La Alberca
El señor Juan Espadas
Ojalá el PSOE pueda recuperar algún día al que fue alcalde de Sevilla antes de ser engullido por el sanchismo

PUDO haber sido alcalde de Sevilla muchos años más porque había encontrado el punto débil de la ciudad, sabía manejarse en ella con naturalidad, sin molestar a la parte conservadora y sin aburrir a sus propios votantes. Juan Espadas es un hombre de buenos principios, ... muy trabajador, afable, conocedor de los entresijos de la ciudad y gestor de acreditada solvencia. Pero cuando escuchó las campanas de Madrid dejó de escuchar las de la Giralda. Y ese fue su gran error. Hay que entender que cuando el partido te reclama para una aventura mayor es muy difícil renunciar al caramelo. Yo me pongo en su pellejo y soy incapaz de reprocharle el salto. Pero también creo profundamente en el evangelio flamenco: en mi hambre mando yo. Es fácil decir que Espadas se equivocó aceptando la oferta de Pedro Sánchez de dejar la Alcaldía de la cuarta ciudad de España para dirigir el PSOE andaluz e intentar ser el presidente de la Junta. Cuesta rechazar una oferta así. Sin embargo, no es difícil entender que las elecciones vitales no se pueden decidir a la ligera ni bajo presión. Y, sobre todo, uno tiene que seguir siendo el mismo donde quiera que esté. Y eso es lo que muchos sevillanos no hemos terminado de entender de Espadas. Por qué desde la posición de líder del PSOE andaluz ha defendido posturas que jamás habría promovido como alcalde. Cualquiera que le conozca un poco sabe que su paso por la secretaría general socialista le ha incomodado mucho. Nunca hemos llegado a ver al verdadero Juan Espadas en ese cargo, no sé si porque ha recibido demasiadas presiones desde Ferraz o porque se encontró un partido desbaratado. O por las dos cosas. La realidad es que a veces he visto a Espadas en esta última etapa proclamando ideas que no me parecían creíbles. La más clara ha sido la amnistía. Ni una sola vez ha hablado de ella sin titubear.
Yo creo, de corazón, que Juan Espadas es una buena persona y un buen político. Y también pienso que el sanchismo es un modelo en el que él no encaja. Nunca se sabe cuál será el futuro del PSOE, pero ojalá el partido tome caminos que le puedan resultar más llanos y le recupere para nuevos retos. Porque alguien que como alcalde ha sabido encontrar consensos en una ciudad tan dual como Sevilla no puede acabar su trayectoria por la puerta de atrás. En estos dos últimos años he discrepado profundamente con sus posiciones y, he de reconocerlo, también he sufrido. Siempre he tenido la impresión de que, más allá de las ideas de cada uno, con Espadas se puede hablar dentro de unos márgenes naturales de educación, respeto, empatía y, por qué no, discusión. Por eso creo que fue un buen alcalde. Ni él tuvo que renunciar a sus principios socialistas para ser bien acogido en los círculos conservadores, ni al contrario. La ciudad mejoró durante su mandato. Y el partido ha perdido con él fuera del Ayuntamiento. Avatares de la política. Pero el desacuerdo no es sinónimo de desafecto. Y para mí Juan Espadas será siempre un señor y un venerable alcalde de Sevilla.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete