Las claves del alquiler a España de la Colección Carmen Thyssen
Miquel Iceta, la baronesa y su hijo Borja firman han firmado este miércoles el contrato de arrendamiento de 330 obras por 6,5 millones de euros anuales durante 15 años. Se exhiben 179
Carmen Thyssen: «Es un día maravilloso, histórico. Por fin. Sigo emocionada»

Desde hace una década, hay una anotación que se repite, como un mantra, en las hojas del almanaque que hay sobre mi mesa de trabajo: ‘Firma de la Colección Carmen Thyssen’ . Cada enero, un nuevo almanaque, y de nuevo el mismo mantra en ... cada hoja de cada mes de cada año. También en el de 2022. Ahí vuelve a aparecer en la hoja de enero, y en la de febrero... Pero en el día 9 de este mes, destacado con un círculo en rojo, hay anotado en letras mayúsculas y con admiraciones: ‘¡¡¡FIRMA DE LA COLECCIÓN CARMEN THYSSEN. AL FIN!!!’
Noticias relacionadas
Hace algo más de un año se firmaba durante un almuerzo en casa de la baronesa Thyssen en la Moraleja el preacuerdo de arrendamiento de su colección: estampaban sus rúbricas Carmen Thyssen y el entonces ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes. Como testigos, los abogados de la baronesa, Ángel Acebes y José María Michavila , y el entonces secretario general de Cultura, Javier García Fernández. Todo hacía indicar que el acuerdo llegaría en un par de meses, pues había que solventar algunos ‘flecos’. Debía haber más que en un mantón de manila, pues se ha demorado un año.

Una década y once ministros después
Una década y once ministros de Cultura después (diez, si exceptuamos a Máximo Huerta, al que no le dio tiempo de nada: Mariano Rajoy, Pilar del Castillo, Carmen Calvo, César Antonio Molina, Ángeles González-Sinde, José Ignacio Wert, Íñigo Méndez de Vigo, José Guirao, José Manuel Rodríguez Uribes y Miquel Iceta), la firma ha tenido lugar esta mañana en el Museo Thyssen . Han estado presentes: por una parte, la baronesa y su hijo Borja; por otra, el ministro de Cultura, Miquel Iceta, presidente de la Fundación Colección Thyssen-Bornemisza. En el contrato figuran como adjudicatarios de los 330 cuadros dos sociedades (Omicron Collections, S.L.U. y Nautilus, S.L. ) –antes eran cuatro: han desaparecido Coraldale Navigation Incorporated e Imiberia Anstalt–, además de la baronesa Carmen Thyssen-Bornemisza de Kaszon y el barón Borja Thyssen-Bornemisza, ambos a título personal. La baronesa es la apoderada de ambas sociedades y tanto ella como su hijo son beneficiarios de las mismas.

