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'Xulería': el rock andaluz de la Alameda no ha muerto, se llama Sevilla Distorsión

El grupo sevillano saca su segundo LP, 'Xulería', con la producción de Juan Medina y David Moreira

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'Xulería', el nuevo disco de Sevilla Distorsión E. M. M.

E. M. Malpartida

Sevilla

La voz de Jero García (Sevilla, 1993) es honda y grave. Cuando habla parece que el ruido de la Alameda de Hércules se diluye. «Llevamos una semana sin vernos», confiesa, después de disculparse por llegar tarde al encuentro. Ha venido en bicicleta y la deja aparcada a la puerta del bar. De lejos aparece su compañero Pablo Donoso (Sevilla, 1995) arrastrando la guitarra, el ampli y los pedales en un carrito. Él y Juan Rodríguez (Sevilla, 1996), batería y tercer pilar de Sevilla Distorsión, tienen bolo esa noche en el bar Mutante con otros músicos. Juan tarda solo unos minutos más en llegar. «Es verdad, llevamos una semana sin vernos», confirma Pablo un poco sofocado por el trayecto hasta el bar, cargado de bultos.

—No es muy común esto, ¿eh? Siempre estamos juntos —aclara Juan con media sonrisa.

—Hemos cancelado un par de conciertos y lo hemos aprovechado para hacer un mini parón porque estamos a tope con la salida del disco. Te podrás imaginar —responde Jero.

Concierto Sevilla Distorsión

  • Dónde: Sala Custom

  • Dirección: C. Metalurgia, 25, 41007, Sevilla

  • Cuándo: 11 de octubre

  • Precio: 16,50€.

  • Entradas: Pincha aquí

El último trabajo del que hablan, 'Xulería' (2024, autogestionado), ha sido producido junto a Juan Medina y David Moreira. El sonido es una apuesta por romper con lo anterior, pero no con su identidad como banda. «Sevilla Distorsión es un grupo de rock andaluz», apostilla Jero. «Nunca se sabe de qué va a ir el siguiente disco, así que es eso, rock andaluz», se cerciora de aclarar.

La diferencia de estilos entre los tres es evidente. Hay hechuras de flamenquería en Jero, que lleva un seño negro lacrado en el dedo, un par de medallones de oro gruesos y una camiseta negra de Gilipojazz (un power trío madrileño de jazz-funk) y tiene una barba densa y perfilada. Juan luce un corte de cortina noventero y gafas finas doradas que se quita para la foto; Pablo viste una camisa de rombos con unas gafas de sol ahumadas y setenteras sobre los rizos algo alborotados.

La palabra «tribu» saldrá un par de veces en la conversación, pero ninguno luce emblemas o señas de pertenecer a alguna de ellas: son pura Alameda. Fusión entre lo moderno y lo cani, entre lo tradicional y la vanguardia, lo que viene a ser gente con personalidad y estilo propio. Aunque se consideran herederos de esta escena, estos tres músicos no solo recogen el testigo de otras generaciones, sino que mantienen vivo el espíritu experimental de Pata Negra al proponer un sonido que pertenece a este momento. A la época que les ha tocado vivir.

Cuando formaron el grupo hace cinco años decidieron hacerlo abanderando el rock andaluz con una propuesta que fluye entre la fusión, el flamenco, el rock progresivo, el jazz, la electrónica y lo urbano, pero que bebe del imaginario andaluz, de la calle, del lenguaje cotidiano y de escenas tan poéticas como violentas. La suya es una música que va contra las fórmulas, un atentado directo contra los algoritmos. «Es resultado de ese espíritu que nos caracteriza, dar rienda suelta a la creatividad y a la voz que tenemos dentro», explica Juan.

Su compañero Jero recoge el testigo: «Nuestras recompensas no son las que nos puede dar el algoritmo, que de repente un reel se dispare y tenga un millón de visualizaciones, ¿sabes? O tocar en un sitio súper guay con mucha gente, porque si hiciéramos eso, renunciando a lo que de verdad nos mola, creo que no nos sentiríamos satisfechos».

—Uno de los pegamentos fuertes del grupo es la marca de identidad: estamos en esto juntos, en un aprendizaje constante y esto es lo que tenemos que ofrecer—apostilla Juan, entre risas—.

—Hay una voluntad de romper, eso nos pone cachondos —espeta Pablo riendo, pero con mirada seria—. Nos gusta romper con lo que hacemos. ¿El primero ha sido más rock andaluz? El segundo nada que ver. ¿El tercero? A saber.

—¡Uno de cumbias! —bromea Juan.

Este disco, como el grupo, es una apuesta sonora. «Cualquier persona que lo escuche… le gustará más o menos, pero una experiencia se lleva para casa. El viaje se lo lleva gratis. Va a tener una aceptación muy guapa, al menos es diferente a todo lo que yo conozco», esgrime Pablo. «La gente que se lo ha escuchado me ha dicho también que se lo ha escuchado cuatro veces del tirón», agrega Jero.

Sevilla Distorsión es pura Alameda porque nace y crece aquí. En la calle, en los locales, en la escena underground de los artistas que van de bolo en bolo picando piedra. La semilla de todo la siembra Pablo. «Me llamó un día para un proyecto, Lentejas Los Lunes, un swing arrabalero gato jazz muy guay, y luego contactamos con Jero que rulaba como cantautor por la Alameda, nos conocimos y surgió una química interesante», explica Juan. Como Jero ya tenía esos temas casi listos decidieron grabar un disco para él en calidad de músicos contratados, «pero nos juntamos en el local, funcionó y hubo química, vimos que podíamos dar rienda suelta a nuestra creatividad y propusimos formar una banda».

Jero García, Juan Rodríguez y Pablo Donoso, los tres pilares de Sevilla Distorsión E. M. Malpartida

Desde el cero más absoluto el proyecto comienza a abrirse paso en una escena donde reinan nombres como Califato 3x4 o Derby Motoreta's Burrito Kachimba: «No tenemos ningún padrino, somos chavales que empezamos desde abajo y somos trabajadores de la música», cuenta Pablo. «En el primer disco todo salía de nuestro teléfono». Ahora la cosa ha cambiado. Con este segundo trabajo se ha sumado al proyecto el equipo de Taste the Floor. «Estamos contentos de poder, por fin, delegar en profesionales que conduzcan el proyecto con experiencia», confiesa el guitarrista.

Este grupo es para estos tres músicos algo tan «vital» como profesional, pues les ha cambiado la vida al punto de que han tenido que apostarlo casi todo por él. «Me han echado de mil trabajos por Sevilla Distorsión», ríe Jero. «No lo puedes compaginar. ¿Después de diez horas vas a llegar y te vas a poner a tocar? A nivel amateur sí, pero profesional no», confirma Donoso, quizás el «más músico» de los tres, según sus compañeros, o al menos el que empezó más joven.

—Empecé en la música con 13 años, una época en el instituto en que me hicieron bullying mis compañeros de clase, entonces me refugié en la música, mi padre tenía una guitarra, la cogí y empecé a tocar —explica el guitarrista que, además de músico, es bioquímico y master en Educación aunque, confiesa, nunca ejerció.

En su primer año de filología inglesa, Juan Rodríguez empezó a tocar la batería y ahí se planteó el debate: «Pensé, vale, esto es mi pasión, pero tengo que estudiar una carrera. Fue algo que se fue diluyendo hasta que llegó Sevilla Distorsión, mi decisión de dedicarme a la música es con este proyecto».

—Este es mi primer grupo y tuve la suerte de encontrarme una sorpresa gorda, del tirón. Han venido muchas cosas de golpe, por ejemplo, el tercer concierto que di en mi vida tenía la sala Malandar llena, ¿sabes? —confiesa Jero, algo nervioso, rascándose el brazo mientras habla.

Mira primero a los ojos, luego a la Alameda y luego vuelve a los ojos otra vez. «Nunca había pensado dedicarme a la música pero siempre había tonteado a nivel amateur», relata el compositor y vocalista del grupo. «Un año antes de empezar Sevilla Distorsión pasé una depresión bastante gorda por las drogas, tuve una época chunga, me volqué muchísimo en la guitarra. La cogía ocho horas al día para calmar la mente y dije: quillo, voy a mandarlo todo a tomar por culo, para esto es para lo que valgo».

De ahí nacieron aquellos primeros temas que compartiría posteriormente con Pablo y Juan para grabarlos juntos. «Empecé a publicar canciones y sabía que el rollo que yo tenía y mi máxima aspiración era hacer Pata Negra 2, pero me faltaban recursos y aprendizaje y hacía falta algo más. Luego me lo enseñaron ellos. Por eso los busqué para grabar un disco y a partir de ahí surgió la banda y parece que se está convirtiendo en una profesión».

Un sonido para salirse del tiesto

Este grupo, que nunca había orbitado cerca de algo parecido a la industria, pasa con su segundo trabajo a trabajar con una oficina como Taste The Floor [La Plazuela, Califato 3x4] y a producir el disco junto a Juan Medina. «Nuestra primera sesión de fotos ha sido con este proyecto, por ejemplo. El primer videoclip es con este proyecto. Este es el que nos ha hecho pasar de ser amateurs o músicos de sesión a estar en la industria y que la gente sepa quiénes somos», afirma Jero.

