El renacer de la pantera Garuba

Dos victorias dejarían muy encarrilado su pase a las eliminatorias, pero sumar una o dos derrotas les pondría en una delicada tesitura, pues rematarán la liga recibiendo al París, gran revelación de la temporada, y cerrarán su viaje con un nuevo desplazamiento a la capital serbia, en el que se las verán con el Partizan. Chus Mateo, que no confirmó la presencia para sendas batallas de Campazzo y Bruno Fernando, ambos lesionados, necesita líderes a los que agarrarse. Es por eso que el gran estado de forma de Usman Garuba (Madrid, 23 años) ha supuesto todo un alivio para el técnico.

Cuando nadie contaba con ella, ha renacido la pantera de Azuqueca, un cambio de dinámica que evidenció en el último y épico partido liguero de los madridistas, en el que se impusieron al Unicaja (105-107). En el Martín Carpena consiguieron hacer desaparecer una desventaja de 12 puntos en el último cuarto, una remontada en la que Mateo apostó por Garuba para el puesto de cinco antes que Tavares. De hecho, el interior acabó el duelo con 18 puntos, la mejor marca de toda su carrera en ACB. Además, coronó su gran tarde de cara a la canasta con ocho rebotes, dos recuperaciones, un tapón y tres mates.

La situación poco tiene que ver con la que el internacional vivió a principios de curso. Tras finalizar una extraña etapa en la NBA de tres años (2021-2024), en la que apenas tuvo minutos y en la que pasó por cuatro franquicias diferentes (jugó con los Houston Rockets y con los Golden State Warriors, aunque con los Atlanta Hawks y con los Oklahoma City Thunder nunca llegó a debutar), el interior volvió a su casa, al Real Madrid, para intentar reconducir su carrera con apenas 23 años. Sin embargo, cuando se intuía que sería una pieza fundamental en la rotación de Mateo, una fractura por estrés en la pierna izquierda hizo que no pudiese debutar con el resto de sus compañeros.

Ese percance le ha perseguido hasta hace solo unas semanas y el Madrid, consciente de su escasa aportación, acudió al mercado invernal y fichó a Fernando para reforzar el juego interior. Tanto se había escondido Garuba en el banquillo que en la Copa del Rey de Las Palmas de Gran Canaria, donde los blancos fueron derrotados en la final por el Unicaja, solo jugó una media de tres minutos y 13 segundos, la cifra más baja de toda la plantilla merengue. Ahora, las tornas han cambiado.

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Sergio Scariolo, seleccionador nacional y actual comentarista televisivo, siempre ha dicho en las retransmisiones que Garuba debía focalizar su energía en la cancha, en la pelota, y no en aquellas cosas que no podía controlar, como en las decisiones de los árbitros o en las de su entrenador, para poder destapar todo su potencial. Un mantra que el madrileño parece haber seguido al pie de la letra en las jornadas más recientes.

De hecho, en el duelo ante el Unicaja, se le vio muy preocupado por sus compañeros y, tras una jugada en la que Musa pareció excederse con sus protestas a los colegiados, fue a tranquilizarle y a ordenarle que se fuera al banquillo con el resto, una escena sorprendente de un jugador que tendía a ensimismarse demasiado en sus enfados. Así es el nuevo Garuba, un témpano que, sin embargo, aún mantiene su espíritu de pantera indomable siempre y cuando haya un balón por el medio. El Madrid, a su vera, mantiene la esperanza.