Ni 'Nerón' ni 'César': hallan dos nuevos grafitos en Álava con «claros indicios» de falsificación
Procedentes del yacimiento de Las Ermitas, en Valdegovía, fueron confiscados a los condenados por la estafa de Iruña Veleia
Recuperado en Nueva York un medallón visigodo buscado desde hace casi dos décadas

La sombra de las falsificaciones de Iruña Veleia es alargada. Cinco años después de que el arqueólogo Eliseo Gil, responsable de Lurmen S.L., fuera condenado junto a otros de sus colaboradores por haber falseado unos grafitos procedentes de este yacimiento arqueológico alavés, el Gobierno Vasco ha informado a la Ertzaintza del hallazgo de dos nuevos grafitos sobre cerámicas romanas «con claros indicios de manipulación humana en el presente» en el conjunto de materiales confiscados a esta misma empresa.
«Son dos grafitos con las palabras 'Neron' y 'Cesar' realizadas en piezas cerámicas y corresponden al yacimiento de Las Ermitas ubicado en Espejo (Valdegovía)», ha informado Urkiri Salaberria, directora de Patrimonio Cultural del Gobierno vasco. El Ejecutivo indica en una nota que «no sólo la grafía no parece antigua y alguna letra cortaba a la tierra adherida con el paso del tiempo, sino que, además, en latín, ambos nombres se escribían 'NERO' y 'CAESAR' respectivamente».
Los responsables de Lurmen guardaban este material en las instalaciones de Iruña-Veleia cuando saltó el caso del fraude y, desde entonces, se había conservado archivado en el Museo de Arqueología de Álava–BIBAT y no había sido revisado hasta ahora.

Una investigación sobre 'grafitos procedentes de contextos rurales y/o tardorromanos' impulsada por el departamento de Cultura y Política Lingüística, en colaboración con el Museo de Arqueología detectó las presuntas falsificaciones. Javier Niso y Miguel Loza, de la empresa Iterbide SC, sospecharon de los dos grafitos de 'Nerón' y 'Cesar' el pasado 19 de marzo al revisar materiales cerámicos, reexaminando exhaustivamente cada caja del yacimiento de Las Ermitas con el fin de fotografiar y catalogar los grafitos existentes.
Según explica Loza, ya habían consultado las colecciones de Félix Murga, el descubridor del yacimiento, sin hallar ninguna anomalía, y procedieron a estudiar las procedentes de las excavaciones dirigidas por Idoia Filloy, de Lurmen. Solo encontraran tres cajas y «era muy llamativo porque eran muy pocas cerámicas» para los trabajos que se efectuaron, así que preguntaron al Museo de Arqueología. La institución vio entonces que en el material incautado por el caso de Iruña Veleia había más de Las Ermitas. La mayoría de las cajas contenía cerámicas ya inventariadas «y los grafitos eran buenos», pero al llegar a una bolsa con materiales de prospección, que «no estaba tratada como el resto», se toparon con las dos piezas manipuladas.
Para el arqueólogo, se trata de una falsificación «muy burda» que «por todos lados chirría» porque en este tipo de piezas se encuentran con los nombres de sus propietarios, nunca con los de emperadores. Las grafías «tampoco cuadran», están mal escritas «como suenan los nombres en el siglo XXI, no en época clásica», «con trazos que rompen la pátina de tierra» depositada después, y centrados en el fragmento, algo del todo inusual.
«No son grafitos originales», sostiene Loza, que teme que pueda haber más. Aún faltan cajas de Las Ermitas por examinar en el museo y «es posible que queden más falsos» de Lurmen de este y otros yacimientos en los que trabajaron, admite esperanzado en que «solo contaminaran esa bolsa». Junto a Nizo, ha examinado ya todos los grafitos de Iruña Veleia y no han encontrado más falsos. Estos casos se dieron «en un periodo muy concreto, con piezas muy concretas que no habían sido catalogadas», dice.
Tanto el Gobierno Vasco como Diputación Foral de Álava afirman «haber actuado con rigor, transparencia y celeridad» ya que, dicen, han acudido a la Ertzaintza en cuanto han conocido este nuevo ejemplo de «mala praxis».
De confirmarse, admiten que «se trataría de una mala noticia no tanto por el volumen del material falsificado sino por el daño reputacional al patrimonio arqueológico alavés», pero sostienen que las falsificaciones son «casos estadísticamente anecdóticos» en Álava, «un territorio en el que existen más de 3.000 yacimientos arqueológicos».
Las instituciones subrayan su papel como impulsoras de la investigación y señalan que lo quieren poner en conocimiento de la ciudadanía para que, «más allá de su recorrido judicial, sirva de pedagogía de la importancia del respeto arqueológico y patrimonial».
Desde el Instituto Alavés de Arqueología, su presidente Rafael Varón ha mostrado su «tristeza por las nuevas noticias relacionadas con manipulaciones fraudulentas de materiales arqueológicos». «Esperamos que actuaciones así no se vuelvan a producir» y «manifestamos nuestro apoyo a aquellas personas que practican la Arqueología en el territorio histórico de Álava en sus distintas vertientes: sabemos que lo hacen desde la profesionalidad, la honestidad y parámetros científicos adecuados», ha señalado a ABC.
«Extraordinarios», pero falsos
En 2020 el Juzgado de lo Penal número 1 de Vitoria condenó al arqueólogo Eliseo Gil, administrador de Lurmen S.L. y antiguo director del yacimiento de Iruña Veleia, a dos años y tres meses de prisión por un delito continuado de estafa y otro de falsedad documental. El tribunal consideró probado que entre 2005 y 2006, Eliseo Gil, «bien por sí o bien por medio de terceras personas» realizó «incisiones» en 36 piezas arqueológicas tardo-romanas auténticas de cerámica «con la intención de dotar a los hallazgos de yacimiento de un pretendido valor histórico-cultural-religioso que no tenían».
Gil anunció que su equipo había dado con unas piezas de arcilla del siglo III que representaban un calvario y que contenían referencias jeroglíficas egipcias y signos de euskera
Las falsas inscripciones que se trazaron sobre las piezas de arcilla del siglo III, IV y V contenían los supuestos primeros signos en euskera, jeroglíficos y un calvario, que pretendía adelantar la entrada del cristianismo a la península. Ninguna de estas inscripciones «habían sido vistas en el momento de su hallazgo en la excavación», recalcaba el fallo, que también condenaba a otros colaboradores de Gil que elaboraron los informes que avalaban la autenticidad de los hallazgos o admitieron haber hecho una inscripción con un punzón en una pieza a modo de «broma».
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