Tras cerrar el ciclo de su primer disco llega noviembre de 2023 y, con él, despuntan las nuevas canciones. «En tres meses compusimos el grueso de 'Xulería'», puntualiza Juan. «Componíamos un par de días o tres a la semana. Luego nos metimos a maquetar con David Moreira, allí terminamos ciertas composiciones, David metió sintes, teclados y algún bajo, después fuimos ya con Juan Medina a Mallorca. Allí grabamos baterías, guitarras y voces. Luego llegó la mezcla y reamplificación en Sputnik y finalmente masterizamos aquí. Un disco Frankenstein», resume.

Los tres reconocen que, en este proyecto, la visión de Juan Medina [Juanito Makandé] ha sido fundamental para encontrar su esencia.

—Sin Juan el disco no hubiera sonado así ni hubiera tenido la identidad que tiene —esgrime Pablo— porque ya no es una cuestión de en qué frecuencia resuenan los graves, él ha dejado ahí su impronta igual que David.

—Si no fuera por él, el disco no es que fuera cercano al primero, pero se habría sentido como algo más añejo y menos moderno —añade Juan Rodríguez.

La grabación ha sido una experiencia para estos tres músicos que va más allá de lo profesional. Donoso, de hecho, destaca el trato de Juan Medina con la banda: «Desde el minuto uno te escucha, tiene esa humildad que a lo mejor no tendría por qué tener por quién es y su trayectoria y su reconocimiento, pero la tiene. Tocando la guitarra con él sentía respeto, que está aprendiendo de ti, y eso que él es un bicharraco gordo en esto. Y decir, joder, qué grande te hace esto». Rodríguez coincide con su compañero: «Es uno de los motivos por los que es tan buen músico. Tiene una humildad y cercanía que te hacen sentir como un igual, cuando él es un titán».

Esta colaboración profesional, para un grupo que no viene de la industria, se produce de forma natural, como todo lo que hace la banda: no hay nada buscado, nada pretendido, nada impostado. «Queremos que la gente se acerque a nosotros por nuestro trabajo no porque seamos unos arrimaos que estamos detrás de la gente», resuelve Jero.

—No es de forma arrogante —aclara Donoso—sino porque queremos que sea de una manera natural y no impostada.

—Eso para nosotros es importante —reafirma Jero—no queremos hacer una colaboración o trabajar con alguien porque lo hemos conseguido, sino porque de verdad nos lo hemos ganado y estamos a la altura de la situación.

Y así, de forma natural, Juan Medina se acerca a ellos. Tras la salida de su primer disco, el músico linense comparte la música de Sevilla Distorsión en sus redes de forma altruista, mostrando así su interés —al menos como melómano— en el proyecto. «Cuando llegó el momento le contacté y le dije que queríamos grabar un disco, pero que íbamos con lo puesto y un par de calzoncillos. Sin discográfica detrás. Y que si grabábamos con alguien era para que se volcara completamente», relata Jero. «Él lo vio y se metió como si el disco fuera suyo, a muerte con él. Esto es importante para nosotros porque él habla el idioma de todos nosotros. Verte con una persona así es muy nutritivo a nivel musical».

Andalucía, las letras y las modas

El grupo viene de unas semanas de descanso tras haber causado muy buenas sensaciones en las fiestas de San Isidro en Madrid. «La propuesta [de Despeñaperros para arriba] entra muy bien», afirma Pablo asintiendo con firmeza. «Aquí las referencias las pillan al vuelo», explica, «pero allí también cogen algunas de ellas». Jero confirma esa sensación: «Está al alza la fusión con la tradición andaluza. Es un hecho. Se está poniendo de moda».

—La nueva ola de música andaluza, o con dejes andaluces… —reflexiona Pablo—parece que todo el mundo quiere coger ese filón. Nosotros somos andaluces, nos pertenece de alguna manera.

—Una cosa es la moda y otra prostituirse con la moda y no tener nada que aportar. Ver lo que funciona y subirte al barco —señala Jero.

Andalucía vende. Es una realidad, como afirma Jero, quien además confiesa que hay artistas de la escena que han tenido muchas propuestas de marcas que han rechazado por esta cuestión. «A mí me han llamado de La Voz para que fuera a cantar lere leredos veces y no me mola», explica. «Al grupo entero nos llamaron de Factor X, lo están relanzando y nos llamaron para el casting, pero dijimos que no», añade Donoso. «Ofertas hemos tenido por doquier y las rechazamos porque queremos coger el buen camino».

