Soy la oveja negra, ¿y qué?: Hay vida más allá de la aceptación de tus padres
El psicólogo Tomás Navarro, autor de 'Tus líneas rojas', explica en este artículo qué pasa cuando alguien de la familia no se ciñe al guion establecido por sus padres antes incluso de que naciera
Por qué debes desvincular tu autoestima de los éxitos propios y ajenos

Todas las familias tienen una oveja negra, alguien disonante, alguien que rompe el legado familiar y corta con sus tradiciones. Pero, a menudo, ser la oveja negra de la familia es todo un honor.
Cargamos con tantas expectativas a nuestras espaldas que apenas podemos crecer medianamente sanos. Debemos ser el hijo que toca, el hijo trofeo, el hijo que sublima todo lo que nuestros padres sufrieron.
No somos hijos, somos proyectos de vida que nuestros padres quieren enseñar a todo el mundo, ejemplos de éxito, muestras de las cualidades de nuestros padres como educadores, extensiones del legado familiar, el siguiente eslabón de la dinastía.
Sin saber la cara que íbamos a tener, nuestros padres ya hacían planes para nosotros. Seguirá con el negocio familiar, nos podrá ayudar en casa, tendrá una pareja que se quede en casa y cuide de la familia, vendrán a comer a casa cada domingo, se comprará un piso cerca de nosotros, nos cuidará cuando seamos mayores.
Nacemos con media vida planificada y claro, cuando no nos ceñimos al guión establecido pasamos a ser las ovejas negras de la familia. No sé que nos ocurre cuando somos padres que queremos ir más allá de lo que nos toca, organizar la vida de nuestros hijos y condicionar sus decisiones.
Quizás es una venganza por todas las noches que no nos han dejado dormir, por todos aquellos días que nos hemos tenido que ir del trabajo para recogerlos con fiebre de la guardería, de todos los pañales que hemos cambiado y de todos los piojos que les hemos tenido que ir quitando con ese peina más propio de la inquisición que de una familia normal y al uso.
Algunos padres depositan tantas expectativas en sus hijos que son imposibles de cumplir, alcanzar, satisfacer. No son sus hijos, son sus expectativas, sus proyectos. Pero, ¿qué ocurre cuando no se cumplen las expectativas que tenemos? Pues que nos frustramos y la frustración es mala compañera. La frustración lo empaña todo y nos empuja a buscar un culpable, una cabeza de turco, una oveja negra.
Podríamos pensar que hemos sido nosotros solitos los que nos hemos excedido con nuestras desaforadas expectativas, pero acabamos pensando que la culpa de todo es de lo caprichoso que es nuestro hijo o hija que ahora dice que o quiere estudiar derecho, que no quiere seguir con el empresa familiar o que ha decidido ir con una pareja que no nos gusta.
Nos olvidamos de que nosotros tenemos una vida para vivir y que nuestros hijos deben crear su vida, que son personas con intereses, voluntades y prioridades, que son personas que deben recorrer su camino, cometer sus propios errores y disfrutar de sus aciertos.
Cada consejo que ignoran es un golpe directo en la línea de flotación del ego parental, un desafío a nuestra autoridad, un guante que nos dejan caer en los pies. Pero nos equivocamos. Nos lo tomamos de forma demasiado personal. No es algo personal. Nuestros hijos no nos llevan la contraria para fastidiar. Nuestros hijos sólo intentan descubrir cómo ir viviendo la vida, cuál es su camino y por encima de todo, intentan aplicar lo que han aprendido de sus padres.

«Acepta a tu oveja negra y quédate a su lado. Que no haga lo que tú quieres que haga, no quiere decir que sea un mal hijo o hija»
Tomás Navarro
Psicólogo
A veces aprendemos qué errores no queremos cometer, a veces aprendemos que ese trabajo tan bueno como médico en realidad ha hecho que nuestro padre fuera una persona amargada, a veces aprendemos que hay vida más allá de la familia.
Los hijos siempre están aprendiendo, pero ¿sabes algo? Pues que se fijan en lo que hacemos, no en lo que decimos. Algo más. Acércate a la oveja negra ya que si la miras de cerca podrás ver que en realidad no es negro, es marrón. Acepta a tu oveja negra y quédate a su lado. Que no haga lo que tú quieres que haga, no quiere decir que sea un mal hijo o hija.
Y si tú eres la oveja negra, que sepas que no pasa nada. Has tenido mala suerte. Hay vida mucho más allá de la aceptación de tus padres.
Puedes descubrir otros consejos de Tomás Navarro (@tomasnavarropsi en instagram) para poner límites a aquellas personas que nos hacen daño en su obra 'Tus líneas rojas' (Zenith/Planeta). Y además, puedes leer aquí otros artículos de Tomás Navarro en ABC Bienestar.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete