CENTENARIO FRANCISCO NIEVA
Francisco Nieva, políticamente incorrecto
Libros / Teatro
Acaba de cumplirse el centenario del nacimiento del gran dramaturgo y escenógrafo. Pedro Víllora, editor de su 'Teatro furioso', desvela a ABC las claves de un autor a la altura de Valle-Inclán y Federico García Lorca
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A finales de 2024 se cumplieron los cien años del nacimiento de Francisco Nieva. ¿Se recordó el aniversario como merece una figura de su talla? El dramaturgo y docente Pedro Víllora, que ha publicado una edición de su ‘Teatro furioso’ (Punto de Vista, ... 512 páginas; 39,90 euros), señala: «Ha tenido repercusión, se le han reeditado algunos libros, se hizo un ‘Imprescindibles’, en la 2 de Televisión Española. Sin embargo, creo que no ha sido suficiente. Sobre todo, se echa en falta su representación en los escenarios, recuperar piezas o estrenar alguna que nunca se llevó a las tablas. Resulta especialmente lamentable queen los teatros públicos no se programe. Los teatros públicos están estrenando a autores vivos y muy jóvenes muchos de ellos, algunos alumnos míos, lo que me agrada».
Pero, recalca, «eso no implica que se pueda prescindir de una labor fundamental que han de realizar: el mantenimiento del patrimonio cultural, dando así un servicio a la ciudadanía. Y, sin duda, Paco Nieva es uno de los mayores patrimonios culturales del teatro español, uno de los poquísimos dramaturgos de nuestro teatro comparable a Federico García Lorca, Valle-Inclán, Antonio Buero Vallejo. Está en ese nivel. Por otro lado, parece olvidarse su importantísima vertiente plástica, como pintor [nos muestra con orgullo un cuadro de Nieva que preside el salón de su casa, repleta de libros y que es un auténtico museo, incluyendo un precioso biombo de Vintín Cortezo, que perteneció a Altolaguirre] y escenógrafo. Con motivo del centenario, se debería haber hecho una gran exposición de Nieva».
Nacido en Valdepeñas, Ciudad Real, el 29 de diciembre de 1924, y fallecido en Madrid el 10 de noviembre de 2016, sus padres valoraban enormemente la cultura, e inculcaron a sus hijos el hábito de la lectura y el gusto por la escena. Instalada su familia en Madrid, en 1945, estudió pintura en la Real Academia Española de Bellas Artes y entró en contacto con artistas y escritores de la época, en especial con el movimiento postista. Luego, entre 1953 y 1963, se estableció en París, codeándose con lo más renovador de su literatura y arte, y pasó un tiempo en Venecia, para recalar definitivamente en la capital de España en 1964, aunque sin renunciar a estancias en ciudades como Roma y Berlín.
«Vivimos una polarización muy anticultural. La gran cultura no es de derechas ni de izquierdas»
Pedro Víllora destaca lo maravillosas que son sus memorias, ‘Las cosas como fueron’ (2002): «Sería necesario que se reeditasen de manera más accesible que en sus ‘Obras completas’, pues, además de hablarnos de sí mismo, nos sumerge en un panorama que ya no existe y lo hace desde el punto de vista del grandísimo contador de historias y de la suya propia, que fue. Lo que hace en el teatro de forma dialogada, lo realiza narrativamente en sus novelas y memorias, por lo que yo soy muy fan también de su faceta narrativa. En sus memorias, describe a la perfección el París de la década de los años cincuenta del pasado siglo, cuando era la meca cultural de Europa, y el Madrid de los cuarenta, dando una imagen más allá de la habitual, en la que prevalece la grisura. Por muy gris que fuera el ambiente, no significa que muchas personas no quisieran llenarlo de color. Así, somos testigos de un Madrid de jóvenes escritores, pintores, artistas..., donde no escaseaban las revistas culturales, las escuelas de arte…».
Francisco Nieva comenzó su trayectoria profesional como escenógrafo, de la mano del director de escena José Luis Alonso Mañés, con quien colabora en el madrileño Teatro María Guerrero para después combinar esta actividad con la escritura teatral, algún trabajo teórico —Víllora apunta que están repletos de valiosas reflexiones; su edición de ‘Teatro furioso’ la cierran algunos textos teóricos— y, en sus últimos años, con la novelística. El propio Nieva divide su producción fundamentalmente en dos grupos: Teatro furioso y Teatro de farsa y calamidad, y explica que el primero es de «protesta y rebeldía, de ruptura de cánones y desinhibida sexualidad».
Incluye once piezas, que son las que se recogen en el volumen publicado por Punto de Vista: ‘Pelo de tormenta’, ‘Nosferatu’, ‘Es bueno no tener cabeza’, ‘La carroza de plomo candente’, ‘El combate de Ópalos y Tasia’, ‘Los españoles bajo tierra’, ‘El fandango asombroso’, ‘El rayo colgado y peste de loco amor’, ‘La Magosta’, ‘El paño de injurias’ y ‘Coronada y el toro’. Víllora no duda en afirmar que «es la mejor entrada que pueda haber al extraordinario universo literario y artístico de Francisco Nieva. Son obras escritas en su mayoría en la primera parte de su carrera como escritor (los años sesenta y setenta), cuando no sentía la presión del estreno comercial y apenas si se planteaba su publicación por la imposibilidad de sortear la censura y trabas de la época. Y de ahí que se permita escribir con absoluta libertad».
«En la actualidad, Francisco Nieva continúa siendo un autor incómodo para todos»
¿Qué obra de su ‘Teatro furioso’ podría destacarse? «‘Pelo de tormenta’ —comenta Víllora— es la pieza ideal. Vemos un mundo que se enfrenta al poder y en el que los deseos insatisfechos emanan del suelo en forma de monstruos. Y desde el campo social, político, cultural, religioso todos están haciendo constantemente el mal, aunque pretendan que está haciendo el bien». Y añade: «El teatro de Nieva no es realista, pero tampoco está alejado de la realidad. Coge la realidad y la distorsiona. Igual que Valle la retuerce con el esperpento, hace una suerte de esperpento que es el mundo furioso, aunque no es un seguidor de Valle, si bien le adoraba, igual que a García Lorca. Presenta un lenguaje poético formidable, con grandes hallazgos lingüísticos». Sobre 'Pelo de tormenta' aseguró Nieva: «Tanto ella como 'Nosferatu', sintetizan en su conjunto el resto de mi obra dramática, sus intenciones, su clima verbal, sus temas y obsesiones. Luego vinieron desarrollos y variaciones sin cuento, pero todo ello se debe a la manifestación germinal de la presente obra».
Por otro lado, Pedro Víllora certifica: «En los referentes de Nieva, hay uno que se menciona poco, que es Carlos Arniches. Paco es un amante del universo de Arniches y por extensión del género chico. No por azar su discurso de ingreso en la Real Academia Española se titula ‘Esencia y paradigma del género chico’. Arniches inventa un mundo, tiene la capacidad de inventarse un lenguaje, unos personajes de un Madrid que no existe y hacer que la realidad se parezca a su teatro. A Nieva le interesa mucho porque es un universo que deriva hacia la farsa, la exageración, la grandilocuencia rota con rasgos de humor. No olvidemos que el humor desempeña un papel esencial en buena parte de su teatro».
Terreno de nadie
¿Cómo vemos hoy a Francisco Nieva? Víllora lo tiene claro: «Creo que en buena medida sigue siendo demasiado clásico para algunas izquierdas y demasiado provocador para algunas derechas. Está un poco en un terreno de nadie porque políticamente vivimos una polarización muy anticultural. La gran cultura no es ni de derechas ni de izquierdas. Alguien como Nieva está por encima de las divisiones políticas, ideológicas. Algo terrible que nos ha traído el siglo XXI es la necesidad de posicionarte ideológicamente. Te ponen un marchamo y te acompaña hasta que te mueras o incluso después. Y a Paco la reducción a identidades se le queda muy corta. Está por encima de divisiones de todo tipo. Paco acepta muy bien sus contradicciones porque son las que todos tenemos en nuestro interior aunque no las queramos reconocer».
Agrega: «Es políticamente incorrecto, ha sido incómodo para todos, y en buena medida lo sigue siendo. Fue un autor antifranquista en el franquismo, pero eso no significa que haya militado en el antifranquismo. Ha incordiado siempre a aquellos que creían tener la razón. Y todos en la política creen que tienen la razón, y él hace ver que no. Las personas somos más complejas y no se puede hacer una división entre buenos y malos. A Arrabal y a Lorca les ocurre lo mismo. Se puede vender un García Lorca muy izquierdista pero no quiere decir que lo haya sido siempre».
«En sus referentes, se menciona muy poco a Arniches, que le interesó muchísimo»
A lo largo de su trayectoria, Francisco Nieva también llevó a cabo varias adaptaciones, como, entre otras, de ‘Casandra’, de Pérez Galdós; de ‘El desdén con el desdén’, de Agustín Moreto; o de ‘La paz’, de Aristófanes, que pudo verse en último Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida.
Igualmente, Pedro Víllora se dedica a este cometido, en el que acaba de publicar ‘Reescrituras’ (Punto de Vista, 512 páginas; 32 euros), donde adapta obras teatrales, novelas y cuentos: ‘La viuda valenciana’, de Lope de Vega; ‘Tartufo’, de Molière; ‘Un sabio’, de Maupassant; ‘Insolación’, de doña Emilia Pardo Bazán... Sobre esta labor afirma: «En ‘Reescrituras’ me di cabal cuenta de que los autores no escriben desde la nada, sino que el gran teatro proviene de un teatro anterior, de literatura anterior. Los dramaturgos griegos rescatan a Homero para hacerlo de otra manera. Ser muy conscientes de que el arte proviene de otro arte es una gran cura de humildad. Y significa también admirar, para mí la admiración es fundamental. Hay grandes maestros de los que me nutro».
¿Sigue algún método? «Pensar —manifiesta Víllora— que cuando hago teatro estoy haciendo un teatro contemporáneo. Mi obligación es servir al público de hoy, al que me dirijo. No puedo proponer un espectáculo anticuado, pero tengo también muy presente mi deuda con los autores. Intento ser un puente entre el autor original y el espectador de hoy. No tiene sentido que hagamos un ‘Tartufo’ como en el siglo XVII. Pero es bueno que el público comprenda que en las obras ‘antiguas’ hay cosas que le afectan. Me gusta adaptar, tiene algo de ser un divulgador».
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