En la escena musical, ellos entienden el andalucismo como una cuestión de clases, algo que se ve reflejado en sus letras, siempre poéticas pero también reivindicativas, divertidas, algo violentas, con un punto de humor e ironía. Como 'Me la suda', una historia sobre una fiesta de pijos a la que no les dejan entrar.

«Ese tema, pues no sé, no nos dejaron entrar en una fiesta y se la liamos allí, ¿sabes?», explica el compositor de temas como 'Xulería', 'Pajarillo' o 'Mercedes rosa'. «La historia habla de una vez que no nos dejaron entrar en una fiesta de pijos y es como nos sentimos muchas veces en el panorama indie, la verdad, que la gente piensa dónde van estos tíos con esa pinta tan rara. No saben si somos canis, frikis, si les vamos a robar o a enseñar música».

—El mensaje andaluz tiene que ser de clase, es la historia de nuestra tierra —declara Pablo—. Aunque sea representado con una fiesta de pijos, o con la situación cotidiana que tú elijas, pero es que ahí está Andalucía y lo que somos.

—Nuestra forma de reivindicar la escena andaluza es ser nosotros mismos —añade Juan.

—No hay mayor reivindicación que ser tú mismo —concluye Jero, dejando entrever la química de esa dinámica con la que surgen las canciones.

Aparte de la cuestión andaluza, estas canciones habitan un imaginario que bebe de muchas referencias. El patrimonio de las letras apunta Donoso, es de Jero. «En general las temáticas de las canciones son un poco sin pensar mucho lo que vamos a hacer. Somos gente que ha vivido sus historias y al final uno escribe y plasma eso», aclara el compositor. Escuchar el disco es correr el riesgo de que te ocupen la mente los versos y estribillos de las canciones, como el de 'Xulería': «Que yo lo rompo todo / porque soy diferente / tú lo qu'ere un mongolo / que copia de la gente».

Las influencias de este joven compositor a la hora de escribir van de la música electrónica, el rap y el rock a García Lorca, Bécquer y la poesía del 27. «Al final, los flamencos no hablan tanto de calle y más de amor, pero tienen más calle que ninguno. Lo que pasa es que ninguno ha encontrado ese canal», reflexiona. «El otro día una chavala súper flamenca de Triana, que tiene más calle que nadie, decía que no podía cantar palabrotas porque, si no, la gente no la iba a escuchar. A lo mejor es que no ha encontrado la manera de tirarlo. Eso es lo bueno de la música, que cabe todo».

El segundo disco, una apuesta

Este segundo trabajo de la banda hispalense ha cambiado algunas cosas dentro y fuera del grupo, aunque de momento las sensaciones del cambio solo se perciben de forma interna. «La aceptación es genial, aunque se siente en temas de autogestión y oficina», recalca Pablo. «Tampoco sabemos qué dimensión va a coger el disco. El público decidirá si es una subida o un subidón». Aunque ya hay cosas que han empezado a cambiar. Un ejemplo de algo que hasta ahora no les había pasado es que tuvieran que cortar una calle en el Real de la Jara porque estaban rodando un videoclip con Verónica Morales (La Cura). «El pueblo se movilizó», recuerda Juan. «Vino hasta el alcalde para llevarnos en una furgoneta por allí», rememora Jero con una sonrisa.

Otra señal de que la cosa funciona es cómo de amplio es el público que está acogiendo este disco en sus casas. «La música suele tener un nicho concreto y nosotros tenemos la suerte de que nos escuchan chavalitos de 20 años de la Alameda, de esos que se tatúan una cruz en la frente y no sabes de qué tribu urbana son, y luego nos escucha el padre del chavalito. Disfrutamos mucho con eso», comenta Jero. «Hemos tocado con Los del Río hace dos semanas y nos hemos subido a un escenario con Pedro La Droga. Si abarcamos ese target para nosotros es gratificante. Representa al grupo, somos muy dispares y eso que sentimos a nivel interno se nota fuera».

Juan añade algo importante en cuanto a la recepción del disco y la identidad del grupo: los directos. «Eso sí es tangible y está siendo muy positivo. Coño, cuando la gente se traga un concierto de una hora de putas locuras, de gente canija dando patadas en el escenario o poniendo caras raras y te lo agradecen, y te dan amor por las redes… Eso nos hace sentir muy bien. Esa es la aceptación, más que un número en Instagram o Spotify», aclara. «Lo nuestro no va de números», reafirma Pablo. «Eso está claro. Si no, no estaríamos aquí», remata Jero volviendo la mirada a la Alameda, que sigue con su ruido y con su bullicio, como asintiendo.

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