Kazuo Ishiguro: «Putin ha entendido que la economía es la debilidad del mundo occidental»
El ganador del premio Nobel de Literatura de 2017 presenta en el Festival de San Sebastián 'Living', cuyo guion escribió a partir de 'Vivir', de Kurosawa
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Resulta curioso cómo el griterío perenne de un festival de cine puede apagarse solo con la presencia de un guionista, hasta ayer la profesión más ignorada por estas latitudes. Pero es que quien apareció por San Sebastián no es un escritor cualquiera, sino el premio ... Nobel de Literatura de 2017. Kazuo Ishiguro aterrizó, habló y se marchó con la elegancia británica que esconde su nacionalidad y la mesura que se atribuye a su país de origen, Japón. Ni la inmensa agenda de entrevistas agrió el carácter de un hombre que, escondido bajo unas pequeñas gafas sin montura y una camiseta lisa, dispara respuestas como una metralleta que se encasquilla: lanza frases a toda velocidad para, de pronto, hacer una pausa brevísima, dos segundos en los que recarga su lengua con reflexiones que enseguida vuelve a soltar con una cadencia envidiable.
Está aquí para hablar de 'Living', película que ha escrito a partir de 'Vivir', un filme del maestro Kurosawa, en la que mantiene la estructura, la idea y hasta el parque infantil cuya construcción convierte en su 'leitmotiv' vital el protagonista, un gris y metódico funcionario que en el Londres de posguerra (la de Kurosawa era en Japón) descubre que la vida se le agota en unos meses.
—El filme es un pequeño cuento, un sencillo relato de un hombre bueno. ¿Aún queda hueco en el cine para personajes así?
—Todo tipo de persona puede ser el protagonista de una historia. Incluso si piensas en alguien malvado, en la ficción lo haces para encontrar algo que le haga humano. Eso es lo importante. La pregunta no es si el protagonista te gustaría en la vida real… Lo importante es que haya algo con lo que nos identifiquemos, que la persona sea real, no importa si es buena, cruel… A todos nos gustan las películas con protagonistas buenos y malos. 'Wild Bunch' es una de mis películas favoritas y los protagonistas son todos malísimos.
—La enfermedad hace que el protagonista «despierte»... ¿Cree que la sociedad va a despertar ante todos los momentos difíciles que tenemos por delante?
—Es muy difícil, por ejemplo, que la crisis climática consiga hacernos creer que es realmente urgente, inminente. Estamos como un enfermo terminal y no terminamos de reconocerlo. No es como el momento en el que el protagonista va al doctor y le anuncia los resultados y la inminencia de su futuro, ese momento no ha llegado para nosotros con la crisis climática.
—Pero estamos también en mitad de una guerra en Europa.
—Probablemente la guerra es otra cosa. Las guerras sí que advierten a la sociedad de que las cosas tienen que cambiar. Tanto 'Living' como la película de Kurosawa transcurren tras la Segunda Guerra Mundial, y creo que podemos estar de acuerdo en que después de la guerra Europa cambió para bien. La segunda mitad del siglo XX no tiene comparación con la primera. Y en Japón, igual.
—En sus historias siempre mira al futuro, aunque no es el caso de esta película… ¿Ve un futuro peor de lo que dejamos atrás?
—Depende... En el caso de la guerra actual, depende de si las democracias liberales occidentales pueden seguir resistiendo, seguir siendo fuertes. Putin ha entendido que la economía es su arma más poderosa y que esa es la debilidad del mundo occidental, del mundo liberal occidental, porque aquí hay una adoración por los beneficios, por el dinero. Es una buena prueba para ver si estamos preparados a sacrificar los beneficios y el crecimiento económico por nuestros valores, por nuestros principios.
—Eran tiempos más sencillos los de la película.
——Dudo que esa época, después de la Segunda Guerra Mundial, fuera más fácil. Hablamos de sociedades que fueron destrozadas, que sufrieron de una manera física y social la guerra. Una de las cosas que más admiro de esa generación es que logró reconstruir una sociedad mejor que la que había antes. No me refiero solo a la reconstrucción de los edificios, sino a crear una sociedad con mejores valores. La situación era muy difícil, muy compleja, no había dinero, la gente pasaba hambre, y es realmente difícil alcanzar un consenso político en esa circunstancia, pero como hablaba antes, algo como una guerra hace que las conciencias de la gente se unan. 'Living' habla de la carga que cae en la gente normal, que están expuestas a unos retos muy difíciles, porque se les exige reconstruir un país después de la guerra, y eso les supera. Pero la historia nos ha enseñado que tanto Japón como en la mayoría de Europa esa generación logró hacerlo. Y la segunda mitad del siglo XX fue milagrosamente mejor que el pasado.
—Ganó el premio Nobel y poco después, en 'XLSemanal', habló sobre la inteligencia artificial que empieza a escribir… ¿También puede pasar en el cine, veremos máquinas dirigiendo?
—No me preocupa en realidad cómo afectaría al cine o a la literatura. Igual que pasamos del celuloide al digital, del boli a los ordenadores, la inteligencia artificial puede resultar muy práctica, sobre todo en la edición. Lo que me preocupa de verdad es en otros aspectos: por ejemplo, si una IA crea una historia que conmueva a la gente, que les haga llorar, significa que también se le puede ocurrir crear una idea política que instigue a la gente a la destrucción. Y eso sí que sería una verdadera preocupación, porque podría ser también para manipular a un electorado. En el momento en que la IA sea capaz de usar la empatía o la emoción en una película, estaremos en peligro porque también se podrá usar en el ámbito político. Creo que la IA puede ser preocupante en muchos sentidos, pero cómo se utiliza en literatura es insignificante comparado con todo lo demás.
—Kurosawa, en su filme, pese a la oscuridad, buscaba una luz, una rendija. ¿Usted como escritor busca hacer lo mismo?
—Siempre es importante mantener la esperanza. El cine y la literatura tienen que protegerse del sentimentalismo. Estamos acostumbrados a ser muy críticos con la felicidad, con el optimismo… a veces criticamos películas por ser muy optimistas. Somos más permisivos con las partes oscuras, con los sentimientos negativos, como el pesimismo. Puedes hacer una película que tenga un efecto deprimente en los espectadores y eso se aplaude… El cine tiene que protegerse del pesimismo sin significado. Hace poco he estado en el jurado de Venecia y algunas de las películas que vi caían en esto, en manipular emocionalmente para llevarnos a la depresión. (se ríe, consciente de que ha dicho una travesura)
—Diga cuáles
—(Se recuesta en la silla riendo) No puedo decir el nombre de ninguna.
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—¿Conoció a Javier Marías, que estaba en las quinielas del Nobel que ganó?
—Me gustaba su trabajo, aunque no lo conocía en profundidad. Pero 'Corazón tan blanco' lo leí hace unos años y la encontré ciertamente interesante, y es una pena que haya muerto tan joven, es muy triste. Otro escritor en español que me gustaba mucho era Roberto Bolaño. Si hubiera vivido más hubiera tenido un reconocimiento internacional mayor, aunque esa fama no es siempre lo más importante.
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