Aunque suele ser un tema tabú, el intercambio de parejas , como las Meigas, haberlo, haylo. De hecho, cada año aumenta el número de establecimientos hoteleros, de paquetes organizados, y de viajes destinados a los conocidos como swingers y se trata de un nicho de mercado que mueve cerca de 20 millones de dólares.
Las personas que practican el intercambio de parejas suelen mantenerse en un plano discreto y lo mismo sucede con los locales destinados a este público. La discreción y el respeto son sus máximos valores en una práctica que muchos consideran un estilo de vida.
Pero, ¿qué lleva a una pareja a plantearse el intercambio de pareja? Hay detonantes tanto positivos como negativos. Entre los negativos están la rutina o el deseo encubierto de terminar la relación mientras que entre los positivos están la curiosidad, la imaginación o el deseo de reinventar la relación .
Las nuevas tecnologías han hecho más sencillo el contacto entre personas interesadas en el intercambio de parejas y hay aplicaciones móviles para poner en contacto a parejas que buscan intercambios. Sin embargo, lo más habitual es hacerlo en locales especializados a los que también acuden solteros en busca de experiencias sexuales en un ambiente respetuoso. Normalmente se trata de establecimientos con normas claras e instalaciones sugerentes donde es habitual que se realicen fiestas temáticas.
En general, los locales pueden diferenciarse en «on premise» o internos, donde la actividad sexual puede practicarse dentro o en «off premise» o externos donde no está permitida por lo que en ellos se conoce a otras personas con las mismas inquietudes mientras que los encuentros se conciertan en otros lugares. En estos establecimientos con saunas, zonas de aseo y espacios para la diversión se puede intercambiar la pareja, incluir a una tercera persona en la pareja o seguir solo con tu pareja permitiendo que otros miren.
La confianza mutua en la pareja es imprescindible para que el intercambio de pareja no cause problemas como los celos o una ruptura y, por supuesto, lo habitual es que esté precedida por una conversación previa en la que la pareja pone los límites del intercambio desde la plena libertad y el respeto al otro. Se trata de compartir fantasías con otras personas y de disfrutar de la sexualidad desde la libertad y desde la seguridad.
Desde el cambio de roles hasta la creación de un ambiente excitante pasando por la configuración de personajes o la búsqueda de los límites y puntos del placer de la pareja. Todo vale si es pactado, consensuado y disfrutado
Las altas expectativas, la dificultad para gestionar el hecho de pasar más tiempo juntos y los conflictos derivados de relacionarse con la familia de origen o las amistades del otro pueden dañar la relación
En un solo centímetro cuadrado de piel hay más de 5.000 receptores sensitivos, capaces de percibir todo tipo de sensaciones que nuestro cerebro es capaz de traducir bajo el código del placer
El psicólogo Tomás Navarro explica cómo relacionarse con ese tipo de personas que sobrevalora sus capacidades. Es una de las claves de su libro 'Tus líneas rojas', cuyas ideas comparte en ABC Bienestar
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