El histórico editorial de ABC tras el 23-F: «Respeto a la Constitución y calma nacional»
La palabra primera del periódico tras el intento de golpe de Estado de hace 40 años fue «la de la más rotunda condena de lo ocurrido»

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«A la hora en que se escribe este editorial España entera lleva seis horas viviendo en la angustia. Los viejos fantasmas, que parecían alejados definitivamente de nuestro horizonte nacional, han vuelto a visitarnos. Y, aun cuando en estos momentos el gravísimo suceso parece localizado y reducido a un grupo de desequilibrados, sigue el país entero colgado de sus radios y televisores para conocer el desenlace de algo que aún podría concluir en un drama espantoso.
A estas horas nuestra palabra primera tiene que ser la de la más rotunda condena de lo ocurrido. Nadie ignora que la gobernación del Estado pasa horas incuestionablemente difíciles y que el país necesita un golpe de timón serio en su modo de ser gobernado para que España pueda recuperar el orden y la paz que necesita.
Pero es evidente que la locura protagonizada ayer por un grupo de oficiales de la Guardia Civil -y, según parece, respaldada por algún alto mando del Ejército- no sólo no vendría a resolver nada, sino que ha puesto en el más grave riesgo todo cuanto en cinco años de esfuerzo y sacrificio de todos y muy en especial de las Fuerzas de Seguridad del Estado, ha logrado España bajo la sabia y pacífica dirección del Rey.
El grupo de personas que ayer asaltaron el Parlamento ha empezado por manchar gravísimamente su uniforme; ha violado la más elemental función de la milicia, que tiene como tarea primera defender y tutelar la Constitución; ha faltado a lo más elemental de su disciplina militar; ha atentado contra la más alta representación del pueblo español. Tal número de dislates, que solo puede calificarse como abierta locura.

Repitámoslo: por el camino de la Constitución todo es posible. Nada se logrará por el de la violencia. No se sirve a España violando la voluntad libremente expresada por los españoles. No se ayuda al país sumiéndolo en la angustia y sacudiéndolo con la más grave, la más triste de las convulsiones.
Afortunadamente, no le ha faltado a España -una vez más- ni la serenidad del Rey, ni el respeto a la Constitución de la práctica totalidad del Ejército, ni la misma tranquilidad y confiada expectación de la comunidad nacional.
Esta es la hora de que todos los españoles reafirmen su fe en los caminos legales para salir de los problemas que el país vive. Es hora de seguir creyendo en la libertad que la Constitución garantiza. Es hora de que todos -militares, parlamentarios, ciudadanos- revisen su personal responsabilidad en el servicio al país por encima de las ideas personales y los propios intereses. Hora de que los grupos políticos acerquen sus posturas y aúnen sus esfuerzos en salvar una serie de valores sin los cuales siempre estaremos expuestos a la invasión de los violentos de uno u otro género. Hora de que la comunidad se mantenga en calma.
Calma. Queremos repetir esta palabra porque es la que más necesita España hoy. Nada podría ser hoy más dañino que el que grupos de cualquier ideología intentasen tomar la calle por la fuerza, con lo que terminarían haciendo el juego a los revoltosos. Cualquier paso que no pase hoy por el orden y la serenidad nos acerca a una guerra. Solo la fe en la autoridad y en la Constitución puede sacarnos sin demasiado dolor de este drama».