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el camino en primera persona

La emoción de poner pie en Finisterre: «Queríamos llegar al final de verdad, al fin del mundo»

año xacobeo

De Compostela, pasando por Cee y Corcubión, a Finisterre en compañía de tres peregrinas de Barcelona, Huelva y Madrid que querían llegar al 'Finis Terrae'

Celia, Marta y Constanza, amigas y compañeras de trabajo, veterinarias. Llegaron a Compostela y decidieron seguir caminando hasta el Fin del Mundo. Realizar el Camino de Finisterre, por Cee y Corcubión, la mágica y ancestral ruta al Ara Solis, al romano Templo del Sol, al Km 0. fran contreras

Fran contreras

«Queríamos llegar al final, al final de verdad, al fin del mundo. Es difícil explicar qué siento ahora. Llegas aquí, miras hacia atrás y dices: lo he logrado», afirma Marta López, junto a sus amigas, también peregrinas, Celia Van y Constanza Pereira, entre lágrimas y sonrisas, apoyadas en el hito-mojón que marca el Km 0 del Camino de Santiago en el Cabo de Finisterre.

«Llegar aquí es sentir la libertad. Compensa todos los esfuerzos. El camino es duro, pero te fortalece. Tienes mucho tiempo para estar contigo misma. Momentos de paz y tranquilidad. Reconectas contigo, con la naturaleza y con la gente», matizan Celia y Constanza, a la vera del que es uno de los faros más populares del mundo, edificado en el siglo XIX y ubicado en un escarpado acantilado a ciento cincuenta metros sobre el mar, cuyo haz de luz ilumina la Costa de la Muerte.

Las tres peregrinas -de Barcelona, Huelva y Madrid, veterinarias en la Ciudad Condal-, comenzaron hace dos semanas el Camino Inglés. Salieron de Ferrol y al llegar a Compostela decidieron seguir caminando. Así fue como emprendieron el llamado Camino del Sol, el Camino a Finisterre. La única ruta jacobea que no termina en la Plaza del Obradoiro y la Catedral de Santiago, sino que sale desde Compostela rumbo a Finisterre, al Finis Terrae, al antiguo Fin del Mundo, en el que los romanos ubicaron el Templo al Sol, el Ara Solis. y donde los celtas, tras la séptima ola, situaban el mundo invisible, el más allá. Un paraje al que, desde tiempos remotos, el ser humano peregrinaba en busca de los viejos dioses como así muestra el dolmen de Orcavella y las «A Pedras Santas» -titánicas rocas basculantes que desde época ancestral eran escenarios de ritos y cultos vinculados a la fertilidad, de las que se decía y dice que hablan y cantan con el viento-, cercanas a los restos de la Ermita, y el sepulcro suevo, del eremita San Guillermo

Finisterre, el Fin del Mundo, el Ara Solis, el romano Templo al Sol, el Faro del Cabo, uno de los más populares de España y el mundo fran contreras

Un camino que sale desde la Plaza del Obradoiro de Compostela en dirección a Quintáns, asciende el Alto do Vento, sigue por Ventosa-Ames, Augapesada, vuelve a subir, esta vez el exigente Alto do Mar de Ovellas, y prosigue por Trasmonte hasta Ponte Maceira -declarado uno de los pueblos más bonitos de España, popular por su puente, de origen medieval, desde el siglo XII paso de peregrinos y viajeros, que salva el río Tambre, escenario de la batalla entre Diego Gelmírez, arzobispo de Compostela, y Pedro Froilaz de Trava y sus hijos Fernando Pérez de Trava, y la románica Iglesia de Santa María de Portor, priorato de los monjes bietos, dependientes de San Martín de Pinario en Compostela-, y finalmente Negreira, eje de caminos desde época romana, de la que saldremos pasando por el Pazo de Cotón.

Cruz Baixar, el cruceiro que da la bienvenida a Fisterra a los peregrinos con la playa de Langosteira de fondo fran contreras

La senda, tras cruzar el puente que salva el río Barcala, continúa por Zas, A Pena, Vilaserío, O Cornado, As Maroñas, A Gueima, Monte Aro -asentamiento de la Cultura Castreña de la que queda huella en un castro en la cima-, para llegar A Ponte Olveiroa, cuyos parajes están marcados leyendas de «hombres lobo», más concretamente el conocido como Vákner, una fiera de ojos rojos que según viejas crónicas atacaba a los peregrinos. La ruta se adentra desde aquí por montes y corredoiras hacia Logroso -donde existía en el siglo XII un hospital de peregrinos-, y después a Hospital, punto en el que se toma el desvió a Fisterra-Finisterre, por Cee y Corcubión -pasando por el Cruceiro Marco do Couto, la Ermita de la Virgen de las Nieves y su Fuente Santa y la Capilla de San Pedro Mártir, del siglo XVI-, para alcanzar -caminando por la playa de Langosteira-, Fisterra-Finisterre. Villa marinera que guarda un tesoro en la románica y templaria Iglesia de Santa María das Areas. Santuario -edificado por doña Urraca sobre un castro celta-, en el que se halla la última Puerta Santa del Camino de Santiago, y que guarda en su interior lápidas medievales con símbolos gremiales, capiteles en lo que aparecen los «Danzantes», figuras humanas con los brazos extendidos, los paganos adoradores del Sol, un singular sagrario de piedra en el que los apóstoles muestran símbolos de maestros canteros, y donde se venera una talla marcada por la fe, historia y leyenda; el Cristo de Finisterre, también llamado el Cristo del Fin del Mundo o el Cristo de la Barba Dorada, confeccionado con pelo humano, piel de búfalo, articulado uno de sus brazos, que según la tradición apareció en un arcón flotando en los mares tras un temporal pero del que cuenta la historia que fue donado por el obispo Vasco Pérez Mariño.

Celia, Marta y Constanza -que ya ascendieron los dos kilómetros y medio que separan la villa del cabo- se acercarán, tras las fotografías de rigor en el Km 0, a los antiguos quemadores donde los peregrinos quemaban sus ropas, rito purificador heredado de los celtas quienes daban fuego a sus vestimentas antes de retornar a sus hogares para quemar lo malo y comenzar una nueva etapa de la vida. Después se sentarán en las rocas del acantilado. Vinieron al Camino no para hacer un viaje sino para vivir una experiencia. Y eso es lo que les espera. Vivir un momento mágico. Contemplar -junto con decenas de peregrinos de todo el mundo que han caminado centenares, incluso miles, de kilómetros, durante semanas y meses-, uno de los atardeceres más bellos y mágicos del planeta. Ellas, y todos los presentes, saben que ese atardecer y camino, no es el fin, es el principio.

Fran Contreras Gil es periodista, documentalista y escritor, además de uno de los mayores divulgadores del Camino de Santiago de nuestro país, itinerario que ha completado en más de una docena de ocasiones, en su ruta 'francesa'. Sus especialidades son la historia, las leyendas y los misterios. Es autor de 'Guía Mágica del Camino de Santiago' (Luciérnaga, 2021). Colabora habitualmente con 'Más de uno' (Onda Cero), 'Las piernas no son del cuerpo' (Melodía FM) y el podcast DEX-Días Extraños (Ivoox).

Para más información: https://www.caminodesantiago.gal/

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