entrevista
«La serendipia es una de las claves del éxito de un científico, además de la curiosidad y de la creatividad»
El bioquímico e investigador Miguel Ángel de la Rosa, presidente de la Real Academia Sevillana de Ciencias, cree que «un científico es ante todo un descubridor como Colón»
«La IA puede ayudar a curar el cáncer y estará en la base de la biología molecular del futuro»
«Se está disparando el número de noticias falsas y las Academias deben ser un contrapeso que difunda conocimiento»
Inundaciones en Sevilla y el resto de Andalucía, en directo: última hora del desbordamiento del Guadalquivir, carreteras cortadas y estado de los embalses

Miguel Ángel de la Rosa Acosta es catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Sevilla. Se doctoró en 1981 en Ciencias Biológicas, en el Instituto de Bioquímica Vegetal y Fotosíntesis fundado por Manuel Losada Villasante, y completó su formación en el King' ... s College London. El actual presidente de la Real Academia Sevillana de Ciencias desarrolla su investigación en el Instituto de Investigaciones Químicas, perteneciente al Centro de Investigaciones Científicas Isla de la Cartuja (CIC-Cartuja, US-CSIC), del que fue director entre 2009 y 2018. Es autor o coautor de cuatro libros, dos patentes y más de doscientos artículos en revistas científicas, y ha impartido alrededor de doscientas conferencias por todo el mundo. De la Rosa ha presidido la Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular (SEBBM), de la que es medalla de honor, y es editor-jefe de la revista SEBBM. Es también académico ordinario de la Academia Europea.
-¿Cuál es el nivel de los científicos en Sevilla?
-Es muy bueno, en general, pero también es muy desconocido para casi todo el mundo. Tenemos magníficos investigadores con una proyección internacional muy reconocida.
-Hace 11 años se celebró en Sevilla el Congreso Mundial de Bioquímica y Biología Molecular. ¿Es uno de los campos en los que Sevilla es puntera?
-Sí. En Biomedicina y Biología Molecular tenemos dos centros muy importantes como el IBIS y Cabimer. También destacaría el Centro Andaluz de Biología del Desarrollo, que está en la Universidad Pablo de Olavide. Ese Congreso Mundial de Bioquímica y Biología Molecular es el único que se ha hecho hasta ahora en España. Recuerdo que vinieron unos 2.500 científicos de 70 países con 6 premios Nobel entre ellos. Me llamó la atención que uno de ellos, Venkatraman Ramakrishnan, de origen hindú, que trabaja en la Universidad de Cambridge, hablara español y le encantara el flamenco. El hombre venía con la ilusión de ver un espectáculo de flamenco en Sevilla. Sevilla se reconoce en el mundo por su arte, su arquitectura, su historia, pero no por su gran potencial científico.
-¿En qué más disciplinas científicas destacamos?
-Somos punteros en muchas disciplinas. Destacamos en microelectrónica con un centro de prestigio como el Instituto de Microelectrónica. También en Química hay grupos de primerísimo nivel, en catálisis y en lo que se denomina «química verde». También hay grupos de investigación señalados en energías renovables, como la fotovoltaica y eólica, y en robótica. Son grupos de ingeniería.
-Los investigadores españoles suelen quejarse de que la sociedad no valora su trabajo como es debido. Y que a diferencia de otros países como Estados Unidos, Corea del Sur o Japón, los políticos no destinan recursos públicos suficientes.
-Quizá la pandemia nos sirvió para darnos cuenta de la importancia de la ciencia. Si un grupo de científicos no hubiera dado con las vacunas ARN mensajero, seguramente hoy seguiríamos confinados en casa y con muchos muertos más. Es cierto que al otro lado del océano, en Estados Unidos, hay más confianza en la investigación científica que en Europa. Un colega norteamericano me explicó un día, durante la celebración de un panel de evaluación de proyectos, que cuando evaluamos a un investigador en Europa miramos su número de publicaciones, su prestigio, lo que ha hecho, dónde está. Y me decía que en Estados Unidos es justo lo contrario, es decir, para que te den el dinero no es tan importante lo que has hecho como lo que quieres hacer. En Europa también se valora mucho más la ciencia aplicada, mientras que en Estados Unidos se valora igualmente la ciencia básica. En Europa la pregunta del político es «¿esto para qué sirve?», cuando el afán del investigador debe ser descubrir y crear conocimiento, no la aplicación de ese conocimiento, que siempre vendrá posteriormente.
-¿Qué es un científico?
-Para mí un científico es ante todo un descubridor como Colón.
-A veces sin querer. O queriendo otra cosa...
-La serendipia es, además de la curiosidad y la creatividad, una de las claves de los éxitos en la investigación científica. Pero en España no se entiende bien la serendipia ni ese viaje a lo desconocido. El científico empezó siendo un filósofo de la naturaleza y su acepción moderna se adquiere en el siglo XIX con un término en inglés muy relacionado con el de artista. Precisamente por esa creatividad inherente al científico. Pero lo que ocurre ahora es que el concepto de científico se mezcla con el de tecnólogo, en el sentido de que se usa el conocimiento generado para aplicarlo y solucionar problemas, como hacen los ingenieros. La presión que ejercen los políticos para hacer ciencia aplicada es fruto de esa confusión entre el científico, que crea el conocimiento, y el tecnólogo, que aplica ese conocimiento. El proyecto Manhattan, que diseñó la bomba atómica que se lanzaría primero en Hiroshima y luego en Nagasaki en 1945, cambió por primera vez la forma de hacer ciencia uniendo a científicos e ingenieros. Los políticos se dieron cuenta de que poniendo juntos a los dos se puede ir más rápido en las aplicaciones.
-La tecnología militar es un ejemplo claro de ciencia aplicada. Y quizá donde más rápido se está avanzando, según estamos viendo en las guerras actuales.
-Y plantea al científico problemas éticos como le ocurrió en su día a Oppenheimer. Nadie quiere la guerra pero el ser humano es como es. Y en aquel entonces Hitler estaba cerca de conseguir la bomba atómica. Y el dilema era tirarla tú antes que el otro. En todo caso, el científico es una persona con las inquietudes y dilemas que tiene cualquier ciudadano.
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