El alquiler tiene una duración de 15 años, con derecho a compra . Se abonarán a la baronesa 6,5 millones de euros anuales en cada ejercicio. A ese precio hay que añadir un 21% de IVA (1.365.000 euros), que no recibirá Carmen Thyssen. Todo queda en casa (o sea, en el Gobierno): lo abonará Cultura y lo recaudará Hacienda. El importe total del alquiler al año es, pues, 7.865.000 euros. No está previsto que haya prórroga del arrendamiento. En caso de que, pasados 15 años, los propietarios quisieran vender la colección, el Estado español tendría derecho preferente de compra y se descontaría del precio final lo ya abonado en este tiempo: 97,5 millones .
El Gobierno quería instar a la baronesa a que regularizara la situación, retirando esas sociedades de los paraísos fiscales donde se hallaban (como las Islas Cook y las Islas Caimán) y trasladándolas a Andorra, lugar de residencia de Carmen Thyssen . No debía resultar muy cómodo al Gobierno negociar un arrendamiento con sociedades en paraísos fiscales. Pero la baronesa lo estaba tramitando hacía ya tiempo. En cuanto al número de obras incluidas en el contrato, de las 425 que formaban parte hasta ahora del depósito gratuito el arrendamiento se queda en 330, de las que solo se exponen 179 . Un centenar (sobre todo pintura andaluza, catalana...) ha vuelto a manos de Carmen Thyssen.
-kuBE--510x349@abc.jpg)
La joya de la colección es ‘Mata Mua’, de Gauguin , que el lunes llegó a España (ABC dio buena cuenta ayer en estas páginas de su salida del búnker de Carmen Thyssen en Andorra y su llegada al Museo Thyssen). A las 10.45 horas de ayer, ABC era testigo del desembalaje del Gauguin en el museo. Nueva inspección milímetro a milímetro: esta vez a cargo de Ubaldo Sedano, jefe de Restauración, y Lucia Cassol, que actuó como correo en el traslado. Todo correcto. Se rellena el formulario preceptivo. Presenciaban la operación Guillermo Solana y Marián Aparicio, director artístico y jefa de Registro del museo. En la sala, cuatro obras maestras de Rembrandt, Pieter de Hooch, Picasso y Braque, llegadas de unas exposiciones, a las que nadie hacía ni caso. Solo había ojos (y flashes) para el ‘Mata Mua’.
Horas después, era trasladado a las salas y se hacía un ensayo de su instalación . A las 13 horas, llega al museo Carmen Thyssen, acompañada por sus hijas , las mellizas Carmen y Sabina, aún menores de edad (en julio cumplen 16 años). Carmen, menos tímida, posaba con desparpajo junto a su madre. Cuenta que le gusta mucho el arte. La baronesa, que lucía un tocado muy parisino (boina con redecilla) –un guiño a Gauguin, pintor francés– y mascarilla del ‘Mata Mua’, confesaba estar muy emocionada. Esta vez el cuadro se instala ante su dueña. Después, posado de rigor junto al cuadro. Ocupa ya un lugar de honor (una especie de altar), presidiendo una sala donde cuelgan más obras de Gauguin: otros ocho lienzos, una cerámica y un dibujo.

'La esclusa', de Constable, y otras ausencias destacadas
Hay, eso sí, destacadas ausencias : otras obras de la baronesa que con los años han ido saliendo del Museo Thyssen y de España. Como ‘La esclusa’, de Constable, una de las joyas de la colección. Fue subastada en Christie’s de Londres en 2012 por 27,9 millones de euros. Dijo la baronesa que lo hacía porque necesitaba liquidez. La operación provocó que Norman Rosenthal dimitiera como patrono de la fundación. Por motivo distinto, salieron también de la colección ‘Mujer con dos niños junto a una fuente’, de Goya, y ‘El bautismo de Cristo’, de Corrado Giaquinto, que reclamaba su hijo Borja como propias. Pese a la venta del Constable y de Villa Favorita (su residencia en Lugano, Suiza) por unos 60 millones de euros, nunca ha escondido la baronesa que tiene muchísimos gastos y anda necesitada de liquidez. Después se marcharon otras tres joyas de la colección: ‘El “Martha McKeen” de Wellfleet’, de Hopper; 'El puente de Charing Cross', de Monet, y 'Caballos de carreras en un paisaje', un pastel de Degas. Carmen Thyssen suele jugar al despiste cuando se le pregunta por ellas y niega que hayan sido vendidas, como así parece ser, al menos en el caso de las dos últimas.

