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Es fútbol y es femenino

Las jefas del Real Madrid duermen

«Los responsables intentan vender que estamos ante una evolución del equipo y que poco a poco se verán los resultados. Pero nada más lejos de la realidad: estamos ante una flagrante (y explicable) involución»

El Real Madrid huele mal

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Begoña Pérez, adjunta a la dirección general del Real Madrid y responsable del femenino, y Ana Rossell, directora deportiva, en el palco de Valdebebas. M.M.
Manuel Merinero

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Ya venía escribiendo que el Real Madrid femenino había entrado en una dinámica negativa. Su eliminación de la Copa de la Reina contra el Atlético de Madrid (hoy se vuelven a ver en Liga) no ha hecho más que corroborar que la sección está estancada. Sus responsables intentan vender que estamos ante una evolución del equipo y que poco a poco se verán los resultados. Pero nada más lejos de la realidad: estamos ante una flagrante (y explicable) involución.

El Atlético de Madrid eliminó a las blancas de su tercera competición manejando a la perfección tres aspectos: mantener orden en su parcela defensiva, intensificar el trabajo en el medio campo y potenciar la velocidad y movilidad de sus jugadoras de ataque. Así las cosas, a principios de febrero, las madridistas ya están eliminadas de todo: en primera ronda de la Champions, superadas por equipos con mucho menos presupuesto; de la Supercopa, a manos del FC Barcelona y de manera ciertamente humillante; y ahora, por si fuera poco, de la Copa de la Reina, por donde han pasado sin pena ni gloria.

La foto que ilustra estas líneas es un puro y fiel reflejo de lo que pasa en la sección. Begoña Sanz, a la izquierda, a la sazón adjunta a la dirección general y responsable del fútbol femenino, ya no sabe qué hacer para salir indemne de esta situación. Tiene el poder, pero lo ejerce de aquella manera. Desde luego, la solución, que no está en el campo, tampoco parece estar a su lado en la grada. La directora deportiva Ana Rossell, a la derecha en la foto, imagen fidedigna del absoluto desdén, comentaba esta semana en el Alya Sports Women ' s Football Conference: «Somos el bebé de la liga, el Real Madrid femenino es un proyecto a medio largo plazo».

Ana sabe mejor que nadie que el Real Madrid es el segundo equipo con más presupuesto de la Liga F y está en el segundo en el escalafón europeo (y el club con menos tiempo en Primera División es el Levante las Planas). El medio plazo del que habla, un lustro exactamente, ya se ha cumplido. Y a largo plazo lo que se vislumbra es un transatlántico que va directo a estrellarse contra un iceberg.

Que haya intentado apagar el fuego dejando filtrar que para la temporada que viene llega un megafichaje de poco sirve a estas alturas de partido: su credibilidad no existe y sus declaraciones son sólo excusas de una negligente gestión.

Lo que se atisba desde fuera es fundamentalmente falta de unión. Cada uno rema en una dirección. Discusiones internas que trascienden y cada vez más distancia entre los órganos de gestión y los meramente deportivos. Desde la dirección, lo que más preocupa es que la imagen sea buena, siguiendo las instrucciones clásicas del club, y que la infinita ristra de problemas no lleguen a oídos del presidente. Pero lo cierto es que en el club, el run run incesante es que la sección sólo da problemas y grandes pérdidas económicas. Los resultados de esta temporada son los peores desde la creación de la sección. Y las audiencias y la asistencia a los partidos van de mal en peor.

Begoña y Ana, tan desganadas, tendrán que levantarse de la siesta y asumir que no todo va tan bien como dicen. Engaño al que se suma Alberto Toril, el entrenador, que afirma que su objetivo es quedar entre las tres primeras de la Liga, clasificarse para la Champions. Y mientras como en el juego, unos y otros en Valdebebas se van pasando excusas de mano en mano a ver a quién le explota encima, el otro Madrid (CFF) realiza el traspaso más caro de la historia del fútbol femenino. Koundananji llegó hace año y medio al club rosa por 50.000 euros procedente del Eibar y la mandan ahora a Estados Unidos por 800.000. Siempre sale mejor trabajar que dormir.

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