LA ALBERCA
El paraguas sevillano
El tren de borrascas va a acabar con nosotros y nos va a costar un dineral en paraguas olvidados en los bares

Lo del Moranco cogiendo percebes en el río, como si la Ría de Muros se hubiese derramado por Triana en este tren de borrascas que nos ahoga, es el chiste más elocuente sobre las duquelas que estamos pasando los sevillanos estas semanas. A mí que ... no me vengan con el cuento de que no sabemos vivir con lluvia, que en La Coruña la gente está acostumbrada y hace vida normal o que no estamos preparados para el agua. ¿Es que acaso en El Ferrol están preparados para los 40 grados a la sombra que nos comemos aquí en verano? ¡Pues claro que no sabemos vivir con lluvia! Y a mucha honra. El sevillano pierde tres paraguas al año, uno por cada día que llueve, porque siempre sale de su casa a pelo y se tiene que meter en un bazar a llevarse uno de urgencia que luego, cuando se va del sitio aprovechando la clarita, se deja olvidado. Aquí los paraguas son de usar y tirar. Y por lo tanto Sevilla es la ciudad europea con las ventas de paraguas más altas, más incluso que Londres. Tampoco usa mucha gente por estas tierras la gabardina. Y si la usa, es falsa. Es decir, se cala. Es una simulación de gabardina pensada simplemente para el roneo. Del chubasquero ni hablamos. Esa es prenda antisevillana porque no transpira y genera un clima interno que ríase usted del calentamiento global. Con chubasquero no se moja uno con lo que cae del cielo, pero se pone chorreando de sudor. Las botas de agua son para los niños para saltar en los charcos, principalmente con olor a mercadillo y estampados de colores, y para los pescaderos. Los pocos sevillanos que tienen botas de agua para la lluvia las guardan en el altillo y, cuando viene una dana, se dicen a sí mismos: «Vaya rollo ahora tener que subirme a cogerlas». Solución: el primer calzado de cordones que esté a la mano. Nosotros salimos a la calle los días de lluvia con ropa de entretiempo, habiendo estudiado el itinerario de soportales y con zapatos de material. Los de goma los dejamos para cuando sale el sol. Este dato se sabe mirando el dineral que lleva gastado el Ayuntamiento en indemnizaciones por resbalones con resultado de fractura de cadera.
Nuestro refugio cuando aprieta la tormenta siempre es la taberna. Del tiempo que dure el chaparrón dependerá el punto de alegría con el que llegamos a casa. Si jarrea de forma continua, pon otra, Juan, que no veas la que está cayendo. Si para de repente, cóbrate, Juan, que voy con prisa. Aquí las alcantarillas expulsan agua, no se la beben. Y los alcorques son hermosos aljibes andalusíes cuando llueve tres días seguidos. A nadie en Sevilla le interesa la información del tiempo salvo en verano, para saber si puede ahorrarse el gasto del aire acondicionado, o en Semana Santa, que es cuando descubrimos que esta es la ciudad de los meteorólogos. Cada hermandad tiene uno propio. Por ahora el mejor es el del Santo Entierro. Un genio vaticinando claritas. Se comenta que el Cachorro está estudiando su fichaje. Porque a este sólo le supera el de la cabalgata de Reyes, que este año adelantó la salida y provocó que el otro día, con la que está cayendo, mi vecino abriese por fin el paraguas y se llevase un caramelazo.
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