En el contrato se estipula que, en caso de que lo necesitase, la baronesa podrá sacar durante el periodo del alquiler tres obras para su posible venta, pero no se especifica cuáles. La decisión se consensuaría entre ambas partes. No podrá ser en ningún caso el ‘Mata Mua’. En los 6,5 millones de euros se incluye la cesión que ha hecho Carmen Thyssen de los derechos de explotación del merchandising y de la reproducción de las imágenes de sus cuadros.
Un seguro de 1.700 millones de dólares
Antes de que el Consejo de Ministros diera luz verde al alquiler en agosto de 2021, hubo que aprobar en julio el real decreto por el que se regula el arrendamiento de colecciones de bienes muebles integrantes del Patrimonio Histórico Español por determinadas entidades del sector público. El objetivo era «reconocer a la Colección Carmen Thyssen la garantía del Estado para que cuando se formalice el arrendamiento de la misma, las obras que la integran gocen de un singular régimen de aseguramiento». Durante los años que ha durado el préstamo gratuito de la Colección, buena parte de los seguros quedaba cubierto con la garantía del Estado, pero otra parte la pagaban la fundación y la propia baronesa. Las 330 obras alquiladas quedarán aseguradas con la garantía del Estado por un valor de unos 1.700 millones de dólares (unos 1.400 millones de euros) . El valor total de las 330 obras es 1.703.796,510 euros.
-kuBE-U50159586249WVG-510x649@abc.jpg)
Otro punto importante era mantener la situación jurídica de las obras para que no pierdan su estatus de bien legalmente importado : cada diez años debe renovarse el certificado. Además, una reclamación constante de la baronesa todos estos años, y cuya negociación quedó en manos de Carmen Calvo cuando era vicepresidenta, es que la baronesa no quiere que computen como días en nuestro país los que ella y su hijo pasan en España por actos relacionados con la colección. El contribuyente tiene su residencia habitual en territorio español si permanece en nuestro país más de 183 días durante el año natural. En un almuerzo con unos medios, entre ellos ABC, llegó a decir:«Vengo a España a trabajar, no a divertirme. Que se me cuenten los días... Eso no. Un poco de respeto, señores. No quiero tener a la Guardia Civil otra vez en mi barco». Se refería al 30 de julio de 2014 cuando la Benemérita se presentó en su barco ‘Mata Mua’, atracado en Ibiza. «Decían que pasaba más días en España de lo que me correspondía», se lamentaba. Fuentes cercanas a la operación advierten que no ha habido «ningún privilegio fiscal . La baronesa solo reclamaba la aplicación real de la ley». Concretamente, el artículo 9.1.A de la Ley 35/2006, de 28 de noviembre, del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, en el que se dice: «No se computarán las estancias temporales en España que sean consecuencia de las obligaciones contraídas en acuerdos de colaboración cultural o humanitaria, a título gratuito, con las Administraciones públicas españolas».
En cuanto al precio del alquiler, era necesario calcular el valor de la colección . Pero, ¿cómo hacerlo? Carmen Thyssen siempre ha insistido en que el valor de su colección oscilaba entre los 850 y los mil millones de euros. «Si se calcula el alquiler en función del valor de la colección, no tienen dinero para pagarlo», decía la baronesa en una entrevista con ABC . Uribes quiso hacer una nueva tasación, más alejada del mercado, que al parecer encargó a la Fundación Colección Thyssen-Bornemisza. Además, siempre pidió Carmen Thyssen «un régimen de disposición y movilidad» para poder hacer exposiciones mundiales con su colección. El contrato estipula que no pueden salir simultáneamente más de 20 obras para exposiciones temporales.

