El Cinema Paradiso de Carlos Mir
En 'Los cines de mi vida', el periodista cinematográfico hace memoria de la cartelera barcelonesa como crónica sentimental
Entre los años cincuenta y setenta Barcelona contaba con un centenar de cines: los de barrio (programa doble) y los de estreno
El cierre de las salas de cine: cuando ni Hollywood consigue que ganen los buenos
Colas para el estreno de 'Burlando la ley', de Howard W. Koch y Edmond O'Brien. 1954. Autor:
Terenci Moix contaba en 'El peso de la paja' que su madre comenzó a romper aguas en el cine Hora del Paralelo mientras proyectaban 'Luz de gas', primera versión británica de aquella trama de misterio con Anton Walbrook y Diana Wynyard. Tras ... salir pintando de la sala, el alumbramiento tuvo lugar en la Granja Gavá, la lechería y hogar de la familia Moix-Meseguer en la calle Ponent (hoy Joaquín Costa). La madre de Carlos Mir Andreu (Barcelona, 1948) también rompió aguas en un cine, el Astoria, justo cuando 'El solterón y la menor', comedia con Cary Grant y Shirley Temple, ponía el rótulo de The End.
A Moix y Mir les marcó la cinefilia. El autor de 'El día que murió Marilyn' se refería así al periodista cinematográfico: «Habiendo especialistas, yo me limito a ser, como Carlos Mir, el corazón del cinéfilo. Y ya se sabe que este corazón tiene sus razones que ninguna otra razón comprende jamás».
Las razones para entender la vida de Mir se despliegan por la cartografía, hoy fantasmal, de los cines de Barcelona reconstruida, a modo de crónica sentimental, en 'Los cines de mi vida' (Comanegra): «A partir de los cinco años ya me empezaron a llevar al cine habitualmente, ¿o quizá fue antes? A partir de los siete, tres películas semanales era lo habitual: el programa doble de los jueves en los cines del barrio y la película de estreno de los domingos».
La pregunta ritual del padre a la madre y los dos hermanos de la familia Mir-Andreu acerca del ocio dominical no contemplaba otra opción que ir al cine: «¿Qué película iremos a ver?» Algún domingo llegaron a ser tres las películas, en sesiones de mañana, tarde y noche. Entre los años cincuenta y setenta Barcelona contaba con un centenar de cines: la cartelera se ordenaba entre los cines de barrio (programa doble) y los de estreno a los que se añadieron, a partir de mediados los sesenta, las salas de arte y ensayo.
Vestíbulo del cine Florida Cinerama en el estreno de 'El fabuloso mundo del circo'
Mir recorre en un orden alfabético aderezado con anécdotas personales aquellos cines de su vida. El Montecarlo, cuando el estreno de 'El último cuplé', con Sara Montiel. Aquella película «que ninguna sala quería estrenar» estuvo cuatro meses en cartel: «Yo no la podía ver porque tenía nueve años, pero ya la vería en Sitges en verano», recuerda. El Windsor Palace de Diagonal era casi una prolongación del salón familiar: «Pasamos varios fines de año en la sala, mis padres y yo. En la entrada te daban una bolsita con las doce uvas y a las doce menos cinco se paraba la proyección, se encendían las luces y una diapositiva con un reloj aparecía en la pantalla…» Cines de atmósfera subterránea como el Avenida de la Luz donde el Mir niño se entusiasmó con 'Garbancito de la Mancha' y '20.000 leguas de viaje submarino', inolvidable versión de Richard Fleischer: «Yo tendría seis o siete años… Se convirtió en mi película favorita, de regreso en el tren de Sarrià me situé en la parte posterior del último vagón y mirando la vía me transformé en el capitán Nemo al mando del Nautilus». El Avenida de la Luz acabaría sus días como sala X al igual que el Diorama, el Castilla, el Latino o el Roma.
Estrenos de impacto
Mir vio en el Aribau 'La semilla del diablo' de Polanski, la película que le dio más miedo de toda su vida. En el Florida Cinerama contempló embobado con veintiún años el '2001' de Kubrick: «A la salida de la proyección nadie hablaba, nadie se atrevía a decir que era un tostón, porque en realidad les había gustado, aunque no hubieran entendido nada. Yo era uno de ellos, claro». Aquellos estrenos impactantes del Novedades: 'El último tango en París' y 'Blade Runner'. O los cines del Círculo A que programaba Jaume Figueras: Arcadia, Alexis, Arkadin… Las salas de repertorio como el Maldà -todavía vivo-, el Spring o el Céntrico.
Confiesa Mir que su pasión por el cine menguó al final de siglo XX, aunque siguió viendo películas por obligación profesional. De ahí que su recorrido cinéfilo comprenda de los cincuenta a mitad de los setenta: «Después, los forzudos y las guerras galácticas invadirían Hollywood y el destape se adueñaría del cine español. A su vez, llegarían los publicistas con sus planos cortos, las películas de acción y violencia, el gore y los superhéroes», lamenta.
El cambio de hábitos lúdicos, las plataformas, los videojuegos convirtieron aquellas salas en un nomenclátor fantasmal. Mir las resucita al modo de un Cinema Paradiso barcelonés.