Historia
Circo Romano de Córdoba | Un cuarto de siglo de un hallazgo fastuoso
Las campañas arqueológicas de finales del siglo XX permitieron desentrañar un viejo misterio y aclarar cómo fue el entorno de Capitulares y San Pablo con el circo, el templo romano, el foro provincial y la Vía Augusta
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Un cuarto de siglo se cumple ahora de un momento importante para la historia de la ciudad: el hallazgo del antiguo circo romano de Córdoba en los terrenos de la manzana de San Pablo, justo al lado de la actual calle Capitulares y del Templo Romano de Claudio Marcelo. Se resolvió en ese momento, y gracias a la ciencia arqueológica, un misterio que venía de lejos, pues el hallazgo constante de restos romanos en la zona había sido un motor constante de especulaciones desde los tiempos del pionero Ambrosio de Morales, en el siglo XVI.
Ya en el periodo contemporáneo, el prestigioso arqueólogo Samuel de los Santos Gener se ocupó del tema y realizó un dibujo a mano de lo que él suponía que debía de haber sido esta zona en el periodo romano. Allí plasmaba un gran edificio público que él atribuyó a un anfiteatro.
Cuatro décadas más tarde, en los 90, fue cuando la Gerencia de Urbanismo y la Universidad de Córdoba se aliaron para descubrir el pasado este céntrico espacio de la ciudad, en el que ya se sabía de la existencia del templo desde el año 1951, cuando afloraron los restos durante las obras de ampliación del antiguo Ayuntamiento.

La búsqueda de datos científicos que permitiesen dilucidar qué fue ese gran edificio de la manzana de San Pablo comenzó en 1992, como explican con detalle los arqueólogos Juan Murillo, Maudilio Moreno, José L. Jiménez y Dolores Ruiz en su trabajo 'El Templo Romano de la c/ Claudio Marcelo. Aproximación al Foro Provincial de la Bética'.
Como el mismo título indica, se trata de un estudio que, pasadas ya las campañas arqueológicas, en 2004, hacía un relato completo del proceso que se siguió para desentrañar el ayer de estos terrenos que en el pasado, y hasta la desamortización, habían pertenecido al Convento de San Pablo.
Los arqueólogos explican la dificultad que supuso la búsqueda, pues para llegar a los restos del estrato romano tuvieron que profundizar cuatro metros. Esto se debió a que sobre los vestigios del gran edificio del circo se había construido un barrio en el periodo tardoislámico, posteriormente demolido tras la Reconquista.
La campaña de 1992 dejó preguntas sin contestar e incluso una datación errónea, pues se pensó que la estructura debía de ser del siglo II d. C., cuando luego se sabría que en realidad era del siglo I.

Como los resultados no cumplieron el objetivo de dilucidar la secuencia histórica de este espacio en el periodo romano, los arqueólogos volvieron al asunto cuatro años más tarde. Lo primero que se hizo en 1996 fue una reinterpretación de dicha secuencia desde otra perspectiva distinta a la que habían trabajado.
Luego comenzaron las campañas arqueológicas que serían decisivas en los años 1997 y 1998, que concluyeron hace ahora un cuarto de siglo. En dicha excavación, en la que se realizaron diversos cortes para poder analizar los grandes muros de la estructura, permitieron al fin descubrir que lo que allí alzaron los cordobeses del siglo I no fue un anfiteatro sino un enorme circo.
La datación se pudo afinar además, por lo que se sabe que el circo se construyó en la última fase del gobierno de Nerón, en el siglo I, y que debió de contar con un proceso constructivo cercano a los 20 años.
Las campañas no sólo permitieron descubrir eso, sino también restos de la antigua Vía Augusta, que salía de la ciudad en dirección Este, y de elementos funerarios, habituales en todas las vías de acceso y salida y en las proximidades de la muralla.

Como explican los arqueólogos, este formato de un templo con terraza que domina un gran circo no es algo único de Córdoba, sino que composiciones urbanísticas similares se han encontrado en otros lugares. «En síntesis, con esta segunda campaña de excavaciones en Orive quedó verificada la existencia de un circo dispuesto extramuros inmediatamente al Este de la Colonia Patricia, a los pies del Templo de la calle Claudio Marcelo, que lo dominaba en su extremo occidental desde una terraza construida sobre la primitiva muralla, y enmarcado al Norte por la Via Augusta», explican.
La asociación entre un recinto de culto y un edificio de espectáculos responde «a un esquema bien conocido en el mundo romano desde época republicana y que, con diversas matizaciones, tiene su expresión más próxima a la que aquí nos interesa en Tarraco, con el complejo de culto imperial de la provincia tarraconense».

Un ejemplo similar aunque más temprano se constata también en Ancyra, capital de Galatia, con el templo de Roma y Augusto, una plaza de representación y un circo. De este modo, «se documenta en tres capitales provinciales (Ancyra, Colonia Patricia y Tarraco) un mismo esquema que, en última instancia, tiene su modelo en la capital del Imperio, con la Aedes Apollinis, el Circo Maximo y la propia residencia imperial en el Palatino».
Posteriores excavaciones permitieron ir conociendo nuevos datos sobre este fastuoso espacio de la Córdoba romana y también establecer una cronología del trabajo constructivo de los romanos, que tuvieron que emplear su ingenio para alzar el foro, el templo y el circo en una zona de pendiente.
Gracias a esas mediciones y trabajos, en los últimos años se han podido realizar no ya sólo dibujos de cómo era el circo, sino también fascinantes infografías que recrean este enorme edificio. Una de ellas, elaborada por el Ayuntamiento, es la que se puede ver ilustrando esta página, pero también espectaculares son las tomas que aparecen en la reconstrucción infográfica de la Córdoba romana que elaboró el grupo de investigación Sísifo de la UCO y que se puede disfrutar en la cuenta que Arqueo Córdoba tiene en YouTube.
¿Un segundo circo?
Ahí se observa con nitidez la singularidad de este esquema urbano, en el que se conjugan la muralla Este de la ciudad, el templo romano, el gran circo, la Puerta de Roma y la Vía Augusta.
La utilidad del circo se mantuvo al menos hasta el siglo III, que es cuando comienzan a aparecer los indicios de su abandono. De hecho, en ocasiones se ha especulado con la posibilidad de que la Córdoba romana pudiese tener un segundo circo, debido a que existe en el Arqueológico una inscripción de un patricio que gastó una fortuna en juegos circenses décadas después de la fecha en la que se considera que el circo dejó de prestar servicio.
Se desconoce si el circo aún tenía por entonces usos parciales o si estas carreras de caballos se realizaron en otro lugar, pero de lo que no hay constancia alguna es de que Córdoba tuviese un segundo circo. Algo razonable pues se trata de una construcción de enorme coste económico.
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