Un recorrido cronológico
En mayo del año pasado ABC visitó en exclusiva , con una cicerone de lujo (la propia baronesa), las salas del Museo Thyssen que acogen su colección. Son las salas 41-48 de la planta baja (mil metros cuadrados en total), de las que han sido desalojadas las pinturas del siglo XX de la histórica Colección Thyssen, adquirida en 1993 por el Estado español por 350 millones de dólares. Se accede desde el vestíbulo del museo. A la entrada, la reproducción de un fragmento del ‘Mata Mua’ y un rótulo: ‘Colección Carmen Thyssen’. Las paredes se han pintado de color blanco humo. Se han ‘cegado’ 18 ventanas. El recorrido es cronológico. Los cuatro hermosos mármoles de Rodin -‘El sueño (El beso del ángel)’, ‘La muerte de Atenas (Lamentación sobre la Acrópolis)’, ‘Cristo y la Magdalena’ y ‘El nacimiento de Venus (La Aurora)’- que encargó al artista el abuelo del barón y que estaban en el vestíbulo de la pinacoteca, se incorporan por las distintas salas, al igual que obras maestras como ‘Cristo en la Cruz’, de Van Dyck; ‘Conversación bajo los olivos’, de Matisse; ‘Molino de agua en Gennep’, de Van Gogh; ‘Los segadores’, de Picasso; ‘Mujer sentada’, de Juan Gris; ‘La Ludwigskriche en Múnich’, de Kandinsky; ‘La soledad. Recuerdo de Vigen, Limusín’, de Corot; ‘El hombre blanco’, de Feininger...
También quedan incluidas entre las 330 obras del arrendamiento tres lienzos de Ricardo Macarrón , dos retratos del barón Thyssen y uno de la baronesa, que se exhiben fuera de las salas de la Colección Carmen Thyssen. Concretamente, en el hall del museo. Los tres son propiedad de la baronesa. Se incluye en el contrato que «continuarán expuestos en su ubicación actual en el vestíbulo principal del museo mientras esté en vigor el presente contrato». Otra curiosidad incluida en el contrato es que « el color de las cartelas será siempre el mismo ».
Finalmente, no se exhibirá, como estaba previsto, un espectacular diamante, ‘Estrella de la paz’ , propiedad de Carmen Thyssen, que iba a quedar fuera del alquiler. Sí cuelgan tres obras de Borja Thyssen (‘Autorretrato cerca del Oculus en el World Trade Center’, de Richard Estes; ‘Paseando por Southwark 2’, de Julian Opie, y ‘Serie transparencias’, de Francis Picabia). Solo esta última queda incluida en el contrato de alquiler.
Hay una lista cerrada con las obras de la Colección Carmen Thyssen que hereda su hijo Borja, entre ellas ‘Los segadores’, de Picasso. Aunque en un principio estaba previsto que parte de las cartelas incluyesen a Borja Thyssen como propietario de esas obras, finalmente la baronesa tomó la decisión de que no fuese así. Todas las cartelas (excepto los tres cuadros de su hijo antes citados) rezan: ‘Colección Carmen Thyssen’.

Érase una vez... allá por 1999
Todo comenzó en 1999, siendo Mariano Rajoy ministro de Cultura, cuando se firmó un protocolo de intenciones de préstamo temporal gratuito al Estado español por 11 años renovables de 655 obras (317 internacionales y 338 españolas) de la Colección Carmen Thyssen. El acuerdo fue suscrito el 15 de febrero de 2002. Tras el vencimiento del préstamo por once años, desde entonces se ha ido renovando con prórrogas anuales, de seis meses, de tres y hasta de uno.
Con los años la intención de Carmen Thyssen con su colección ha cambiado una y otra vez: venta, alquiler, prórroga del préstamo gratuito, salida de España... En todos estos años la cesión pasó de 655 a 425 obras (permaneció, sobre todo, la colección internacional), de las cuales unas 250 se exhibían en el Museo Thyssen: la baronesa sacó del préstamo las obras andaluzas, que llevó a su museo en Málaga, y las de arte catalán, que expuso en Sant Feliu de Guíxols, donde ha proyectado otro museo con su nombre.
El Estado adquirió dos edificios anexos al Palacio de Villahermosa (los números 19 y 21 de la calle marqués de Cubas) para ampliar el museo y albergar tanto la Colección Thyssen, propiedad del Estado español desde 1993, como la de la baronesa. El proyecto lo ejecutaron los arquitectos Manuel Baquero y el estudio BOPBAA. Se ganaron más de 8.000 metros cuadrados. Costó 38 millones de euros. La baronesa quería unir ambas colecciones, pero finalmente el Ministerio decidió que se mostrasen por separado.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete