El bable y la lengua de Trump
«También puede ser comparado con el presidente de EE.UU. quien muestre tal empeño en la oficialidad de algún idioma con algún fin político sin mencionar los costes»

En un país en el que hasta los Koldos más prosaicos saben latín, los exministros son expertos en romance y a todos les rentan las contabilidades alternativas y las condonaciones, resulta de lo más ingenuo y admirable que un poeta entre al Parlamento asturiano ... para hablar con emoción concentrada de valores democráticos, diversidad y entendimiento en un pentecostés autonómico.
Pero si de entender se trata, el director del Cervantes actúa en el límite de su competencia en apoyo no tanto del patrimonio lingüístico como de una decisión administrativa: la oficialidad del asturiano. El interés del Gobierno resuena en su retórica. Y como buen político de izquierdas alea valores y sueños ocultando los costes prosaicos.
La oficialidad del asturiano podría suponer 200 millones de euros, según un estudio del Principado dado a conocer en 2022. Y también la creación de 3.760 empleos impulsados por el gasto público (ya exigirán nivel C1 próximamente). Hay algo muy democrático en los detalles, más allá de cantar las etimologías latinas de una lengua tan querida.
En su comparecencia, el poeta criticó a Trump por su ataque al español tras la declaración, con fines políticos, del inglés como única lengua oficial en EE.UU. Esa defensa sí sería de su competencia. Para luchar contra Trump y el autoritarismo, aseguró en su alocución que hay que declarar oficial el bable. Y acusa de autoritario a quien dude o esté en contra de la medida. Pero también puede ser comparado con Trump quien muestre tal empeño en la oficialidad de algún idioma con algún fin político sin mencionar los costes. Y ese parece el caso, a título personal, del director del Cervantes.
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