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Un pueblo de Gran Canaria que merece estar entre los más bonitos de España

Teror, en el interior de la isla, es un destino de peregrinación para muchos canarios que visitan la Basílica de la Virgen del Pino

Centro histórico de Teror, aún con ambiente navideño y sus clásicos balcones
J. F. Alonso

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Teror está a 65 kilómetros de Maspalomas por la carretera cómoda (la del interior es otra historia), la que pasa por Las Palmas de Gran Canaria , pero esos pocos kilómetros parecen años luz en medida turística. De las dunas, la fiesta y la enorme playa del Inglés se pasa a un bellísimo pueblo de interior, poco conocido en la península, en el que se venera la imagen de la Virgen del Pino, la patrona de la diócesis de Canarias.

Casa Consistorial de Teror

La calle principal de Teror conduce directamente a esa Basílica de la Virgen del Pino que empezó a construirse en 1767, aunque fue reformada posteriormente. Y entre ese principio de la calle y la plaza de la basílica, un centro de peregrinación para los canarios, también engaña el tiempo: en esos metros se pueden pasar unos minutos o unas horas, según se nos pegue a los ojos el encanto de sus casas, de los colores, de las tiendas.

Un azulejo en una de las calles de este pueblo aporta a los recién llegados un buen resumen de lo que ven. «Pueblo de balcones del siglo XV , con una altitud de 589 metros y 12.500 habitantes que junto a la Virgen del Pino te dan la bienvenida».

El paseo por el centro histórico nos lleva por la Calle Real de la Plaza, entre casas de colores vivos, suelo adoquinado y piedra volcánica, desde el nuevo Ayuntamiento, ahora en la entrada del pueblo, a la antigua Casa Consistorial, a esa Plaza de Nuestra Señora del Pino y al imponente laurel de Indias que vigila el paso del tiempo. Aquí se celebra cada domingo uno de los mercados ambulantes más antiguos de la isla, con dos siglos de historia.

Basílica de la Virgen del Pino, junto a un enorme laurel de Indias

La basílica es uno de los templos más importantes de Canarias , y el primero que recibió ese título por parte de la Santa Sede. Solo una mirada detenida a sus retablos, a la imagen de la Virgen (de 1535) y al patrimonio escultórico aquí reunido compensa el viaje. En el interior nos envuelve el silencio y un ambiente de cierta penumbra. En el exterior vuelve la explosión de luz de la isla, y el colorido de un pueblo cuyas casas trepan ladera arriba.

En la ruta por Teror hay que ver el cercano Palacio Episcopal y la Plaza Teresa de Bolívar , llamada así en honor a la mujer de Simón Bolívar, bisnieta de Bernardo Rodríguez del Toro, nacido en Teror en 1675 en lo que hoy es la Casa Museo de los Patronos de la Virgen. Pero sobre todo, hay que pasear y sentarse a degustar un puchero, un bocadillo de chorizo de Teror, algo de queso untado con pimentón o con gofio, unas papas arrugás y algún dulce.

Cuando se abandona la autovía de la costa, a Teror se llega por una de esas carreteras estrechas de montaña que tanto sorprenden a los turistas no avisados. El interior de Gran Canaria es montañoso, con carreteras difíciles y hemosas, lleno de senderos, de roques y de otros pueblos bonitos de España, como Tejeda , un balcón sobre los roques Nublo y Bentayga. Allí, tan lejos de Maspalomas.

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