesante de culpables. Alguien debe cargar con la responsabilidad de haber provocado esa gigantesca insatisfacción en la parroquia de un equipo. Dentro de un vestuario ... de fútbol, cuando es muy doloroso el traspiés, los dedos señalan rápidamente a la gestión del entrenador, como si fuese el único responsables de lo que había sucedido en la hierba. Y no es la primera vez con García Pimienta en el Sevilla. Su nombre está apuntado en varias listas negras con mando en plaza dentro de la caseta. El entrenador catalán ha ido manejando el vestuario como buenamente ha podido. El grupo joven no era difícil, con gran presencia canterana y de fichajes de edades parecidas; tampoco el extranjero, con esa colonia francófona entre belgas y africanos, liderada por Lukebakio, la estrella del equipo y que juega sin discusión; queda la pata veterana, por edad o años en el club. Esa le ha costado un poco más. Y sin Jesús Navas ya en el vestuario han ido ganando en peso. Saúl, Suso, Gudelj o Marcao. Los cuatro capitanes del Sevilla. Ninguno está conforme con el entrenador.
Dos de ellos, gaditano y brasileño, directamente han sido destinados a un continuo banquillo, esté como esté el equipo. Cierto que el entrenador ha actuado siempre conforme a la necesidad del club, tratando de mostrarles la puerta de salida en cada mercado. El jugador nunca entiende este tipo de postura y culpa a su jefe directo, por mucho que pueda conocer las intenciones de los hombres que se dedican a mover piezas en la plantilla. Con los otros dos, que se turnan el brazalete en los partidos, ya que no siempre coinciden, ya van existiendo rencillas. Gudelj no está asentado en el once. Se le mueve entre la defensa y el centro del campo según necesidad. Y es quien más tiempo lleva en la entidad. Se encuentra en tierra de nadie.
Con Saúl ocurre algo distinto, aunque genera la misma sensación de enfrentamiento. A mayor nivel o currículum del profesional, más compleja es la complicidad que necesita el técnico con sus capitanes. Pimienta siempre ha sido muy cercano con el ilicitano. Le ha ofrecido su confianza cuando peor estaba. Y el ex del Atlético sigue sin recuperar su mejor versión. Por eso no jugó contra el Betis, pese a lo que podía significar. Suplencias como las del derbi provocan un descenso mayúsculo de la confianza en las decisiones de Pimienta. Decisiones que sí cuestionó un jugador como Badé, más joven, pero uno de los baluartes del equipo, quien no escondió su descontento con el planteamiento tras el derbi: «Si no atacas, no tienes la pelota, ellos van a crear cosas. Nos ha faltado personalidad, no hemos hecho nada, sólo defender». «Cuando juegas así seguro que no vas a ganar nada», sentenció. Pimienta siente que el vestuario se le está yendo poco a poco.
Otros elementos de discordia
Esta situación la conoce el club de primera mano. Saben qué se cuece en el vestuario y las dudas de algunos capitanes sobre el camino que ha tomado el proyecto, siempre en una línea muy fina entre el supuesto crecimiento y la caída al vacío. La figura del entrenador no corre peligro, a no ser que la olvidada zona de descenso se vaya acercando en puntos y las medidas de urgencia cobren protagonismo. En el Sevilla no se puede desperdiciar un solo euro y liquidar el contrato de Pimienta siempre es más sencillo cuando todo termine y las partes se sienten a valorar cómo ha sido el curso, sin demasiadas curvas, pero con ciertas pérdidas de confianza. Poco a poco. Como un reloj de arena que se termina por quedar vacío. Por eso mismo la sensación a día de hoy es de ciclo que se va finalizando. Que se cerrará sin pena ni gloria. Un nuevo movimiento en el banquillo que sólo podría remediarlo un sprint final del equipo que para nada se espera en el club.
La estabilidad había sido la mayor virtud de Pimienta en estos meses. Que el miedo desapareciese a la clasificación, además de conocidos incendios de años anteriores, como la salida de jugadores emblemáticos. Los resultados no eran los mejores, pero el Sevilla había entrado en una calma tensa, que podría verse como la mayor de sus aspiraciones. Sin embargo, el propio entrenador ha dado pasos personales hacia un camino más pedregoso, de alzar la voz incluso, en un pequeño pulso con el propio Sevilla por el mercado de fichajes del mes de enero, con Víctor Orta como destinatario final.
Todo llega a oídos de los jugadores, quienes también sienten cuando el clima de tensión aumenta. Esa herida no ha cicatrizado. Y parte de esa herida llega también por la mano derecha del entrenador, que le acompañó en su etapa en Las Palmas, como es el coach Richi Serrés. Es un miembro de su cuerpo técnico y en Nervión no se opusieron a su llegada, pero no se trata de una persona que haya conseguido el apego de los jugadores, sino que da la sensación de todo lo contrario. Se le considera un elemento extraño dentro del vestuario. Es quien, además, aconseja al técnico también en sus manifestaciones públicas. Ese tono que expresa que no nos da para más, como el mostrado tras el derbi, ha calentado a club y al vestuario.
La situación no es la mejor antes de recibir al Atlético. Un entrenador al que se le amplió su contrato hace sólo unos meses, cuando se primaba dar tranquilidad al proyecto y que el ruido exterior no alterase la hoja de ruta enmarcada en el denominado proyecto de regeneración. En cambio, la figura de Pimienta ahora despierta recelos por todo el club, más en una plantilla que ha dejado de creer en lo que dice la persona que manda en la caseta. El Sevilla sale del derbi más tocado de lo que parece.
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