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Los espectaculares paisajes que dibuja el Ebro cerca del mar

Una ruta por el Delta del Ebro, en el sur de Tarragona, un humedal lleno de vida y tradiciones

Diez planes en España fáciles, baratos y naturales para estas vacaciones

Campos de arroz en el Delta del Ebro REUTERS/Nacho Doce

Mar Ramírez

En un panorama salobre donde el hombre ha vivido en equilibrio cultivando arrozales se entrega el gran río Ebro al mar modelando un amplio estuario arenoso. Perfila uno de los humedales mediterráneos más espectaculares por su gran riqueza biológica , así como por las ricas tradiciones culturales e historia que han echado raíces junto al Delta.

En un arenoso paisaje de llanura, casi imposible de abarcar desde un mirador por sus 320 km2 de superficie, gracias a que el agua dulce del río se funde con las mareas, ha prosperado una gran riqueza natural que ha atraído a aves y plantas.

Punta del Fangar

Tanta es la diversidad de vida ligada al agua que puede decirse que el Delta del Ebro -Reserva de la Biosfera- es uno de los humedales más sobresalientes del Mediterráneo (atrae al 10% de las aves que pasan el invierno en la península).

A su lado, el ser humano -cultivando arrozales y fértiles huertas- ha aprendido a convivir con su paisaje cambiante, así como con la fauna ligada a sus lagunas, dunas, islas y charcas litorales.

Un paisaje vivo que resulta destino atractivo en cualquier momento del año. Puede recorrerse en bicicleta para cambiar de ritmo viajero y ofrece una rica gastronomía de productos locales basada en el arroz con Denominación de Origen Protegida .

Desde que se ha reconocido en el mundo gracias a la Carta Europea de Turismo Sostenible, el gran estuario que se adentra en el mar como una punta de flecha ha despertado el interés no solo por el espacio natural sino por sus experiencias turísticas que favorecen la sostenibilidad del Delta del Ebro.

Un agricultor conduce maquinaria de cosecha a través de campos de arroz pertenecientes a la familia de Joan Ferrer en el Delta del Ebro, REUTERS/Nacho Doce

A pie o en pontona

Hacia el norte, una ruta de cuatro kilómetros por las playas de la Marquesa y el Fangar, para alcanzar la arenosa Punta del Fangar , permite no solo divisar magníficos campos dunares sino abarcar una buena porción de la zona húmeda más grande de Cataluña. Junto al faro del Fangar se halla el mirador para ver su área septentrional y su abrigada bahía desde la que, tierra adentro, se extienden los arrozales.

Las localidades de Amposta y San Carles de la Ràpita son la puerta meridional del Delta, cuya amplia bahía de Els Alfacs, con sus protegidas aguas, son magnífico refugio para las aves y universo de cultivos acuícolas. Hacer un recorrido marítimo para conocerlos, como los cultivos de ostras y mejillones de l’Avi Agustí , tiene la recompensa de poder tomar una copa de cava en la mano sobre las estructuras de madera que, bajo el mar, sostienen las hileras de moluscos.

Pescadores esperan una captura en la playa de Migjorn, cerca de la isla de Buda . REUTERS/Nacho Doce

Tras pasar por el refugio de flamencos y aves acuáticas que son las Salinas de la Trinitat y la frágil barra arenosa de playa del Trabucador se alcanza la Punta de la Banya . Con su faro es un territorio protegido y en constante cambio por estar abiertamente sometido al oleaje y temporales.

Próxima a la playa del Trabucador , entre juncos y carrizos, se distingue la amplia laguna de la Tancada. Un magnífico lugar para observar flamencos y conocer el arte de extraer la sal en el lugar donde estuvieron las antiguas salinas de San Antoni.

La Encanyssada es la mayor y más emblemática laguna de las siete del parque natural, como se explica en la exposición de la Casa de Fusta, una antigua vivienda de cazadores de patos reconvertida en centro de información sobre la infinidad de aves que acuden al Delta para descansar en su ruta migratoria o pasar el invierno. La torre de observación frente a la casa es un buen punto para admirar la laguna o para iniciar un paseo en pontona, tradicional embarcación de madera para transportar el arroz movida con pértiga o percha.

Embarcados llegamos a los últimos kilómetros fluviales, hasta la bocana del estuario o la gola de Sorrapa , la desembocadura del río desde hace un siglo. Al sur queda la isla de Buda , a caballo del río y la costa.

En su compromiso con la sostenibilidad, el cultivo mayoritario de arroz se ha revelado como un gran aliado para la protección de las aves que frecuentan el Delta. Mediante una agricultura ecológica sin biocidas y con abonos orgánicos se favorece la conservación de la naturaleza y a la vez se fomenta el desarrollo rural y el auge del ecoturismo.

Río arriba, el puerto de Tortosa era el encargado de acoger a los peregrinos que llegaban por vía marítima hasta enlazar con el Camino Francés en Logroño. La histórica capital del Ebro , con sus 2000 años de historia, conjunto histórico artístico, es buen lugar para callejear. Y disfrutar con sus edificios, como los Reales Colegios , el monumento renacentista más valioso de Cataluña, donde se educaron los jóvenes musulmanes conversos. No menos atractiva es la arquitectura modernista que salpica el trazado urbano. Hay que acabar ascendiendo entre baluartes y murallas para, asomados sobre la ciudad, desde el castillo de la Suda, guardar la última visión del gran río.

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