pasión por los barrios
San Bernardo: el barrio que vuelve a ser lo que fue cada Miércoles Santo

#cuaresma2025
El desarrollo urbanístico ha reducido su carácter populoso y de barrio a la mínima expresión con una excepción: el día que sale la hermandad
La cofradía actúa como elemento cohesionador y llena San Bernardo de vida; todos los vecinos que se marcharon regresan cada año
El Tiro de Línea, un pueblo que vive siguiendo los pasos del Cautivo
El de San Bernardo es un caso muy particular en Sevilla. Aunque el crecimiento de la ciudad y los cambios a nivel urbanístico y residencial han reducido su carácter de barrio a la mínima expresión, la pervivencia de su cofradía de penitencia, una de las ... que presenta un cortejo más numeroso en Semana Santa, actúa como elemento cohesionador de todos aquellos antiguos vecinos que se vieron forzados a marcharse. Todos ellos regresan a San Bernardo en su día grande, el Miércoles Santo, cuando el barrio se desborda de vida y vuelve a ser lo que fue durante unas horas. Por eso, este enclave hispalense protagoniza el segundo capítulo del serial 'Pasión por los barrios' de ABC.
San Bernardo podía presumir de un carácter populoso antes de la reordenación urbana y la revalorización de la vivienda: «Este barrio en su tiempo llegó a tener hasta diez mil habitantes. En cada casa en la que ahora vive una familia, vivían seis. Tenía mucha vida; ahora es otro tipo de vida», expresa Fernando Vega, que lleva toda su vida en San Bernardo y regenta el bar Miguelete, uno de los pocos negocios característicos que perduran. Entre una cosa y la otra, hubo varias décadas de un panorama desolador: «A finales de los años sesenta y durante los setenta, esto parecía más un paisaje de guerra que un barrio».
Aunque ahora es una zona exclusiva con una ubicación estratégica para bolsillos abultados, el aislamiento que vivió San Bernardo durante tanto tiempo estuvo marcado, precisamente, por factores geográficos, al estar cercado por distintos elementos: «Primero, en los años pretéritos, por el arroyo Tagarete; después, por el ferrocarril; y cuando en 1992 parecía que íbamos a volvernos a integrar, al final se ha seguido quedando un poco aislado, quizá por el nuevo concepto urbanístico que se le ha dado al barrio», asevera José García, actual teniente hermano mayor de la cofradía de San Bernardo. Lo cierto es que el desarrollo urbanístico ha supuesto la desaparición del barrio de San Bernardo como tal, quedando reducido a unas pocas calles con un puñado de vecinos entre las demandadas zonas de Viapol y la Puerta de la Carne.
Una cofradía que surge de la fusión de tres hermandades
La historia de la hermandad de San Bernardo es amplia y rica, como se intuye por su propio título, uno de los más largos de Sevilla. «La hermandad actual es el fruto de tres hermandades que en un momento dado convivieron en la parroquia de San Bernardo: una sacramental, otra de gloria y otra de penitencia, que acabaron todas fusionadas», señala el teniente hermano mayor. La más importante fue la sacramental, «cuya fundación legendaria se atribuye al rey San Fernando, dado que montó el campamento para la conquista de Sevilla un 20 de agosto, festividad de San Bernardo, haciendo la promesa de erigir una iglesia en su honor si la empresa llegaba a buen puerto», si bien la actual data del siglo XVI. Aquel fue también el origen del barrio, anteriormente un pequeño arrabal extramuros.

Ya en el siglo XVIII se fundó la hermandad letífica de la Santa Cruz y la Virgen del Patrocinio, cuyas reglas se aprobaron en 1732. La cofradía de penitencia es la más reciente, datando de una fecha cercana a 1748. «Todos los títulos de cada hermandad se fueron agregando a la actual, lo que explica que el título sea tan largo», apunta Díaz. A lo largo de su historia, ha vivido momentos difíciles, como la pérdida de las imágenes titulares en 1936 por el saqueo del templo en los primeros compases de la Guerra Civil; pero también otros felices, como la iniciativa promovida por la hermandad a través de su hermano mayor, Antonio Filpo Rojas, de incorporar el título de Mariana para la ciudad en 1946.
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El personaje: Ana Cepello, primera mujer en la junta
Una persona ligada a la hermandad de San Bernardo de forma muy estrecha y que ha sido importante en la historia reciente de la cofradía del Miércoles Santo es Ana María Cepello, la primera mujer que formó parte de su junta de gobierno. El vínculo con la hermandad «me viene a través de mi abuela, mis padres, mis tíos, mis primos...». Recuerda cómo las cosas eran distintas cuando era pequeña: «A los niños se les hacía hermanos desde pequeños, pero a las mujeres no. Por eso, aunque siempre he vivido el Miércoles Santo, que es el gran día de San Bernardo, una vez que mi hermano empezó a trabajar en la hermandad, yo empecé a venir también». Se hizo hermana con 16 o 17 años, y desde entonces, sus caminos no se han separado: «Soy camarera de la Virgen, que es el máximo orgullo que tengo en la vida».

Cepello confiesa que nunca había pretendido tener ningún cargo en la junta de gobierno, pero «me vino y también ha sido un orgullo ser la primera mujer que entra en la junta», algo que ocurrió en 2010 de la mano del hermano mayor José María Lobo. Guarda muchas vivencias como camarera de María Santísima del Refugio en su corazón: «La primera vez que ves a la Virgen para ponerle la ropa y le ves la cara es lo más grande que me ha pasado en la vida».
Un momento histórico: el Vía Crucis de las Cofradías
Entre los acontecimientos recientes de la hermandad, su hermano mayor, Francisco Javier Gómez, se queda con el año que el Cristo de la Salud acudió a la Catedral para presidir el vía crucis del Consejo de Cofradías. Aquello ocurrió el 13 de febrero de 1989 y causó un gran impacto en la hermandad: «Para mí fue una ilusión tremenda. También fue un poco el sentirte importante dentro de Sevilla, porque siempre pensábamos que San Bernardo era algo externo, algo que quedaba fuera».
La devoción: los que se quedan y los que vuelven
En el barrio, cuna del matador de toros Pepe Luis Vázquez –no en vano, la hermandad es conocida como la de los toreros– aún quedan reductos de solera y sabor auténtico de lo que en su día fue San Bernardo. Es el caso del citado bar Miguelete, en la antigua calle Ancha. Allí se reúnen casi a diario parroquianos que siguen viviendo en el barrio y otros que no para charlar, tomar una cerveza y rememorar viejos tiempos.
Uno de ellos es José Díaz, más conocido como 'el Poe', un carpintero y ebanista que también hace sus pinitos escribiendo poemas sobre San Bernardo y su cofradía: «Llevo viviendo aquí desde 1957. Se ha ido la gran mayoría de la gente». Recuerda los estragos que causó la riada de 1961 en las casas, que «eran muy modestas y estaban en muy mal estado», lo que provocó que muchos vecinos se marcharan a otras barriadas de nueva creación. Sin embargo, «la mayoría continuaron como hermanos. Mis hijos y nietos, toda mi familia es hermana».

Otro comercio que mantiene esa cercanía entre los vecinos es la tienda de reparación de calzado San Bernardo, que luce al Cristo de la Salud en su rótulo. Su fundador y gerente, José María Requena, se siente muy a gusto en la vida cotidiana de un enclave tan tranquilo y es consciente de la fuerza que aún hoy tiene la hermandad: «El barrio y la cofradía van cogidos de la mano. El que ha nacido en el barrio sabe que la hermandad se lleva en la sangre».
En su negocio, donde cuenta con cinturones de esparto y zapatos con hebilla para la Semana Santa, hay un lugar muy especial para una foto del crucificado atribuido a Andrés Cansino: «Me lo regaló un cliente al que le regalé unos zapatos porque venía con los suyos rotos. En agradecimiento por regalarle mis propios zapatos, que estaban prácticamente nuevos, me trajo de su casa al Cristo» en una estampa que fue bendecida por el recordado padre José Álvarez Allende. «Esta foto puede tener unos cuarenta años, y la tengo ahí como un tesoro».
Quienes se marcharon dejaron la semilla en sus descendientes. Así ocurre con Ángel Romero: «Mi abuelo nació aquí detrás de la parroquia, en la calle Marqués de Estella». Cuenta con orgullo a la vez que pesar que es «el único hermano que queda en la familia. Año tras año salimos, mi abuela me prepara la túnica y el capirote, y estoy orgulloso de representar a la familia y mantener el legado». Aunque no vive allí, «para mí sigue siendo mi barrio».
El lugar más emblemático: la calle Ancha
Tanto el Miguelete como la tienda de reparación de calzado se encuentran en la calle San Bernardo, que, como recuerda Fernando, «ha sido siempre la calle Ancha. Antes era de doble sentido. Era súper ancha, tenía mucha vida y no había apenas tráfico. Las vías del tren cortaban el acceso. Estábamos un poco aislados, el que venía tenía que venir expresamente, y actualmente tampoco pillamos de paso». A pesar de ello, todos sin excepción vuelven a casa el Miércoles Santo como los vencejos que retornan a Sevilla cada año por primavera.
Redacción: Pepe Trashorras
Imagen: Inma Guisado, Víctor Rodríguez
Edición: Inma Guisado, Jaime Álvarez
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