Patrimonio
Los conventos sevillanos ante un futuro incierto
Su legado artístico es incalculable y las administraciones se están esforzando en la recuperación de las estancias de los cenobios
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Los conventos de Sevilla son un tesoro para la ciudad de un valor incalculable y que, en las últimos años, están perdiendo monjas por la falta de vocaciones. En 1996, las últimas clarisas abandonaron el monasterio de Santa Clara y, hace cuatro años, las concepcionistas ... se marcharon del cenobio del Socorro. Atrás dejaron un patrimonio histórico y artístico que todavía da quebraderos de cabeza a más de un alto cargo civil y eclesiástico. Ahí, se encuentra la recuperación lenta y costosa del primero de los recintos mencionados por parte del ayuntamiento y del arzobispado. En 2001, diversos espacios pasaron a formar parte del consistorio y, hasta una década después, no se pudieron ver los primeros resultados de la restauración.
En los últimos compases del gobierno municipal de Alfredo Sánchez Monteseirín, se inauguró el espacio Santa Clara y se pudieron ver el claustro, el refectorio o las escaleras. Durante los mandatos de Espadas y Antonio Muñoz, se han ido recuperando la torre de Don Fadrique y parte de su entorno. También, la Archidiócesis está actuando en la iglesia, con retablos de Juan Martínez Montañés y una azulejería de varios siglos atrás. A pesar del esfuerzo, todavía queda un tanto por ciento del terreno muy importante sobre el que hay que actuar para devolver el esplendor al antiguo monasterio de clarisas.
Además, ese antiguo cenobio es sólo uno de los muchos que podrían quedarse en ese estado en un futuro no muy lejano. En 2018, otro gran recinto perdió su comunidad monástica. El convento del Socorro se cerró a cal y canto y, desde entonces, se están intentando dar soluciones. Hay alguna propuesta sobre la mesa, aunque no está definida por completo. En su interior, se hallan la talla de la titular, la Virgen del Socorro, de alabastro; así como, un zócalo que recorre las paredes de la iglesia fabricado en la Cartuja de Sevilla en 1904, en colores blanco y azul.
Este edificio no sólo da a la calle Socorro, sino que también, a Bustos Tavera, por lo que gran parte de la manzana forman parte del antiguo conjunto de las concepcionistas. Otro gran cenobio con pocas hermanas es el del Espíritu Santo con un templo muy hermoso que da a la calle que tiene el mismo nombre que el convento y unas estancias que lindan con el palacio de las Dueñas. Apenas quedan 7 monjas y la cofradía de Montesión es la que más contacto tiene con esta comunidad y existe un proyecto de la corporación para albergar una posible residencia de mayores.
Mantenimiento
Las órdenes necesitan apoyo constante para el mantenimiento de estos grandes edificios que, en otros tiempos, tenían importantes donaciones por parte de nobles y otros mecenas para ampliar los templos o ejecutar retablos. La muestra de ello son los altares de diversos santos realizados por talleres como el de los hermanos Ribas o Pedro Roldán durante el siglo XVII. Todo ese patrimonio se ha ido acumulando con el paso de los siglos y, en la actualidad, se necesita una ingente cantidad de dinero para su conservación. Se están haciendo actuaciones en el convento de Santa Inés de la calle Doña María Coronel, en la que fuera la casa del portero, así como hay proyecto para actuar en el claustro, el cual ha sufrido varias décadas por la dejación de la Junta de Andalucía a pesar del acuerdo que se firmo con la comunidad durante los años 90 para restaurar el espacio monumental a cambio de ceder una serie de salas para exposiciones.
Otras restauraciones que han supuesto una inversión importante por parte, en este caso, del Ayuntamiento de Sevilla, ha sido en el convento de Madre de Dios de la calle San José. En el cenobio, quedan menos de diez monjas y se ha estado trabajando desde 2016 en la iglesia y en la portada. Durante este tiempo, se quitó la capa de hormigón de la cubierta y se sustituyó por un sistema pionero, colocando de madrugada una enorme estructura metálica cimentada sobre los propios muros, de forma que soportara la carga de las dos armaduras que estaban hundiendo el arco toral que se sitúa entre la divisoria del presbiterio y que corría serio riesgo de colapso. Además, se restauró el coro y la fachada, donde se recuperó el color y el material original. Se intervino en la portada de Juan de Oviedo, y se sacaron a la luz las policromías originales de los escudos, incluso de la encarnadura de la Virgen que corona el pórtico. Se espera que el templo pueda abrirse de nuevo en el mes de octubre.
Otra comunidad que posee un hermoso convento y que tiene pocas religiosas es la de las Mínimas de Triana. Apenas son cinco monjas y abren casi todos los días su iglesia para la eucaristía. Los vecinos acuden a este rincón de la calle Pagés del Corro para cuidar a la última orden monástica del arrabal.

Asimismo, hay monasterios como el de San Clemente que, en 2020, quisieron alquilar parte de sus estancias para mantener este conjunto de Bien de Interés Cultural. La zona que se anunciaba para su arrendamiento ya fue sometida a una importante restauración en base a un acuerdo de concesión por un cuarto de siglo que permitió al Ayuntamiento de Sevilla usarlo como su pabellón en la Exposición Universal de 1992 y después, como sala de usos culturales. Hace un tiempo, expiró la concesión, que en su día fueron los antiguos dormitorios del monasterio, volvieron a la congregación de las hermanas cistercienses. Desde 2018, la zona restaurada no ha vuelto a usarse. Se trataba de unos 1.200 metros cuadrados con posibilidad de ampliarse la zona en arrendamiento hasta los 2.200 metros cuadrados, para lo cual ya haría falta realizar una inversión con el fin de adaptar los espacios.
Los nuevos lugares de alquiler eran unos espacios en torno al patio de la abadesa, donde las hermanas tienen dependencias en las que acopian materiales y útiles de mantenimiento. Sin embargo, los posibles nuevos usos no impediría la vida conventual de la congregación, que utiliza el patio del noviciado, que cuenta con dos niveles de arcadas que tienen el sello de destacados arquitectos y maestros. Las últimas noticias han sido que las hermanas declinaron realizar esta operación de arrendamiento.
Otras órdenes, como las Capuchinas de Santa Rosalía, alquilan algunas de sus salas para eventos, de cara a poder obtener ingresos y seguir manteniendo su iglesia con los retablos de Cayetano de Acosta. Estas son sólo algunas de las ideas de las comunidades religiosas que existen en la ciudad para poder conservar su vasto patrimonio a pesar de ir perdiendo monjas, así como la disminución de vocaciones. Estos elementos provocan un futuro incierto en los cenobios sevillanos, los cuales tienen que continuar con su labor espiritual en el día a día, así como con el cuidado de unos conjuntos excepcionales.
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