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El Rocío es compartir: así es un día de romería en una casa de hermandad

El Rocío 2024

Cada una de las hermandades tiene sus propios ritos e invita con carácter de acogida a todo aquel que quiera participar en los mismos como si fuera uno más

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El Rocío es un cúmulo de vivencias y buenos momentos compartidos raúl doblado
Pepe Trashorras

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El Rocío sería algo muy diferente ―y mucho peor, sin duda alguna― a lo que es sin el colosal ejercicio de convivencia y hermandad en todos los sentidos que supone. Compartir adquiere en la romería almonteña una dimensión especialmente amplia y profunda, que va desde los momentos más íntimos como dormir con tu reunión en la carriola hasta otros donde la algarabía es la protagonista, como celebrar auténticos convites a los que todo el mundo está invitado en las casas de hermandad. En lo que llevamos de romería ya se han vivido muchos de estos ratos para el recuerdo de todos los presentes.

Quien escribe ha podido estar presente en algunos de ellos, como el vía lucis celebrado por la hermandad de Benacazón en la medianoche del viernes al sábado, con posterior cante de sevillanas en el porche de la casa hermandad, a la luz de la luna, o la salida de los romeros benacazoneros a la vecina hermandad de Umbrete el día siguiente, donde peregrinos de uno y otro municipio actúan como si fuesen de uno solo.

La hermandad de Triana llega a la presentación en la ermita directamente desde su paso por el puente del Ajolí. Una vez termina de postrarse ante la Blanca Paloma, la comitiva de en torno a cinco mil romeros y decenas de carretas pone rumbo a su casa de hermandad para depositarlas y comenzar a almorzar.

Peregrinos de Triana comiendo su tradicional cocido Pepe Trashorras

El sábado es día de tradicional cocido en el arco número ocho de los trianeros, lo que significa un elemento de unión entre los romeros, sus familias y las personas que año tras año acuden invitadas para pasar un rato de convivencia, pues, además de la devoción, El Rocío es buen humor a raudales, que diría Manuel Pareja-Obregón. Por si fuera poco, este año el cocido ha ido seguido de una tarta de cumpleaños para un veterano carretero al que su familia y reunión querían sorprender. Y tanto que lo han conseguido.

La de Huévar del Aljarafe, por su parte, se presenta ante la Blanca Paloma sobre las cinco y media de la tarde del sábado. Cuando sus romeros vuelven a la casa de hermandad, ubicada justo al lado de la ermita, el hermano mayor (que se renueva cada año) invita a todos los niños de la corporación a un gran banquete de dulces, golosinas y demás manjares que hacen las delicias de los rocieros más pequeños. Tras ello, jóvenes y mayores disfrutan de momentos muy alegres, siempre junto al simpecado y pensando en la temprana visita con la que la Virgen del Rocío los obsequiará el lunes de madrugada.

No puede hablarse de rutinas en lo que a un día en la casa en la aldea de El Rocío se refiere, puesto que son apenas tres días de celebración y siempre hay novedades y sucesos espontáneos que le dan vidilla y hacen de cada romería única entre el resto. Pero, sin duda, lo que nunca cambia es el carácter acogedor y familiar en la mayoría de los casos muestran con quien llega de fuera. El espíritu samaritano alcanza en El Rocío su máximo esplendor, como reza la clásica sevillana: «Para ser buen rociero, primero hay que ser cristiano».

Romeros de las hermandades de Umbrete y Benacazón Pepe Trashorras

Cantar, comer, beber e incluso domir es algo extendido a todos por igual, ya sean propios o ajenos. No en vano, la letra de aquella otra sevillana que dice «En mi casa hermandad hay un sitio para ti si cuando llegue la noche no tienes donde dormir» se cumple a la perfección, y quien escribe lo sabe por experiencia propia, en la hermandad de Benacazón. Allí lo dan todo sin pedir nada a cambio. En ese retirado rincón de la aldea es imposible sentirse un extraño gracias al enorme corazón de sus romeros.

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