Los insólitos 80 de Julio Iglesias, el astro latino que devoró la canción romántica y conquistó el mundo
El cantante, que no actúa en directo desde diciembre de 2019, celebra su cumpleaños en su «pequeño tiempo de soledad» mientras asegura estar escribiendo sus memorias
Julio Iglesias el Conquistador: así fue la primera gran gesta del pop español en Estados Unidos

Ah, los felices 80. Los nuevos 60. Paul McCartney, todo pelazo y vigor sobrehumano, deslumbró en Glastonbury con un apabullante concierto de tres horas. Mick Jagger, Fausto vitalicio, se fue de juerga con Lenny Kravitz y Leonardo DiCaprio y anda la mar ... de ocupado preparando su tercera boda y el lanzamiento del nuevo disco de los Rolling Stones. ¿Y nuestro Rey Sol? ¿Qué hay del mayor astro latino de todos los tiempos? ¿Cómo celebrará sus primeros ochenta Julio Iglesias? Los cuarenta le pillaron en plena conquista americana; a los cincuenta llegó gritando extasiado aquello de «cuando salgáis de aquí, vais a ir todos corriendo a hacer el amor» durante un concierto en el Monte do Gozo; y los sesenta fueron los días del sutil, sutilísimo, 'Divorcio'.
¿Los setenta? Poca cosa: sólo el récord mundial al artista latino que más discos había vendido en el mundo, su primera gira por China en 18 años, y su viralización como padre de todos los memes. El mes de Julio, todos los días del año. Para los ochenta, cifra redonda y abultada a la que Julio Iglesias llega este 23 de septiembre, se especuló con un gran concierto en el nuevo Bernabéu, reflejo de aquella colosal actuación de 'reverb' desmadrado, moreno radiactivo y formidable chaqueta de béisbol con la que cerró su gira española de 1983 en el estadio del Real Madrid, pero a la hora de la verdad todo ha quedado en nada. Ni fiesta, ni concierto, ni celebración de altura. Una carta a la revista '¡Hola!' en la que resume su vida en formato haiku («no nací para ser cantante; en realidad no sé para qué nací»), un par de documentales en TVE y Telecinco, un vídeo 'sorpresa' realizado por Richy Castellanos y con felicitaciones de 450 artistas famosos de España, América y Europa, y se acabó. Fuera de foco, lejos de casi todo, Julio Iglesias cumple ochenta años de una manera insólita: en silencio, con absoluta discreción. Se olvidó de vivir y también de celebrar.
Él, que llegó a fantasear con la vida extraterrestre sólo para poder ofrecer un concierto en otro lugar de la galaxia; el mismo que nunca tenía suficiente («siempre quería más: más amor, más casas, más discos, más éxito», leemos en 'Hey! Julio Iglesias y la conquista de América', de Hans Laguna) y que llegó a decir que actuaría debajo del mar «si los peces aplaudiesen», ha hecho voto de silencio. O casi. «Estoy muy preocupado por todo lo que causa el haber elegido un pequeño tiempo de soledad», escribió en mayo de este mismo año después de que se empezase a achacar su reclusión voluntaria, ese borrarse del mapa durante una temporada, a graves problemas de salud. «Vuelvo a leer por todos los sitios, que estoy en una silla de ruedas, con la mente perdida y que ni siquiera recuerdo mis canciones. Cómo se puede ser tan mal intencionado y acumular tanta maldad», lamentaba el cantante madrileño.
Vivir en el escenario
Atrás quedan los más de 300 millones de discos vendidos en todo el mundo, gestas históricas como cantar con Frank Sinatra, tocar con los Beach Boys y codearse con Michael Jackson y un insuperable legado como Thanos de la música latina. De Madrid al mundo pasando por las Bahamas. «Yo empecé cantando muy mal, era un mal cantante, y no hace falta que me diga la gente ‘no, no, eras muy bueno’; cuando me lo dicen, yo entonces me insulto más a mí mismo –recordaba Iglesias en 2017–. Pero he cantado con todos: de Stevie Wonder a Sting, de Sinatra a Plácido, los clásicos al rock, todos los de Europa, como Johnny Hallyday, Michel Sardou, Andrea Bocelli…».
Una alineación estelar y sin embargo, fácilmente opacada por las correrías extramusicales de Julio. «Su personaje de latin lover ha alimentado durante décadas las fantasías de mujeres de todo el planeta, pero no existe ningún ensayo que analice a JI como fenómeno cultural», resume Laguna en su magnífico ensayo. Porque Iglesias, además de lúbrico vocero, fue también galán de noche (y de día). El Sinatra español, abriendo camino a todos los que vendrían después y coronándose como la mayor superestrella del pop latino y el primer artista no anglosajón en hacer las Américas.
Todo eso, sin embargo, empieza a quedar ya muy lejos. En 2011 se despidió de la «vida pública»; en 2019 no acudió a la gala organizada en Los Ángeles para entregarle el Grammy honorífico como reconocimiento a toda su carrera; y en el verano pandémico de 2020 canceló la gira española que había anunciado a principios de ese mismo año y con la que quería celebrar su 50 aniversario en la música. «Mi vida ahora mismo es aburrida, no tengo mucha capacidad creativa. Leo y me preocupo mucho sobre la situación que vivimos», dijo entonces un artista que aseguraba estar «escondido» por pánico al coronavirus». «El escenario es donde yo vivo; en estos momentos estoy sobreviviendo, por eso lo echo mucho de menos«, deploró.
