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Las cabezas cortadas de los iberos eran más que trofeos de guerra

El ritual incluía a individuos locales que pudieron ser venerados por las poblaciones

Descubren la tumba de Tutmosis II, la primera de un faraón del antiguo Egipto desde el hallazgo de Tutankamón

Una de las cabezas cortadas de Ullastret MAC-ULLASTRET / DE PRADO, 2015

M.A.

El griego Posidonio de Apamea, que viajó por el sur de la Galia a finales del siglo II a.C., mencionó que los galos se llevaban las cabezas cortadas de sus enemigos como trofeos de guerra y Estrabón y Diodoro Sículo contaron que colocaban los cráneos en edificios públicos o en las casas de los guerreros. De ahí que cuando Ferran de Sagarra descubrió por primera vez cabezas cortadas en el yacimiento de Puig Castellar (Santa Coloma de Gramenet, Barcelona) en 1904, pensara que los iberos del noreste de la Península Ibérica practicaban rituales semejantes.

Desde entonces, se han encontrado otras evidencias de esta práctica ritual única en el mundo ibérico que se extendió desde la Edad del Bronce a la Edad del Hierro. «¿Quiénes eran estos individuos y por qué se utilizaron sus cabezas? Tradicionalmente los arqueólogos han debatido si estos cráneos eran trofeos de guerra, para intimidar a los enemigos o reliquias veneradas de personajes destacados de la comunidad. Pero estas hipótesis, basadas en fuentes orales y etnográficas, todavía no se han podido verificar ni se ha explorado la relación de estos grupos con su territorio», explica el arqueólogo Rubén de la Fuente Seoane, en una nota de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Este investigador de la UAB, junto a otros colegas del Departamento de Biología Animal, de Biología Vegetal y de Ecología de la UAB, del Museo de Arqueología de Cataluña, del Museo Torre Balldovina y de la Universidad de Lérida, decidió analizar siete de estas cabezas cortadas halladas en el poblado de Puig Castellar y en la antigua ciudad de Ullastret (Gerona). «De ser trofeos de guerra, no procederían de los yacimientos analizados, mientras que, de ser individuos venerados, muy previsiblemente serían locales», relata.

Los investigadores combinaron la bioarqueología y el análisis de isótopos estables de estroncio y oxígeno en el esmalte dental de los cráneos con datos arqueozoológicos y muestras de sedimento y vegetación recogidas en el yacimiento. Los isótopos de estroncio de este muestreo permitieron definir el rango referencial del estroncio en esa zona cercana a cada yacimiento para discernir qué individuos eran locales o no.

Sus resultados, publicados en el 'Journal of Archaeological Science: Reports', «revelan que los individuos de Puig Castellar y Ullastret no habrían sido seleccionados al azar», continúa el autor principal del estudio, pero su selección para el ritual de cabezas cortadas «era más complejo de lo que se había creído inicialmente».

Foráneos y locales

Se trataba de cráneos de hombres, cuya exhibición, sin embargo, no tenía la misma finalidad. En algunos casos se trataba de individuos foráneos, que se corresponderían con enemigos cuyos cráneos enclavados simbolizaban poder y servían para intimidar a enemigos internos y externos.

De la Fuente subraya que «en Puig Castellar los valores isotópicos de tres de los cuatro individuos difieren significativamente del referencial de estroncio local, lo que sugiere que, probablemente, no eran locales». El hecho que estuvieran expuestos en la zona de la muralla apunta a que estas cabezas cortadas se exhibieron como demostración de poder y como coacción, tanto para grupos externos como internos.

Vista aérea del yacimiento de Puig Castellar MUSEO TORRE BALLDOVINA

En cambio, en Ullastret documentaron orígenes locales y no locales. Los primeros corresponden con cráneos hallados en una calle, en medio de la ciudad, lo que apunta a que estarían expuestos en alguna pared o en la puerta de alguna casa. Creen que podrían pertenecer a personas importantes de la comunidad, veneradas o reivindicadas por la población. El cráneo de origen foráneo apareció en una de las fosas externas a las murallas del asentamiento. Podría ser un trofeo bélico.

«Este resultado apunta a que la práctica de las cabezas cortadas se aplicaba de forma diferenciada en cada yacimiento, lo que parece descartar una expresión simbólica homogénea, aunque serán necesaria más investigaciones para asegurarnos», resume De la Fuente. Esta diversidad podría implicar también diferencias sociales y culturales entre los individuos de ambas comunidades, según el investigador.

Una sociedad compleja y dinámica

Aún se sabe poco sobre las características biológicas y los orígenes geográficos de estas poblaciones iberas, porque la cremación fue el ritual de enterramiento predominante. Solo se han recuperado raros restos humanos en contextos arqueológicos. Los de unos pocos guerreros de élite, que fueron tratados con un contexto funerario diferentes, de algunos bebés en contextos domésticos y las cabezas cortadas objeto de este estudio.

«Los resultados del estudio revelan por primera vez una evidencia directa de los patrones de movilidad humana en la Edad de Hierro en el noreste peninsular», resalta la UAB. Además, sugiere diferencias sobre cómo estas sociedades explotaban los recursos que las rodeaban.

«Esta diferenciación refleja una sociedad dinámica y compleja, con importantes interacciones locales y externas», sostiene De la Fuente. El investigador considera este estudio como «una primera aproximación a esta problemática arqueológica mediante un método que está revolucionando la forma que tenemos de estudiar la movilidad en el pasado».

«Hemos establecido un referencial local de estroncio basado en un protocolo riguroso, aplicando en humanos una metodología pionera en Cataluña que, además, sirve como primer paso hacia la creación de un mapa catalán de estroncio biodisponible, de modo que se favorezcan así otros estudios futuros», concluye.

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