cultura
José María Jurado García-Posada: «Gustavo Adolfo Bécquer es precursor de la literatura del yo»
El poeta y colaborador de ABC presenta este miércoles el libro 'Bécquer 1862' (Ediciones Athenaica)
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José María Jurado García-Posada (Sevilla, 1974) presenta este miércoles en el Real Círculo de Labradores de Sevilla su libro 'Bécquer 1862. Un paseo literario por Sevilla' (Athenaica Ediciones). Se trata de un estudio imprescindible en el que apunta la hipótesis de que el poeta ... pudo haber regresado a Sevilla en ese año 1862.
-¿Cómo surgió la idea de hacer este libro sobre Bécquer?
-La editorial Athenaica me propuso escribir una breve guía de introducción al mundo becqueriano. Durante la preparación de este libro me encontré por azar con unos misteriosos reportajes sobre la Sevilla de 1862 que, para mi sorpresa, no habían sido aún objeto de estudio y que, además de presentar rasgos becquerianos, ofrecían una imagen nueva, vívida y fresca de la época. Con este material sobre la mesa, los 'athenaicos' Ignacio F. Garmendia, Adolfo Crespo y Manuel Rosal me sugirieron ampliar la mirada más allá de Bécquer y ofrecer también una visión de la Sevilla romántica. El resultado es esta guía literaria de Sevilla, que incorpora más de cien grabados de época.
-¿Por qué cree que hasta la fecha no se han encontrado pruebas evidentes de ese probable regreso de Bécquer a Sevilla en 1862?
-Sus biógrafos no dudan, en general, de que el regreso a Sevilla debió existir. No se explican, de otro modo, textos como 'La venta de los gatos' o 'La feria de Sevilla', en la que se describe la ciudad posterior al año 1854, en que Bécquer marchó a Madrid. Más dudas hay sobre la fecha del retorno: Rica Brown la ubica en 1861, Montesinos, en 1863, siguiendo las memorias de Julia Bécquer. El francés Robert Pageard, más analítico, ve en el texto sobre 'La Venta', aparecido en 1862, esta evidencia. Lo cierto es que en la primavera de 1862 se pierde la pista a Gustavo Adolfo y no lo encontramos ya sino en Noviercas (Soria) en el bautizo de su primer hijo a mediados de mayo. Se ha supuesto que cuando Bécquer escribía de la Sevilla contemporánea lo hacía de memoria o sobre informaciones de terceros, aunque la lógica de los textos lo contradice. En el retorno a la ciudad natal las huellas materiales se pierden, queda la borrosa memoria familiar.
-El libro tiene detrás un trabajo enorme de documentación. Me imagino que para usted, que es un confeso becqueriano, esa fase previa de investigación habrá sido apasionante.
-Disfruto mucho leyendo la prensa del siglo XIX, colecciono libros, objetos y documentos de época. Son como pasajes para un viaje en el tiempo. Seguir el rastro de estos textos ha sido una labor detectivesca y literaria, como vivir una aventura de Sherlock Holmes o ser protagonista de un cuento de Borges.
-Sean o no estas seis cartas de Bécquer, nadie puede negar que marcan el pulso vivo de la ciudad a pie de calle de una forma evidente y sin recurrir a los manidos estereotipos.
-La historiografía sevillana ha documentado de forma exhaustiva la presencia de la ciudad en los viajeros ingleses y franceses, pero quizá no se ha prestado suficiente atención a las crónicas de época. Creo que el principal interés de estas cartas no es solo su posible autoría becqueriana, con lo que esto supondría, sino la crónica a pie de calle de la ciudad en fiestas. Casi cámara en mano el reportero deambula de Sierpes a la Magdalena, describiendo las cofradías, la feria, los toros, los oficios en la Catedral, las fiestas flamencas y en el Palacio de los Montpensier en San Telmo, como si se tratara de una retransmisión de Andalucía Directo, pero desde la Sevilla de 1862.
-Además, se retratan aspectos fundamentales de esa Sevilla de 1862 como son la Semana Santa, la Feria y los toros. La ciudad no ha cambiado tanto 150 años después, ¿no cree?
