PSV EINDHOVEN - SEVILLA FC
Daniele Orsato ensucia el nombre de Eindhoven
CHAMPIONS LEAGUE
Pese a una segunda parte magnífica, el Sevilla acaba empatando a dos con el PSV por dos errores clamorosos del árbitro, que anuló un gol legal a Pedrosa y pitó a Ramos un penalti inexistente

El Sevilla no logró acabar frente al PSV con su mala racha en Liga de Campeones, donde sólo ha ganado dos de los quince últimos encuentros que ha jugado, pero puede afirmarse con rotundidad que en esta ocasión mereció hacerlo con creces. No lo consiguió ... por una escandalosa actuación del árbitro, el renombrado italiano Daniele Orsato, que birló al conjunto sevillista dos puntos esenciales por un par de decisiones asombrosas en una segunda parte que los de Mendilibar dominaron con claridad. Pero el trencilla anuló un gol absolutamente legal a Pedrosa, primero, y después pitó un penalti inexistente de Sergio Ramos a favor de los locales que impidió el triunfo sevillano en el segundo partido de la fase de grupos.
El resultado fuerza a los de Nervión ya a puntuar contra el Arsenal en casa en el siguiente envite si quiere mantener las aspiraciones de meterse en octavos de final. Pero más que lo meramente cuantitativo, el bofetón moral del empate a dos en Holanda duele por la crueldad de haber recibido el segundo tanto casi en el pitido final en una acción mal defendida y por el lamentable protagonismo de Orsato, que ha ensuciado en nombre de Eindhoven, una arcadia para el sevillismo por aquel primer título continental de 2006. La evidente reacción del equipo andaluz en la segunda mitad, con un fútbol más cohesionado y fluido, se quedó sin el premio debido y tocará forzar la máquina contra el gran favorito del grupo si no se quiere volver a chocar con el techo que supone esta competición. Cosas más difíciles ha hecho el Sevilla.
El de este martes, con todo, puede catalogarse como un peldaño más en la recuperación del juego del equipo más allá del titubeante primer tiempo. Pese a los problemas en el tobillo del marroquí, el técnico se acogió esta vez a valores seguros y tiró de En-Nesyri para la punta del ataque de inicio, con Lukebakio esta vez caído a la banda izquierda y el doble pivote de rancio abolengo, con Fernando y Rakitic. Cargado de clasicismo, y de años en los carnés de identidad, el Sevilla manejó el libreto de Mendilibar de arranque sin pestañear, con incursiones por la banda para colgar balones al 'nueve' como argumento único. Pero tras unos minutos de tanteo, los locales trasladaron el partido muy pronto al ritmo y el juego que les interesaba, frenético y con transiciones tan veloces que liquidaban el centro del campo propio y ajeno. Con agresividad, mucha rapidez y una efectiva búsqueda de espacios en ataque a la espalda de mediocampistas y laterales, el equipo holandés fue desmontando a un Sevilla que cedió la posesión de manera prematura y obligó a trabajar a Nyland por alto y por bajo.
Los sevillanos no eran capaces de hilvanar jugadas, con los pivotes desaparecidos, superados por la lógica aplastante de las diferencias de velocidades, y la primera media hora se cumplió sin que el portero rival la tocara. En el 35 llegó a marcar de cabeza Ramalho al rematar una falta. El fuera de juego era claro, eso sí, y los sevillistas suspiraron por mantener el marcador como estaba, lo que era bastante teniendo en cuenta la discretísima versión que mostró el cuadro de Nervión en ese primer acto, que cerró agazapado y con un zurdazo seco y alto de Lukebakio como único lanzamiento destacable. Visto lo visto, ese empate era el mejor botín que se podía obtener con tan escaso despliegue. Se taponaron vías de agua en defensa y en ataque apenas se asustó.
Desvarío arbitral
El margen de mejora para la segunda mitad era amplio, pero aunque el equipo elevó el tono no resultó fácil calibrarlo a primera vista porque todo se descolocó pronto. Lo destrozó el colegiado, mejor dicho. En el 51, un robo de Pedrosa al presionar la salida de balón del central del PSV le permitió plantarse solo ante Walter Benítez y enviar un zurdazo cruzado por bajo al palo contrario del meta para anotar el tanto sevillista. En plena celebración, desde la sala VOR se avisó de una supuesta mano del defensa visitante que le habría ayudado a llevarse la pelota. Capacidad de inventiva asombrosa, porque el esférico ni siquiera dio en la mano de Pedrosa, que recogió los brazos en su vientre. Quizás rozó unos milímetros, aunque sin incidencia posible. Pero no. Orsato ni quiso ir a ver la pantalla y anuló el gol de manera incomprensible.
Al palo moral de la injusta anulación le sucedió otro más previsible, un fallo en un mano a mano de En-Nesyri dos minutos después, cuando se plantó en solitario ante Benítez tras un pase en profundidad. El africano mandó su disparo al larguero y entonces el Sevilla entró en desesperación. Las mil caras de un partido. Descompuesto por los acontecimientos, el conjunto hispalense fue víctima de un aluvión de oportunidades claras del PSV que o bien fallaron los holandeses en el último toque o bien detuvo con solvencia Nyland. Mendilibar movió fichas para cortar la sangría y sin tiempo para que Sow y Oliver, los cambios, entraran en calor, en el 67 un balón centrado desde la derecha de Navas tras sacarse un córner lo enganchó con la cabeza Ramos en el segundo palo para asistir al centro del área pequeña para que Gudelj empalara un soberbio derechazo mientras caía al suelo que reventó la portería neerlandesa sofocando el asedio del PSV y poniendo justicia en el electrónico después del mangoneo arbitral. Quedaba tela por cortar...
El arreón final del equipo holandés, con Lang en plan estelar, volvió a tener a Orsato patético protagonista al señalar en el minuto 84 un penalti inexistente de Sergio Ramos, que fue abajo a frenar una incursión en el área de Tillman. El atacante del PSV cayó al suelo tras golpear él mismo al camero sin falta alguna. Pese a las consultas al VAR se señaló la pena máxima, que anotó De Jong para mayor dolor. Entonces, con esa igualada, el Sevilla sumó la rabia al orgullo y cuando todos lo daban por amortizado martilleó a los locales con un par de ataques fabulosos. El primero, nada más sacar de centro, para hacer el 1-2 con un centro medido de Juanlu, que había entrado por Navas, que remató de cabeza En-Nesyri a su arrolladora manera. Y tras el golpe en la mesa, el que pudo ser tercero en las botas de Lukebakio, que culminó con derechazo al poste una contra. Con todo, estaba la noche para pocas previsiones y, superado el escollo más complejo, el arbitral, prácticamente en la última acción el Sevilla no supo defender por tres veces un balón colgado al área pequeña que terminó rebañando Teze al fondo de la red para colocar el 2-2 definitivo. Se fueron dos puntos esenciales en la durísima pelea de la Champions, pero esta vez se los llevó claramente el equipo arbitral. Uno ya no sabe hasta dónde llega el fantasma de Negreira...
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