Juan Carlos Pérez de la Fuente: «Emilia Pardo Bazán fue incómoda, no se calló ante nada»
El director de escena prepara el montaje de la versión teatral de ‘La gota de sangre’, novela de la escritora gallega
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Conocidas son, aunque no tan leídas como debería ser, ‘Los pazos de Ulloa’ y ‘La tribuna’, novelas de Emilia Pardo Bazán (La Coruña, 1851-Madrid, 1921). Pero la obra de la escritora gallega, de quien este año se cumple un siglo de su fallecimiento, ... es variada e infinita. E incluye verdaderas joyas como la ‘nouvelle’ ‘La gota de sangre’. Precisamente esta es la que Juan Carlos Pérez de la Fuente llevará a escena, en versión adaptada a las tablas a cargo del dramaturgo Ignacio García May. Un tándem perfecto que ya dio cumplida cuenta de su fructífera colaboración en ‘Torquemada’, de Pérez Galdós, extraordinario montaje que se recuperará en la próxima temporada. De ‘La gota de sangre’ podremos disfrutar en los madrileños Teatros del Canal a partir del próximo 3 de diciembre. Pérez de la Fuente, que tiene en su haber una brillante trayectoria, está inmerso en la preparación de un proyecto que le apasiona muy especialmente.
¿Por qué ‘La gota de sangre’?
Creo que en la conmemoración de un centenario sobre todo hay que descubrir nuevas facetas del autor. La puesta en escena de ‘Torquemada’ en el Año Galdós, me motivó a acercarme más a doña Emilia, y me encontré con una prodigiosa cuentista, con maravillosos y muy actuales relatos como, entre muchos otros, ‘El encaje roto’, sobre los malos tratos, y con la novela corta ‘La gota de sangre’ con la que Pardo Bazán es la iniciadora del género policiaco en España. No lo dudé un instante y le planteé a la Comunidad de Madrid, y a su consejera de Cultura, Marta Rivera de la Cruz -a quien agradezco mucho su buena acogida a la propuesta-, que había que subirla a las tablas.
Madrid tiene un gran protagonismo en esta obra...
En efecto, la capital de España es en ella un personaje más, y así lo reflejamos en nuestro montaje, donde, por ejemplo, aparece el carismático Teatro Apolo. Publicada en 1911, es el momento de la gran transformación de Madrid, que está creciendo -construcción de la Gran Vía...-, y saliendo de un casticismo ramplón para convertirse en una metrópoli moderna, algo que le interesaba mucho a doña Emilia.
«Frente a Sherlock Holmes, doña Emilia crea a au singular detective Ignacio Selva»
Y le da una vuelta de tuerca a Sherlock Holmes...
Pardo Bazán era lectora de Conan Doyle, pero consideraba que sus novelas eran un tanto superficiales y su célebre detective bastante antipático, un sabelotodo. Frente al inquillino de 21B Baker Street, crea a Ignacio Selva -que tras ‘La gota de sangre’ volverá a aparecer en ‘Selva’-, muy diferente. Es un diletante, un joven depresivo, que va al psiquiatra, y por azares del destino se ve envuelto en un crimen y decide ejercer de detective. Aunque, por supuesto, hay intriga y misterio y un toque de humor, a doña Emilia más que desenmascarar al asesino, le atraía indagar en los motivos que arrastran a un ser humano a matar, la exploración de la psicología criminal. Y así lo hace en ‘La gota de sangre’.
Pardo Bazán fue una gran adelantada a su tiempo...
Sí, en su obra y en su vida. Era cultísima, tenía hambre y sed de conocimiento. Políglota, europeísta, introdujo el naturalismo en nuestro país, sin olvidar darle un sello autóctono, y a grandes dramaturgos como Ibsen. Fue la primera mujer en ocupar una cátedra, y con ‘La gota de sangre’ también fue la primera que escribió una novela policiaca. Agatha Christie publicó su primer título bastantes años después. En un tiempo en que era inusual, se separó de su marido, quien no veía con buenos ojos su actividad intelectual y literaria. Con Pérz Galdós mantuvo una relación de tú a tú y mutuo respeto y admiración. Y no digamos en el terreno de la lucha por los derechos de las mujeres, donde batalló sin descanso.
¿Se la valora como merece?
Al llevarla a escena quiero rendirle homenaje y nunca tendríamos que olvidar que el mejor reconocimiento para cualquier autor es leer su obra. A doña Emilia se le deben muchas disculpas. Es la mujer de quien más caricaturas se hicieron, se mofaron de ella, se le negó la entrada en la RAE a pesar de tener méritos de sobra, recibió insultos, desde marimacho hasta puta, y en muchos casos proferidos por la elite cultural. El machismo se cebó con ella. Era una mujer incómoda, pues no se calló ante nada. En su centenario, teatros, instituciones, centros educativos... deberían volcarse en doña Emilia.
¿Qué pensaría de la España de hoy?
Diría que en los cien años desde su partida, casi no ha cambiado nada. Le seguiría doliendo España. Por ejemplo, le resultaría sangrante que los políticos no lleguen a un gran pacto de Estado por la educación, un asunto que le preocupaba enormente, y condenaría la manipulación de la Historia de la que han de ocuparse los historiadores y no los políticos.
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