Antes de eso, goteo y dosificación. Julio en fascículos y por entregas. En 2015 anunció que abandonaba los estudios de grabación («el estudio es muy complicado para el artista«, dijo) y acto seguido se desdijo («no entiendo mi vida sin el estudio de grabación», rectificó); en 2017 publicó su último disco,'Mexico & Amigos', junto a Joaquín Sabina, Andrés Calamaro, Juan Luis Guerra y Luis Miguel, entre otros; y en diciembre de 2019 ofreció en Boston el que, aún hoy, sigue siendo su último concierto. «Una velada pasada de moda pero conmovedora con el gran cantante latino», resumió el 'Daily Telegraph' cuando Iglesias actuó, pocas semanas antes, en el Royal Albert Hall londinense.

En España, su rastro se pierde incluso antes y desde agosto de 2016, cuando actuó en Cambrils (Tarragona), no ha vuelto a cantar en el país. Sus redes sociales tampoco dan demasiadas pistas: apenas una docena de tuits (o como se llamen ahora) en los últimos tres años y un alarmante reguero de pésames y despedidas. Carlos Marín (Il Divo), Tomás Muñoz, Jesús Quintero, Amancio Amaro y la semana pasada, hace un suspiro, Pepe Domingo Castaño, el último que le arrancó una entrevista en directo hace un par de años en la COPE. Un tanatorio virtual en el que Iglesias lleva meses enterrando a queridos amigos y tomándole la medida a la eternidad. En su web personal, la cosa no mejora y la última 'novedad' a la que hace referencia al Grammy honorífico. Sí, el que le concedieron en 2019.
Haciendo memoria(s)
Así que la vida sigue igual, sí, pero no para él. Las obras quedan y, en efecto, las gentes se van. ¿A dónde? A saber. A Punta Cana. A las Bahamas. A Indian Creek. Por ahí andará Julio, supernova en cuarto menguante, soplando velas sin que nadie se entere y esquivando los focos desde su «pequeño tiempo de soledad». Un periodo de reflexión que, asegura, ha aprovechado para hacer memoria y empezar a escribir una suerte de autobiografía. ¿Resumen editorial? «Me va la vida, me va la gente de aquí y de allá / Me va la fiesta, la madrugada, me va el cantar». «Por fin estoy empezando a escribir mis memorias. Ojalá que no pare, y sin darme cuenta, vaya poco a poco llenándome de nostalgias. Siempre me digo que la nostalgia es un poco dar marcha atrás, sin embargo sin dar marcha atrás no puedes escribir tu vida», anunció el cantante en marzo de 2023.
En realidad, ese proyecto memorialístico viene de lejos y ya hace años que Iglesias habla de él en entrevistas y ruedas de prensa. «Estoy semipreparando un libro, un libro largo, para contar lo que las demás gentes vayan a contar mal», anunciaba en verano de 2017. «Es la edad y el momento justos. La memoria no me falla aún y tengo gente que me va a ayudar, a un buen escritor norteamericano y otro hispano, para que no se me escape nada. He prometido no decir quiénes son», añadía el cantante.
Ahí estarán, seguro, la risa y el llanto, dos emociones que juntas «son en realidad la propia vida» y que Iglesias ha exprimido a conciencia. «Primero, jugué en el Real Madrid, el equipo de mi vida, al mismo tiempo que estudiaba Derecho en la universidad; después, casi me muero, pero volví a vivir; después, una guitarra cambió mi vida para siempre y empecé a cantar, por cierto, no muy bien, y también empecé a escribir canciones», resumía el propio artista esta misma semana en su carta a '¡Hola!'.
Será entonces momento de hablar de los casi 70 álbumes publicados, las canciones en seis idiomas diferentes y el impacto de un artista que nació para echar balones fuera y acabó comiéndose la canción romántica a bocados. Quizá se deja para el libro otros asuntos como su convulsa vida amorosa, el Disco de Diamante, esa fortuna valorada en 800 millones de euros, su devoción por Frank Sinatra, su particular concepción del directo («el concierto para mí es una forma de hacer el amor con las gentes sin quedar embarazado», defendía) y, en fin, una vida de película con espontáneos inesperados como Javier Sánchez Santos, embarcado desde hace décadas en una odisea judicial para que se le reconozca como hijo del cantante. Una vida apasionante y apasionada en la que el personaje ha acabado por engullir al artista.
Con todo ahí sigue, tras los pasos de su admirado Charles Aznavour y quién saber si preparando esa gira de nunca acabar en la que decía querer embarcarse no hace mucho . «Cada vez que leo cómo estoy me asusto porque como me han matado 15 o 20 veces, no sé cómo sobrevivo. Estoy, como diría un buen gallego, del carajo. Fíjate si estoy bien que voy a empezar a cantar dentro de tres o cuatro meses, si Dios quiere. O sea que estoy perfecto», decía en enero de 2022. Hace más de un año y medio. Seguiremos esperando.
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