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El sitio que debió albergar una boda Real y que es historia viva de Granada

El Campo del Príncipe fue lugar de recreo de los nazaríes, se engalanó para celebrar los esponsales de un hijo de los Reyes Católicos y es el epicentro del barrio del Realejo

El Cristo de los Favores, venerado por los granadinos; la iglesia de San Cecilio, patrón de la ciudad; y la Escuela de Arquitectura son algunos de sus muchos atractivos

Cómo visitar la Granada turística sin ser un turista más

El Cristo de los Favores preside el Campo del Príncipe desde el siglo XVII g. ortega
Guillermo Ortega

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Es el patio de recreo de un barrio, el Realejo, que conserva su esencia y su solera. En el parque, los niños juegan a su antojo mientras los padres descansan en los bancos y charlan de sus cosas. El Campo del Príncipe no es el lugar más turístico de Granada, pero seguramente sí uno de los que tiene detrás más historia.

El Realejo era el barrio judío durante la época musulmana y el Campo del Príncipe, que por supuesto no llamaban así, fue una especie de era que servía de lugar de esparcimiento y recreo para los nazaríes. Si se puede establecer un paralelismo, cosa que resulta difícil, sería el típico campo donde se va los domingos a echar el rato.

Ya en tiempos de los Reyes Católicos, estuvo a punto de vivir su día más grande. Juan, el segundo hijo de los reyes Isabel y Fernando, se había casado en Burgos pero iba a festejarlo en Granada por deferencia a sus padres, que en consecuencia mandaron celebrar los festejos en ese lugar tan agradable. Sin embargo, el esposo murió antes de llegar. Tenía sólo 21 años.

Pero el esfuerzo no fue en balde. En un montículo sobre ese llano, que empezó a llamarse Campo del Príncipe en honor de Juan, se elevó, sobre un terreno antes ocupado por una mezquita, una iglesia que se consagró a San Cecilio, que entonces no, pero ahora es el patrón de Granada. Es un templo muy venerado, sobre todo por los del barrio, en el que destaca su fachada plateresca.

Con el paso del tiempo, el Campo del Príncipe fue utilizado con diversos fines: justas, autos de fe organizados por la Inquisición y corridas de toros, aunque si algo lo caracteriza por encima de todas las cosas es el Cristo de los Favores, instalado allí desde el año 1640.

El parque infantil se llena de niños del barrio todas las tardes g. ortega

Se le tiene un fervor tremendo que no es de ahora sino casi desde que está, porque Granada padeció entre 1679 y 1682 una epidemia de peste bubónica que causó muchas muertes, pero casi pasó de largo por el Realejo, circunstancia que sus pobladores atribuyeron al cristo.

Les había hecho un favor, de ahí el nombre. Y de ahí también la costumbre de pedírselos. A diario, pero sobre todo los viernes, es posible observar en la zona a bastantes fieles orando en silencio. Manda la tradición que hay que demandarle tres cosas, no más. Ahora ya no, pero siglos atrás, quien le rezara un Padre Nuestro y un Ave María era recompensado por las autoridades eclesiásticas con cuarenta días de perdón.

Han pasado cientos de años, pero el Campo del Príncipe mantiene su vigor y su pujanza. Cada día recibe a centenares de estudiantes que acuden a la Escuela de Arquitectura, antiguo hospital militar estupendamente reformado, hasta el punto de que recibió un premio nacional por el equilibrio logrado entre el respeto a la tradición y el empleo de técnicas modernas. No es estrictamente un monumento, pero merece la pena verlo.

Cada día, también, es transitado por granadinos –sobre todo- y turistas que en la parte más pegada a la calle Molinos, quieren tomarse unas tapas en los bares, casi todos con terraza. El más antiguo se llama Los Altramuces y se inauguró en 1946. El más nuevo lleva por nombre El Greñúo –apelativo que reciben los habitantes del barrio por su herencia judía- y abrió a finales de 2024.

En la zona más próxima a la calle Molinos hay varios bares de tapas g. ortega

Aunque hay coches circulando por los alrededores, es un sitio tranquilo donde los niños disfrutan en el parque infantil, bien provisto y rodeado de zonas sombreadas, cosa rara de encontrar. Se respira un ambiente familiar, de toda la vida, tradicional pero también contemporáneo, porque en el Realejo conviven personas que llevan viviendo allí varias generaciones con profesionales liberales –entre ellos, bastante extranjeros- que han insuflado al barrio un aire más moderno.

El Campo del Príncipe es, por lo demás, un lugar idóneo para iniciar una visita al conjunto del barrio. Por ejemplo a la zona alta, donde está el lavadero de la Puerta del Sol y unas calles peatonales, estrechas y empedradas que llegan hasta lugares magníficos y visitables como las Torres Bermejas, la Fundación Rodríguez-Acosta o el Carmen de los Mártires.

Aunque lo suyo, en el Realejo, es echarse a andar y perderse premeditadamente, observando al paso establecimientos que parece mentira que sobrevivan, como una tienda de hilados cuyo origen se remonta a finales del siglo XVIII. Por supuesto, hay que detenerse en las guitarrerías, porque el flamenco granadino también es importante. Las más afamadas están en la Plaza del Realejo, en la calle Damasqueros y en callejón de Jesús y María.

Y por supuesto, no hay que perderse la iglesia de Santo Domingo, una auténtica joya que combina elementos góticos, renacentistas y barrocos. En la Semana Santa es uno de los lugares que más visitantes congrega porque varias procesiones salen de allí. Es otra ocasión, otra más, para respirar el respeto por la tradición, pasado por el tamiz de los nuevos tiempos.

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