España, entre los recuerdos de Umbral
Visitamos a la viuda del periodista y escritor en su dacha de Majadahonda. Habla de Cela, Delibes, Tierno Galván...
Umbral y el beso

Entro en la dacha de Majadahonda y me recibe María España Suárez, la mujer de Umbral. Me enseña la casa y curioseo en los dormitorios, las estanterías, las cajas de documentos, fotos… España ha fotografiado a todos los personajes de la Transición para 'Interviú' y ... otras revistas. Vive rodeada de recuerdos. Me cuenta que en una de las cajas del cuarto de la plancha aparecieron las cartas de Delibes.
—Delibes desde muy al principio adopta a Paco. Le invitó a escribir en su periódico, le ayudó a lanzarse. Cela es quien le promociona en Madrid, le edita sus primeras novelas. Cela y Delibes eran muy distintos.
Yo tengo entendido que Delibes era un borde importante con casi todo el mundo. Cela tenía mucha autoridad y decía unos tacos solemnes en el Ateneo. España me dice que Paco veía a las personas a través de un monóculo literario, desde la manera de definir la cabeza de Pepe Hierro, que era una descripción bellísima, hasta lo que escribió sobre Cela en 'Un cadáver exquisito'. De Cela aprende a hacer una escritura eficaz, consigue que las ideas, las imágenes y hasta las bofetadas lleguen al lector de una manera inmediata, caliente y viviente. A Cela, tan español, lo entenderían mejor en Francia. Aquí confundimos la literatura con el argumento.
—Marina Castaño se ha quejado de que Umbral no ha dejado en buen lugar a Cela. No sé dónde habrá visto ella eso, en el libro se trata a Cela con mucho afecto y mucho cariño.
—Ya ves.
España habla del combate umbraliano como espectadora impasible. Defiende a su difunto marido con cariño y a ratos sacando una espada de madera:
—Cuando a él no le gustaba un escritor, daba sus razones. Luego en persona se le notaba mucho si alguien no le caía bien. En cambio, se volcaba absolutamente con aquellos que él admiraba. Escribió mucho y de muchos. Me encontré el otro día una carta de Sabina quejándose de que no salía en las negritas de 'El País'. Las negritas fueron un fenómeno periodístico.
Pues ahí es nada, porque Umbral, Sabina y Almodóvar son los tres cronistas del Madrid de la movida. Le recuerdo a España que este año en ABC hemos sacado la exclusiva de la aparición de 'Días sin escuela', una novela que permaneció 50 años enterrada.
—A Paco le gustaba mucho el ABC porque… bueno claro, porque el ABC es el ABC. Qué bobada.
Se levanta y me enseña una fila de carpetas. Localizo en la estantería una copia del libro 'Memorias eróticas', y le pregunto cuánto había de ficción y de realidad en los relatos eróticos de Umbral…
—Él era muy aficionado a la gente joven y guapa, a la gente que no fuera corriente. Yo llegué a conocer a las dos mujeres que tuvieron una cosa así más seria. Demonio, una se empeñaba en que yo me enterara. Un día que yo entré en casa la vi sentada en el portal, y la invité a subir a casa porque según el portero llevaba ahí esperando todo el día.
—¿No cree que fue demasiado amable con ella?
—No. Yo llamé a su madre y le dije que si podía venir a recogerla y tal. Pero es lo que te digo, que ella se empeñaba y Paco no quería abrirle. Una cosa es tener un romance, pero ella quería llevarse a Paco.
—Tremendo.
—Mira, yo tengo una cosa muy clara: si Paco no se marchó es porque no quiso. Y al tiempo ya estaba que no sabía qué hacer para deshacerse de esa señorita y de la otra señorita y de alguna más.
—Ahora los matrimonios son más frágiles.
—Nos llevábamos muy bien y ninguno de los dos era violento. Yo me asombro de esas parejas de ahora que se tiran los platos a la cabeza.
—Me imagino que pudo ser duro ser la mujer de Paco Umbral.
—No. Paco siempre ha sido muy duro con gente que quería hacerle alguna faena, pero era un buen hombre y un gran amigo de sus amigos. Cela sí que era un hombre de trato difícil. También tenía muchos enemigos y por eso no pudo meter a Paco en la Academia. Demonio, esto es inconcebible. Paco fue original e inédito, y por eso no lo soportan.
—¿Y qué pinta en la Academia un hombre tan cachondo y genial como Paco?

Suena a lluvia torrencial. España tiene la cabeza en el pasado y los pies en la tierra. Le pregunto si a Paco le interesaba de verdad el mundo de la política y si fue siempre de izquierdas.
—Alguien llegó a decir que era una pena que Paco se hubiera hecho de derechas. No, Paco no se casaba con nadie, y la izquierda también fue cambiando. Le gustaba Mariano Rajoy, porque era un hombre culto y civilizado. ¿Por qué no iba a poder hablar bien de Mariano, lo mismo que de Ramoncín?
—Pues eso digo yo. Por cierto, llevamos aquí una hora y todavía no se ha hablado de la novela de Paco, 'Días sin escuela'. Y aquí hemos venido a hablar del libro.
—Yo pienso que quizás Paco no hubiera aceptado su publicación, porque es raro que no la hubiese reeditado él mismo. A lo mejor le hubiera hecho ilusión y a lo mejor no. Le hubiera hecho más ilusión ver publicada 'Carta a mi mujer'.
Hablamos de que los sordos tienen mala leche, y de que la sordera pudo afectar en el carácter de Paco.
—Él tenia mal carácter con la gente que no le caía bien o que no le decía nada. Con la gente banal, corriente. Hemos tenido amigos muy excepcionales, como Tierno Galván, el Padre Llanos, Ramoncín o Carmen Díez de Rivera, que era una mujer bellísima…
—Claro, ese trío genial, Paco, Carmen y el cura Llanos. Todos olvidados menos Paco.
—En ese sentido no me puedo quejar, Paco sigue siendo un fenómeno literario. El propio Cela, habiendo sido premio Nobel, no tiene la misma repercusión en la actualidad. De Vargas Llosa se habla mucho, pero porque ha estado con la Preysler. Ya no se habla mucho de la vida literaria y periodística. Pero Paco ha hecho escuela y hoy le siguen imitando. David Gistau me gustaba, era muy seguidor de Paco. Antonio Lucas, Ángel Antonio Herrera…
Nos vamos no antes sin hurgar en todas las cajas de fotos, las carpetas de documentos. Hay retratos de todos los grandes de la Santa Transición. De repente me percato de la humildad de España Suárez, que oculta toda su obra en unas cajas. Todos los retratos de 'Interviú' o de la revista 'Tiempo' son excepcionales. La artista en la sombra me despide en la puerta de la dacha con una sonrisa.
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