CrÍTICA DE:
'El loco de Dios en el fin del mundo', de Javier Cercas: en busca del personaje perdido
NARRATIVA
El autor de 'Anatomía de un instante' relata un viaje que realizó con el Papa Francisco. El lector pensará que esto parece diferente a la literatura. Luego verá que no es así
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Esta no novela, o novela sin ficción, solo podría haberla escrito Javier Cercas. En primer lugar por eso, por la lucha respecto del género. Como pasamos tanto tiempo discutiendo si ‘Anatomía de un instante’ era novela no merece la pena seguir con ello al ... abordar esta crónica real de un viaje real, en compañía de personajes reales. Que el viaje y la compañía real sean el Papa Francisco (Jorge Bergoglio), que lo sea al fin del mundo (Mongolia) y que haya sido escrito por un ateo que termina trazando la más entusiasta hagiografía que de un Papa podría haber sido escrita por nadie, es lo que convierte este libro en singularmente espléndido.
El juicio, como explicaré luego, es literario. Me he pasado toda la lectura del libro pensando en que esto parecía diferente a la literatura, que poco tenía que ver con el resto de los libros de Cercas, hasta que, luego de meditarlo, he visto que no. La apariencia dice que no es literatura, y que observar a un Javier Cercas intelectual ateo, y de izquierdas, entregado con entusiasmo casi infantil a un personaje religioso, creyente, argentino (pero modesto) tampoco parecía verosímil.
NOVELA
'El loco de Dios en el fin del mundo'

- Autor Javier Cercas
- Editorial Random House
- Año 2025
- Páginas 488
- Precio 23,90 euros
Es más, si me lo cuentan sin haber leído el libro no me lo creo. No cometeré la injusticia de emitir un juicio no literario. Solo diré lo que literariamente me parece, que es además lo que corresponde en una crítica de un suplemento cultural.
Y empezaré por la pregunta de si es algo diferente a las novelas de Cercas, o mejor a lo que puede ser una novela. Y la respuesta es que en el centro de toda la literatura de Cercas y en el origen de toda novela se halla la pesquisa, la ‘quête’, tener una pregunta y dedicar cada libro a responderla. Una vez escribí que en la literatura de Cercas hay una intertextualidad alimentada por la película de John Ford ‘El hombre que mató a Liberty Valance’. Da igual que ese héroe desconocido y la pregunta sea por el Miralles de ‘Soldados de Salamina’, o qué movió a los que no se escondieron de los posibles disparos de Tejero en la noche del 23 F.
O quien fue el impostor Enric Marco, que engaño a todos sobre su identidad de víctima. En todas las novelas de Cercas hay una pregunta que mueve una pesquisa para su respuesta. En eso no se diferencia en nada ‘El loco de Dios en el fin del mundo’. La pregunta es la que necesita trasladar a su madre, católica acérrima, y cuya respuesta en cierto modo es el origen de todo: ¿hay vida tras la muerte? ¿Tenía razón Martin Heidegger al definir al ser humano como un ser para la muerte, o tenía razón la madre de Javier Cercas quien tenía seguro que en el más allá se iba a reunir con su marido, a quien estuvo unida con un amor radical?
La pregunta de este libro es la que necesita trasladar a su madre: ¿hay vida tras la muerte?
Todo el libro persigue esta idea, pero no como idea, sino como arranque de la trama, que encuentra el camino que cree más seguro: preguntar a quien lo debe saber, o en todo caso a quien no tiene más remedio que saber responderle. Ese es el Papa Francisco, el personaje que hay detrás de esta novela, o mejor ese es el Personaje que ha cambiado la vida de Jorge Bergoglio (y los puntos de vista iniciales de Cercas).
Establecido el objeto de la búsqueda queda el camino y su recorrido. Literariamente ese recorrido es un ensayo, dialógico, pues casi todo el libro son diálogos, primero con los que llama soldados de Bergoglio, intelectuales, un cardenal, editores, vaticanistas, con los que conversa en la primera parte del libro, que por momentos sufre un pequeño bache narrativo, por resultar algo repetitivo.
Esos diálogos son los que traen a la palestra las dudas del loco de Cercas sobre los males de la Iglesia. En pleno Vaticano Javier Cercas pregunta sobre la pederastia, la complicidad de la Iglesia con el poder, del anacronismo de sus lenguajes, de otros déficits (el celibato, del escaso lugar de la mujer etc).
Por fortuna la segunda parte del libro continua la estructura del diálogo socrático, pero ahora son los misioneros, entre ellos dos mujeres generosas, Ana y Francesca, una de Kenia, la otra del Camerún. Y el misionero Ernesto, treinta años en el fin del mundo. Es escuchando a estos en Mongolia cuando Javier Cercas se entrega ya del todo. También en la conversación con Francisco sobre la gran pregunta que esta reseña no debe resolver.
Porque no debe contarse el final de una película. De poco sirve discutir sobre este libro fuera de esta estructura de indagación. Como toda buena novela corre al encuentro de personajes que siendo reales parecen de otro mundo. En tal cosa radica el rabioso interés literario de este libro.
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