Libros
Emilio Pascual y la seductora magia de los gabinetes
ensayo
Espiga entre sus innumerables lecturas e imagina las bibliotecas que pudiera haber poseído alguno de sus personajes, reales o ficticios. He aquí, un mundo doblemente fantástico
Otras críticas del autor

La palabra ‘gabinete’ encierra para mí una fuerte dosis de afectividad por varias razones. En primer lugar, porque en la casa de mis abuelos de la calle de Jorge Juan había un saloncito llamado así, ‘gabinete’, que servía de antecámara al dormitorio principal. ... Pese a que su función inicial fue, sin duda, servir de vestidor a mi abuela y brindar una salida luminosa a la alcoba—pues daba a la calle— por el procedimiento de descorrer unas cortinas que recordaban el ‘rideau cramoisi’ de las Diaboliques de Barbey que tanto influyó en la ‘Sonata de otoño’ de Valle-Inclán, aquel gabinete era también, en mi recuerdo de niño, un óptimo lugar de encuentro familiar. Allí, retrepados en una serie de comodísimas butacas, tapizadas del mismo rojo carmesí de las cortinas, se sentaban mayores y menores a cualquier hora del día a leer el periódico o a charlar de lo divino y de lo humano. Tengo imágenes de mí mismo leyendo en aquel gabinete y en mi primera adolescencia la formidable ‘Antología de leyendas’ de Vicente García de Diego en dos tomos que colmaban mis más exigentes expectativas como lector.
Pero dejemos el gabinete doméstico y dediquemos dos palabras a otro ‘Cabinet’, esta vez en francés. Me refiero a ‘Le Cabinet des fées, ou Collection choisie des contes des fées et autres contes merveilleux’ (1785-1789), compilado por Charles-Joseph Mayer, cuyos cuarenta y un volúmenes, primorosamente ilustrados por Clément-Pierre Marillier, fueron lectura obligatoria de los hermanos Grimm a la hora de concebir la primera edición de sus celebérrimos ‘Kinder-und Hausmärchen’ (1812-1815).
ENSAYO
'El gabinete mágico. Libro de las bibliotecas imaginarias'

- Autor Emilio Pascual
- Editorial Siruela
- Año 2023
- Páginas 568
- Precio 27,90 euros
El tercer gabinete es el título de una joya lírica, muy representativa del fetichismo militante que desplegó en sus versos con asiduidad el poeta extremeño del XVIII Juan Meléndez Valdés, compuesta en heptasílabos y susceptible de irritar a los más por su presunta cursilería y de fascinar a los menos por su encanto y delicadeza. El cuarto sería, ahora en alemán, ‘Das Kabinett des Doktor Caligari’, una de las mejores películas de la historia del cine, dirigida por Robert Wiene en 1920 y objeto de culto reverencial por parte de quien firma estas líneas.
Bibliomaníaco
El quinto, y no lo hay malo si hacemos caso del adagio taurino, es este ‘Gabinete mágico’, subtitulado ‘Libro de las bibliotecas imaginarias’, que Siruela acaba de situar en los escaparates de las librerías y que tiene por autor a un gigante de la escritura bibliomaníaca de la talla de Emilio Pascual, editor, sucesivamente, de las colecciones infantiles y juveniles de Anaya y de Ediciones Cátedra hasta su jubilación hace unos años. Lo primero que tengo que decir del ‘Gabinete mágico’ es que figura entre los diez mejores libros que he leído últimamente. Está escrito en una prosa pulquérrima, con un ritmo ciceroniano, de los que invaden la sensibilidad lectora con su música, porque la prosa también tiene su música, esa «misteriosa forma del tiempo» con que Borges concluye su ‘Otro poema de los dones’. Que se lo cuenten, si no, a Cervantes, a Chateaubriand, a Stevenson, o incluso a Freud y a Lévi-Strauss (para que no quede todo en literatura ‘sensu stricto’).
No he contado el número de bibliotecas imaginarias presentes en este quinto gabinete de mis entretelas, pero su número debe acercase a las 75, si es que no supera esa cifra. Siendo un escritor sobresaliente en lo estilístico, a Emilio Pascual, como a Borges, la tarea de leer se le antoja más importante que la de escribir. El maestro argentino llegó a decir que no se enorgullecía en absoluto de lo que había escrito, sino de lo que había leído.
Escrito en una prosa pulquérrima, con un ritmo ciceroniano, de los que invaden la sensibilidad lectora
Lo que hace Emilio en su libro es espigar entre sus innumerables lecturas -de autores anteriores al siglo XX como Cervantes, Rabelais, Balzac, Wilkie Collins, Defoe, Rousseau, Verne, Dostoievski, Dickens, Voltaire, Flaubert, Gógol, Fielding, Clarín, Sterne, Pereda, Dumas y Twain, o de autores a caballo entre el XIX y el XX, o de contemporáneos, e incluso vivos, como Leonardo Padura, Eduardo Mendoza, Manuel Rivas, Dai Sijie, Alfredo Bryce, Antonio Muñoz Molina, Manuel Longares, Carlos María Domínguez...- e imaginar las bibliotecas que pudiera haber poseído alguno de sus personajes, humanos o no (porque vale también la biblioteca de Alejandría, protagonista de ‘La biblioteca perdida’ de A. M. Dean, o de la biblioteca de la abadía sin nombre de ‘El nombre de la rosa’), con lo que dichas bibliotecas son doblemente fantásticas al atribuirse su propiedad imaginaria a criaturas de ficción.
El índice onomástico, donde figuran todos y cada uno de los autores, obras y personajes citados a lo largo de más cincuenta apretadas páginas —lo que muestra la exhaustiva factura del índice y la riqueza onomástica del ‘Gabinete mágico’— es de una gran utilidad para navegar por las aguas tranquilas, divertidas e inteligentes del volumen.
Pongo un par de ejemplos que me han resultado especialmente atractivos: la biblioteca de Sherlock Holmes, basada, como es natural, en lo que cuenta Doyle de su criatura novelesca, pero también en la imaginación de Pascual (como en el resto de bibliotecas). Y, por último, la biblioteca imaginaria adscrita por el autor a Bastian Balthasar Bux, uno de mis personajes de ficción favoritos desde que disfruté por primera vez de sus aventuras, narradas en ‘Die unendliche Geschichte’ (1979) por mi admirado Michael Ende.
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