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Quién era Ana María de Soto: la cordobesa que se hizo pasar por hombre para ser Sargento de la Armada Española

La cordobesa que desafió las normas y luchó en el mar

La historia de Ana María de Soto, una cordobesa especial ABC

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En una época en la que las mujeres tenían vetado el acceso al ejército, Ana María de Soto logró alistarse en la Armada española haciéndose pasar por hombre. Su valentía le valió el reconocimiento del propio rey Carlos IV, convirtiéndola en la primera mujer sargento de la Infantería de Marina.

Una joven que desafió las expectativas

Nacida el 16 de agosto de 1775 en Aguilar de la Frontera, Córdoba, Ana María de Soto creció con el sueño de una vida distinta a la que la sociedad le tenía reservada. A los 16 años, decidida a formar parte de la Armada, se hizo pasar por hombre bajo el nombre de Antonio María de Soto. Con este engaño logró ingresar en la sexta compañía del undécimo batallón de Infantería de Marina en 1793, lista para combatir en plena guerra contra la Francia revolucionaria.

Ana María embarcó en la fragata Nuestra Señora de las Mercedes y posteriormente en otros navíos como Balvina, Santa Dorotea y Matilde. Durante su servicio, participó en importantes enfrentamientos como los ataques en Bányuls, la defensa de Rosas en 1794 y la histórica batalla del Cabo de San Vicente en 1797, donde la flota española intentó resistir el embate de la poderosa marina británica comandada por el almirante John Jervis.

También luchó en la defensa de Cádiz contra la escuadra inglesa y formó parte de las lanchas cañoneras organizadas por el general José de Mazarredo. Su desempeño en el campo de batalla demostró su valentía y compromiso con la defensa del país.

El descubrimiento de su identidad y el reconocimiento real

El destino de Ana María tomó un giro inesperado en 1798 mientras servía a bordo de la fragata Matilde. Una grave enfermedad con fiebres altas la obligó a someterse a un reconocimiento médico, lo que llevó al descubrimiento de su verdadera identidad. Por suerte, en vez de ser castigada por su engaño, su coraje y dedicación fueron recompensados.

Por orden del rey Carlos IV, recibió el grado de sargento primero y una pensión vitalicia de dos reales diarios. Además, se le permitió vestir los colores del uniforme de la Infantería de Marina, un honor único para una mujer en aquella época.

Una vida tranquila después de la guerra

Tras su retiro en 1798, Ana María se fue a Montilla, donde el rey le otorgó una licencia para gestionar un estanco. Disfrutó de este beneficio hasta su fallecimiento el 4 de diciembre de 1833, a los 58 años.

Su historia es un ejemplo de valentía y determinación en un mundo que le negaba oportunidades por su género. Ana María de Soto se convirtió en un símbolo de lucha y en la primera mujer en servir en la Infantería de Marina española, abriendo el camino para generaciones futuras.

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