-Sin embargo, apenas 50 años antes era una ciudad muy diferente, más triste y decadente. Sevilla entra en el siglo XIX inmersa en una profunda crisis de la que logra remontar gracias, precisamente a la revitalización de las cofradías y la creación de la feria, promovida por una pujante burguesía que concibe un modelo de ciudad que hemos heredado y que vuelve a ubicar a Sevilla en el mapa del mundo, varios siglos después de haber sido Puerta de Indias y caer en el olvido. Esta revitalización obedecía a un plan urbano y urbanístico que empieza a apostar por el turismo como fuente de ingresos. Impulsos como este no los volvió a vivir Sevilla hasta las exposiciones del 29 y del 92 y de alguna forma nos señalan ahora la importancia de definir un modelo de ciudad compartido por todos.
-La faceta de Bécquer como periodista sigue siendo muy desconocida por el gran público. ¿Por qué cree que pasa eso?
-La inmensa popularidad de las rimas y leyendas ha ocultado otros perfiles becquerianos cuando Bécquer es uno de los padres del periodismo literario en español. Ejerció como director de varias publicaciones donde colaboraban los mejores intelectuales de España y escribió crónicas perdurables a medio camino del relato y el reportaje, como es la propia 'Venta de los Gatos'. Es, además, un precursor de la tan en boga actualmente literatura del yo. Las «Cartas desde mi celda», que tanto impacto produjeron en su época, adquieren nuevos brillos si las leemos como lo que son, un anticipo de la moderna escritura de dietarios.
-¿Bécquer ha sido justamente estudiado en las últimas décadas o piensa que aún quedan cosas por descubrir sobre su vida y su obra?
-No hay duda de que los estudios becquerianos han alcanzado el máximo nivel gracias a la labor de profesores y estudiosos como Rogelio Reyes o Marta Palenque en la Universidad de Sevilla, Jesús Rubio en la Universidad de Zaragoza, Pilar Palomo en la Complutense o Joan Estruch Tobella, de la Universidad de Barcelona, reciente autor de la biografía más completa sobre Gustavo Adolfo. A esta labor siguen sumándose nuevos y jóvenes investigadores como Juan Carlos de Lara. En los últimos años varios documentalistas se han interesado por la figura de Bécquer y contamos con películas de divulgación que han ayudado a modificar la concepción de Bécquer como poeta enfermizo y angelical. En Sevilla ha sido importante y reconocida la labor de la asociación «Con los Bécquer en Sevilla» con Pilar Alcalá al frente. Respecto a la posibilidad de nuevos descubrimientos: la continua digitalización de las bibliotecas siempre podrá aportar nuevos documentos. Ojalá algún día recuperemos la primera edición perdida de las Rimas.
-Aparte de la labor que personas como usted desempeñaron y del esfuerzo de algunas asociaciones, ¿cree que el 150 aniversario de la muerte de Bécquer recibió todo el apoyo que merecía por parte de las administraciones públicas?
-Bécquer ha tenido mala suerte con sus conmemoraciones, el primer centenario de su nacimiento en 1936 coincide con la Guerra Civil, el primero de su nacimiento, en 1970, con los Procesos de Burgos, el 150 aniversario, en 2020, con la pandemia… Más allá de estos condicionantes hubiera sido deseable una mayor implicación de todas las administraciones, se trata de uno de los poetas más leídos, sino el que más, en España e Hispanoamérica, padre del 27 y de toda la poesía moderna en español. Como dice nuestro editor Ignacio F. Garmendia, «el culto a Bécquer aún une a los españoles». Esto es así, de Soria a Toledo o el Moncayo. Pienso que lo justo hubiera sido celebrar una conmemoración equivalente a la de los centenarios del Quijote o los centenarios de Juan Ramón Jiménez, Lorca o Cernuda.
-¿Cuál cree que va a ser la principal aportación de este libro dentro de la extensa bibliografía becqueriana?
-Más allá de reabrir la hipótesis de su estancia en Sevilla o la de proponer, solo como posibilidad, una atribución respecto a la que tendrán que pronunciar los expertos, creo que, sobre todo, incardina a Bécquer en el ambiente de su ciudad natal, no el de las academias y las influencias intelectuales, muy bien documentadas, sino en la Sevilla de los Montpensier que por muchas razones podríamos llamar con justicia, la Sevilla Becqueriana. En este sentido esta guía antologa todos los textos que Bécquer dedicó a Sevilla y los pone en el contexto histórico y social de la época. También, creo que contribuirá, a la reivindicación literaria del madrileño periódico El Contemporáneo, cuya redacción era mayoritariamente andaluza, y en el que, además de Bécquer, escribieron Juan Valera, Arístides Pongilioni o el sevillano Antonio María Fabié y que reclama una amplia antología, como modelo del periodismo decimonónico.
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